viernes, abril 26, 2024
Anúnciate aquíGoogle search engine

Ética

Anúnciate aquíGoogle search engine

El martes pasado este espacio editorial comentó sobre la polémica desatada por las declaraciones del Presidente a consecuencia del reportaje de Raúl Olmos en la plataforma de Mexicanos Contra la Corrupción. El Presidente aludió a los ingresos de algunos connotados periodistas decididamente abocados a socavar las intenciones del gobierno. Se entienden las razones de la crítica, es mucho el dinero que los beneficiarios del neoliberalismo han perdido y perderán en la era post neoliberal. En México claramente, pero la tendencia se expande por el continente. Ya se ha hablado de eso.

Durante la llamada transición democrática pactada –PAN y PRI abocados a mantener a raya el movimiento antineoliberal y la restauración del Estado de bienestar–, la corrupción llegó a niveles de obscenidad y la prueba de ello fue la Casa Blanca de las Lomas. Un reportaje devastador echó por tierra las fantasías de Angélica Rivera, en ese momento esposa del presidente. Mexicanos Contra la Corrupción es una organización dedicada a reaccionar en contra de la cuarta transformación que, como consecuencia de la incapacidad de la oposición para articular una plataforma alternativa atractiva para la mayoría del electorado, se ha dedicado a socavar con información manipulada tanto al gobierno como al entorno del Presidente. Tal es el caso de la llamada Casa Gris, rentada por la esposa del hijo mayor del Presidente y también la casa nueva adquirida por ella. El reportaje de Olmos fue replicado también en Latinus, espacio de Loret de Mola para su extensa experiencia en montajes.

Ni hay punto de comparación, pero el libelo fue replicado en la plataforma de Aristegui, poderoso espacio en medios convencionales. Para muchos eso fue un error, es posible, pero es improbable porque faltaban muchos aspectos del reportaje por verificar. Entre ellos los procedimientos habituales en mercado de bienes raíces tanto para renta como venta de bienes inmuebles.

Como consecuencia, el Presidente reacciona acusando nominalmente a los principales periodistas involucrados, Loret y Aristegui. Hay diferencias oceánicas entre uno y otro, pero en este caso ambos se alinearon en la misma intención. ¿Se vale? Desde luego. Pero es necesario también asumir el derecho del aludido a replicar y contradecir la información. La discusión se da en las cúpulas de los opinadores y observadores, no es la discusión pública de los gobernados y que refleja sus preocupaciones. Esa se ventila hoy en las redes sociales. Si alguien quiere saber por dónde va el sentido de las preocupaciones públicas, las de los gobernados de pie, no la busca en los medios formales tradicionales sino en las plataformas sociales. Y ésa no va por donde transitan los medios tradicionales, aunque desde luego hay correspondencias, pero éstas son de dimensión distinta. En una se reflejan los intereses de los personajes con voz y cierto nivel de representatividad colectiva, en la otra se reflejan las preocupaciones y preferencias de los ciudadanos. En ésa el balance de las preferencias es abrumador a favor del gobierno.

¿Qué es lo destacable? Que vivimos ya en la era post neoliberal, por continente se replican gobiernos antineoliberales y procesos político sociales como el chileno. En plena pandemia que marca el punto de inflexión del fracaso neoliberal. Igual que pasó en 1929-1933. Solo que sin crack de las Bolsas de Valores. Pero sí con emergencia sanitaria. Los efectos son casi los mismos aunque faltan cosas por ver. En cualquier caso es ahí donde está la verdadera discusión, en la mejor manera de desmontar las lógicas neoliberales. Y ahí entra la variable ética. ¿Es este gobierno equiparable a la cáfila de sátrapas a partir de Carlos Salinas?

¿Es “nota” la llamada Casa Gris? Lo sería si fuera cierta, pero también es una manipulación que desmontó rotunda la nuera del Presidente. Luego, no es nota. Aristegui se precipitó y cometió un error. Sería conveniente que lo reconociera. Ahora, ¿el país está polarizado? Sí, desde luego. ¿Eso es malo? No necesariamente. Al contrario, es lo deseable porque vivimos una revolución sin disparar una sola bala. Los colegas que se duelen de que los vulneren por exhibir sus ingresos en un país donde es claro que ser periodista conlleva algunos peligros letales distorsiona la información. No son los periodistas de élite, con plataformas en medios electrónicos y redes las víctimas de la violencia contra el periodismo. Piedad. Son los reporteros locales, los de los medios regionales e intermunicipales los que son sujetos de la violencia contra su oficio por parte de los poderes fácticos locales, en un país balcanizado por el reparto territorial de organizaciones criminales. Agua y aceite. Habrá que aceptar entonces que se cometió un error. No hay de más.

Éticamente también habría que preguntarse si un gobierno que decididamente restaura el equilibrio o, mejor dicho, compensa los desequilibrios de 40 años de saqueo merece una ofensiva así.

viernes, abril 26, 2024
Artículos Relacionados
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

Lo más reciente

Publicidadspot_imgspot_imgspot_imgspot_img
Publicidadspot_imgspot_imgspot_imgspot_img