Las universidades públicas en el país no están respondiendo a los requerimientos de calidad educativa que demandan los estudiantes, debido, entre otras cosas, a que tienen poca injerencia en las políticas públicas en materia educativa, opinó el doctor Alberto Javier Olvera Rivera.
Durante su conferencia “La universidad y el panorama político contemporáneo en el orden nacional y subnacional”, el investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana compartió con los asistentes la urgencia de un cambio en el modelo educativo al interior de la universidad, así como mayor involucramiento en los programas educativos de niveles inferiores.
Las universidades no son islas
Olvera Rivera recordó que las universidades públicas son una forma muy antigua de los organismos autónomos que integran el Estado mexicano, por lo que no son ajenas a los ciclos políticos que enfrenta el país, “las universidades no son islas aisladas del país; tenemos que verlas en su contexto”.
Recordó el contexto político en el cual nacieron la mayoría de universidades públicas en el país, en donde las pugnas entre grupos políticos (la incipiente izquierda y derecha) se llevaron a estas instituciones de educación lo que provocó “universidades públicas de baja calidad; los profesores que dábamos clases en esos años apenas habíamos salido de la licenciatura, la mayoría no teníamos posgrado y había un ambiente de politización, lo que provocó, francamente, universidades de bajísima calidad”.
Agregó que esto se mantuvo así hasta que el régimen político transitó hacia el neoliberalismo y aunque obligó a capacitarse a los docentes universitarios y a la firma de contratos colectivos que legalizaran las condiciones laborales, planteó un nuevo desafío a la educación superior: el presupuesto, pues ahora tenían que pagarse sueldos a profesores más preparados y prestaciones, “situaciones que seguimos arrastrando”.
Expuso que los problemas de la calidad son consecuencia de que no se ha hecho una reforma real, pues aunque durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se intentó una reforma “bastante atrevida”, esta fue imposibilitada por conflictos con el sindicato, con lo que las escuelas se convirtieron en escuelas remediales.
“Las Universidades tienen el problema de recibir muy malos alumnos. De manera que lo que ha sucedido es que las universidades que controlan el sistema medio superior, en la práctica se han convertido en escuelas remediales de lo que no se había hecho en la secundaria, y en la licenciatura remediales de lo que no se había hecho en el Bachillerato”.
Este atraso educativo sistémico provoca que se destine mucho tiempo en resarcir los problemas que los estudiantes vienen arrastrando desde su educación temprana, “estamos hablando de la Universidad como si estuviera sola, pero no, pertenece a un ecosistema educativo, o sea nosotros somos la última fase de un sistema y si el sistema no se corrige desde el principio, no lo vamos a corregir al final. Tenemos que ver el sistema de educación de manera integral y no por pedazos”.
Olvera agregó en esta misma línea de pensamiento que es indispensable que las universidades tengan voz dentro de las políticas públicas del sistema de educación básica “tenemos que exigir mejores estudiantes, más capacitados”, sin embargo considera que esto plantea un nuevo problema, el compromiso de los universitarios por influir en esto:
“Los universitarios, como universitarios que somos, tenemos la responsabilidad de decir las cosas como son y las cosas que están pasando son muy malas y no están ayudando a las políticas nacionales… pero los profesores estamos acostumbrados a trabajar en nuestra facultad, que nadie nos mueva, protegemos nuestra mini fortalezas y no queremos cambiar ninguna coma del asunto”.
Pedimos a una ley algo que no puede hacer
Para Olvera Rivera la solución a todas estas problemáticas no se encuentra en la nueva Ley de Educación Superior pues es:
“Pedirle a una ley algo que no puede hacer… En México a los problemas les echamos una ley encima y estamos contentos, nos pasa con todo, con la ley de violencia contra las mujeres, las leyes de desaparecidos, pero ninguna funciona y quienes las hacen lo saben, las hacen para engañar, para simular y no hacer nada y nosotros como sociedad lo hemos permitido”.
Y continúa tomando el ejemplo del INE, cuyo presupuesto es de 4 mil millones de pesos contra los 400 millones que en conjunto, a duras penas se dedican a las comisiones de atención a desaparecidos, a pesar de ser una vergonzosa problemática que enfrentamos, esta disparidad entre presupuestos de las prioridades del país es similar a lo que ocurre con el financiamiento a las universidades “no tenemos presupuesto y tampoco capacidades institucionales”.
No les cumplimos a los estudiantes
Toda esta precariedad en la que operan las instituciones públicas de educación superior generan un enojo creciente entre los estudiantes, reflexiona el investigador “hay un movimiento estudiantil como el de 68 (pero sin la represión) porque no les estamos cumpliendo, nos dicen “no me sirves” porque no les damos conocimientos útiles, ni los formamos como capital humano y a veces ni como capital social”.
Por tal, reconoció lo imperioso de un cambio al interior de las universidades, para cumplir con este reclamo democrático y convertirlas en instituciones eficaces y funcionales “estamos en un momento de cambio y se requiere esto al interior de las instituciones, porque ya no es una opción el cambio, sino una urgencia”.
En ese sentido, Olvera planteó algunas primeras acciones que pueden abonar al cambio, como un proyecto de movilidad laboral entre institutos al interior de la Universidad Veracruzana para alcanzar la tan ansiada interdisciplinariedad, así como buscar otras formas para buscar flexibilidad académica y administrativa.
