Ya se ha dicho que entre pandemias reales pero sospechosas, parafernalias bélicas y las consecuencias económicas de ambas, el respetable planetario está bajo bajo el acecho del miedo o la total incertidumbre, en el mejor de los casos.
Habrá narrativas que interpretan los acontecimientos como acciones deliberadas de un sistema de dominación saturado para purgarse a sí mismo. Habrá otros mas pragmáticos que los interpreten como los desarrollos naturales para imponer la voluntad de unos sobre la de otros otros y habrá quienes prefieran pensar que la especie sapiens pasa por momentos críticos que pueden ser civilizatorios o patéticamente fatales.
Una cosa es previsible de esta crisis multidimensional planetaria, difícilmente las cosas volverán a ser como fueron. Ha quedado probado que basta con inducir el sentido del miedo para lograr que un rebaño cualquiera haga la voluntad de su pastor. No es nada nuevo, la sido el método de las religiones monoteístas patriarcales durante los milenios de su existencia y de eso hará unos buenos cuatro mil años o casi, si nos atenemos a la narrativa bíblica.
Mucho tiempo para que un esquema de pensamiento se grabe en la conciencia colectiva. Si la guerra no fuera suficientemente depresiva, siempre hay forma de empeorar. Ahora, además de pandemia y guerra tenemos amenaza sobre Chernobyl, y ya conocemos la historia.
El miedo es la lógica natural de todos los sistemas de dominación, pero más en el neoliberalismo. De Pinochet a Calderón es la constante.
Pese a las narrativas oficiales, parece claro que las decisiones se revierten en contra de Estados Unidos y la Unión Europea y no pareciera que el bloqueo realmente impactará en Rusia de manera sustantiva, pero sí a los Estados Unidos y a la Comunidad Europea. El precio del petróleo se disparó en vertical, lo que contradice por el eje la narrativa del neoliberalismo aborigen de restarle valor y casi regalarlo porque lo de hoy son las energías limpias.
Hay narrativas bien intencionadas que sirven a intereses espurios. Es un razonamiento cretino. Desde luego para allá es donde hay que transitar, pero no a costa de tirar la riqueza que se tiene y que de ella se beneficien corporaciones internacionales empleadoras de ex presidentes mexicanos.