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Xantolo o mijkailhuitl en la Huasteca: entre la alegría y la preocupación.

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Por David Martínez Sánchez, Corresponsal Comunitario

El xantolo o el mijkailhuitl (la fiesta de muertos en náhuatl), una fiesta doméstica en las comunidades de la sierra y la Huasteca, ha generado preocupación, pues varios insumos que se utilizan y que se producen en las parcelas se perdió a causa de la sequía. Ahora al tener que comprarlos representa un gasto mayor para las familias.

La sequía este año se extendió más de lo habitual, que obligó a los campesinos a resembrar la milpa, aún así con los esfuerzos varias milpas se perdieron, lo anterior va tener repercusiones, pues productos locales que son importantes para la fiesta se venderán caro en los tianguis de la región: el cempasuchitl, el ajonjolí y el frijol de chivo entre otros productos.

El Xantolo llega a regir las labores en la milpa, “se dice, por lo tanto, que la fiesta empieza meses antes”. El 24 de junio, día de San Juan, se siembra en una orrilla de la milpa, junto al maíz, el cempasuchitl, que para finales de octubre pintan de amarrillo los campos. También en este mes se siembra el ajonjolí y el frijol de chivo (un frijol de enredadera) ingredientes insustituibles de un platillo típico de la fiesta en la Huasteca: el pascal.

La fiesta del Xantolo es parte medular en el tejido comunitario, que marca un momento importante en la dinámica de las comunidades. Conforme se acerca “la fiesta grande”, la gente se va preparando. Se cuida la flor de cempasuchitl en la milpa. Se cosecha el ajonjolí y el frijol de chivo. Se limpian los papatlares (la hoja que se utiliza para los tamales). Se hacen planes de lo que se comprará, se calculan los gastos que se harán. Algunos insumos se compran meses antes.

La flor se cempasuchitl que la mayoría de las familias siembra (si no es que todas familias) para uso personal y otros para venderla; en esta ocasión representará un gasto más. Algunas familias optarán por no usar esta flor para el adorno de sus altares, aún siendo el símbolo de esta fiesta.

La primera fecha que apertura el “mijkailhuitl” es San Lucas, el 18 de octubre, por primera vez la gente hace tamales, adorna su altar austeramente y pone ofrenda. Sin embargo, todavía no con la algarabía de los días 1 y 2 de noviembre. Se cree que en esta fecha llegan las ánimas que murieron siendo infantes todavía.

El domingo, ocho días antes del Xantolo, conocido como “domingo grande” en los tiangüis se la región, se atesta de productos para la fiesta; se venden canastos de carrillo hechas en comunidades del estado de Hidalgo; el olor penetrante a copal en la plaza; las cazuelas y jarros de barro traidas desde Puebla; las tazas y los platos multicolores alegran la vista; las velas y los cirios de parafina hechas artesanalmente en las comunidades; los morrales de zapupe, los petates y sombreros de palma elaboradas en comunidades de Tantoyuca; los saumerios, los candeleros e infinidad de cosas de barro de Chililico, Huejutla; el cacao para chocolate en todos los puestos, junto con la canela, su complemento.

Todas las familias renuevan muchas cosas de la casa, se compra mantel nuevo para la mesa principal y para el altar; se compran platos y tazas nuevas; el saumerio, los canastos, el morral, todo nuevo. Se entiende que el no realizar la fiesta es una falta muy grave. Se cuentan historias de personas que por no creer y no hacer la fiesta escucharon voces de las ánimas y después de dormir jamás despertaron, las ánimas se los llevaron, dicen:

La gente mayor cuenta la siguiente historia: “Hubo un hombre que no queria festejar el Xantolo. Estaba enojado, y en el mero día de la fiesta, decidió ir a trabajar. Su esposa lo previno pero no escuchó.

Estando en el campo escuchó voces que venían del monte. Él sabía que cerca de ahí no había nadie más trabajando, pues era día de fiesta. Se asustó y regresó corriendo a su casa, supo de inmediato quienes eran esas voces.

Llegó a su casa e inmediatamente mató un puerco para los tamales, se apuró para hacer el arco y el altar y todo quedó listo.

Le dijo a su esposa que se sentía muy cansado y que se acostaría a dormir un rato. Se fue a dormir y jamás despertó. Dicen que las ánimas se lo llevaron por renegar de la fiesta.”

La fiesta del Xantolo es muy importante para las comunidades de la Huasteca, tiene un significado y un sentimiento profundo en la gente. Por norma general los días 30 y 31 de octubre, así como el 1 y 2 de noviembre se suspenden todas las actividades que no estén relacionadas con esta fiesta. Todas las actividades se transforman en un ritual, hay un día específico para comprar o juntar los insumos, para adornar el altar, para elaborar los tamales y para ofrendar.

