sábado, mayo 18, 2024
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El segundo esfuerzo


Dinero Tropical
Por José Hernández Herrera

Los veracruzanos somos gente trabajadora; así nos reconocen personas serias de otros lugares de la república. También en general, se reconoce al mexicano en el extranjero por esa ética laboral. ¿Acaso hay una mejor prueba que emigrar a Estados Unidos arriesgando la vida en busca de un trabajo honesto para ganar dinero y enviar remesas a nuestros familiares en México?

En cuanto a nuestro esfuerzo, otro ejemplo es el trabajo en la construcción. Dentro de nuestra economía interna, la gente de Veracruz y otros estados del sureste no le huye al trabajo. Esto es bueno, primero, para la persona que tiene esa mentalidad de esfuerzo porque será la primera en cosechar beneficios. Y segundo, ese tipo de mentalidad muchas veces es educativa; no hay mejor regalo para un hijo o hija que aprender a esforzarse por alcanzar sus metas.

Pero analicemos un poco el propósito detrás del trabajo. En general, las respuestas se pueden dividir en dos grandes apartados. Algunos dicen que hacen lo que hacen porque les apasiona su trabajo. Otros, más sinceros o racionales, admiten que, aunque les guste su trabajo, van a trabajar para ganar dinero. Como dice el dicho, todos, incluyéndome a mí, vamos al trabajo en primer lugar “a perseguir la chuleta”. Se puede amar un trabajo, pero si le quitas el factor económico, tarde o temprano dejarás de verlo con tanto amor como al principio.

Recientemente, con motivo del Día del Niño, presencié en una escuela un espectáculo sencillo y divertido de un circo. En una parte del show, con una temperatura de aproximadamente 40 grados, un señor realizaba trucos de malabares con fuego y escupía fuego por la boca. Eso, queridos amigos, es el esfuerzo típico de un veracruzano.

Es importante tener claro el objetivo del trabajo, ya que en general le dedicamos un tercio de nuestra vida adulta a esta actividad. De las 24 horas que tiene el día, 8 se dedican a dormir, 8 al trabajo y 8 al tiempo libre. Por supuesto, sabemos que si la balanza se inclina hacia un lado, será el lado del trabajo.

Por lo tanto, si reflexionamos sobre lo anterior, podemos concluir que, más allá de nuestros gustos u odios por el trabajo que realizamos, el trabajo tiene un fin económico. ¿No sería sensato entonces dedicar un espacio de nuestro tiempo libre a administrar esos recursos que a veces nos cuesta tanto obtener?

Si dedicamos media hora cada día para saber cuánto ganamos, qué deudas tenemos, en qué gastamos, cómo podemos ganar un poco más, qué gastos debemos prever para este mes y cómo gastar menos para ahorrar un poco más, ese esfuerzo en nuestro trabajo puede fructificar aún más para nuestro propio beneficio y el de nuestros seres queridos. Pero se necesita ver esa media hora como parte de nuestro trabajo, así como comes y luego te cepillas los dientes. Es algo que va unido.

En pocas palabras, si ya le dedicamos diariamente 8, 9, 10 o 11 horas a nuestro trabajo para ganar dinero, ¿no sería inteligente dedicarle 30 minutos diarios para aprender a usar ese dinero de la mejor manera posible? Eso se logra con educación financiera. Esos 30 minutos serían nuestro segundo esfuerzo.