“El día de la venta de flor o xochinamakilistli (en náhuatl)”, el 30 de octubre, en las plazas de las cabeceras municipales de la Huasteca, el amarrillo de la flor de cempasuchitl (la que cultivan los campesinos) pintan las aceras de las calles principales, su penetrante olor se respira en cada rincón mezclado con el olor de las limas, las naranjas y las mandarinas. La plaza que otrora se vendían otros productos es inundada de flores, frutas, “papatlas” y hojas de maíz para tamales.

A cuestas, sobre ayates o en canastos rollos y rollos de flor, llegan a las plazas de las cabeceras municipales desde la madrugada (la gente no duerme en estos días). En “rollitos” de 10 o 20 pesos se vende la flor, el dinero que se junta de la venta se destinará para comprar lo que falta, los platos, las tazas, el cacao, etc.

Este año será diferente, la flor no germinó y se perdió en la milpa, en muy pocos lugares se salvaron los sembradios. Habrá más flor de cempasuchitl que se cultiva fuera de la región en campos de riego o en invernadero. A la gente no le gusta esta flor, dicen, que se marchita rápido y no tiene olor. Además la semilla de esta flor no se puede guardar para sembrar al año siguiente.

“El día de la venta de flor”, también, es el día para adornar el arco y el altar, conocido como “tlachichijhualistli” (en náhuatl). Las familias se juntan para colaborar en adornar el arco y el altar. El abuelo o el papá empieza a armar el arco mientras los hijos, los nietos y la esposa, y otros familiares que se acercan a ayudar, arman rollitos de flores que posteriormente adornarán el arco. Cómo parte de este ritual, se recuerdan anécdotas de familia, en momentos hay risas y lágrimas. Al concluir con la elaboración del arco y el altar los jóvenes y niños truenan cohetes.

En este día, el “tlachichijhualistli” los jóvenes, los niños y personas adultas acostumbran ir de casa en casa ayudando a elaborar el arco, las familias les agradecen invitándoles café o chocolate, o regalándoles cohetes. Toda la tarde hasta muy entrada la noche todos los esfuerzos se destinan a adornar el arco y el altar para dejarlo listo para la ofrenda del día siguiente.

El arco tiene un significado importante para las comunidades de la región, es un símbolo de bienvenida y fiesta. Es por donde pasan los invitados de honor en cualquier fiesta importante en las comunidades y en esta ocasión los invitados son las ánimas de los familiares muertos.

Antes de elaborar los tamales, en la Huasteca se hace un platillo que se le conoce como pascal. Está hecho a base de ajonjolí, chile seco y frijol de chivo, dependiendo del lugar algunos lo acompañan con carne de pollo, huevo hervido o queso. Es un platillo que se comparte en familia para posteriormente realizar los tradicionales tamales.

El día 30 de octubre se realizan los primero tamales y el 31 nuevamente, es la que se destinará a la primera ofrenda. En todas las casas de los pueblos de la región se ven mujeres ajetreadas en la labor de hacer los tamales. Se pueden ver, afuera de las casas, fogones chisporroteando y sobre ellas recipientes repletos de tamales cocinándose. Se cuecen toda la noche para que al día siguiente estén listas para la ofrenda.

En estos días en las casas se escuchan los sones “xantoleros”. Son sones alegres que se tocan con violín, jarana y huapangüera. En algunas comunidades, principalmente las hidalguenses, se acostumbra a salir a bailar disfrazado al compás de los sones “xantoleros”. A los disfrazados se les conoce en náhuatl como “colimej” son los que alegran a los vivos y a los muertos.

La primera ofrenda es el 1 de noviembre, a las 12 del día, es la primera ofrenda para los que fallecieron siendo menores de edad. Se encienden velas en el altar, se prende el copal y con palabras de bienvenida se ofrece la primera ofrenda para ellos.

Al día siguiente, 2 de noviembre, se esperan las almas de los adultos, nuevamente a las 12 se realiza el mismo ritual. Algunas familias acostumbran poner la mesa principal enfrente del altar, ahí la familia se sienta a compartir el chocolate, los tamales y el pan, en compañía, se cree, de sus difuntos.

Los días 1 y 2 de noviembre en el apogeo de la fiesta las familias permanecen en sus hogares a la espera de las visitas. O en caso contrario visitan a sus familiares. En estas visitas se lleva la ofrenda correspondiente: un canasto o dos repleto de tamales, fruta y pan. Un morral con bebida: aguardiente, cerveza y refrescos. La ofrenda se coloca enfrente del altar y a la visita se le comparte comida y bebida.

Comúnmente en estos días, que está próxima la fiesta, en el ambiente y en los hogares se respira alegría. En esta ocasión hay sentimientos encontrados. El fantasma de la preocupación se impone. En las conversaciones está presente la angustia de como se le hará con la flor de cempasuchitl ¿cuánto costará este año? ¿Alcanzará para comprarlo? ¿Nos resignamos a utilizar poco para adornar los altares?

Sin embargo, a pesar de esta dificultad, que impactará en la economía de las familias, la gente dice que la fiesta no se dejará de realizar en la Huasteca “aunque sea poquito pero se hará”.

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