miércoles, mayo 1, 2024
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Falanges: Tercera Modernidad y lo transhumano

Luis Adalberto Maury Cruz
lmaury_cruz@hotmail.com

La realidad humana es binaria, tiene un pie en el mundo natural y otro en el cultural, entendiendo por cultura todo lo que el hombre realiza en cuanto tal; en efecto se monta sobre su condición fisiológica y natural, desplegando a la cultura que es una realidad artificial. Pero ¿qué es el ser humano?, y ¿qué es el ser humano en la actualidad?

A primera vista los artefactos, objetos y sustancias están fuera del cuerpo, pero los ritos mágicos, religiosos, sociales, jurídicos (asumidos como patrones institucionalizados) muestran incrustaciones en la psique como en el cuerpo, que permiten transformar la realidad personal y el entorno, es la bases de la condición artificial del ser humano, no radica en lo “material” sino en sus creencias, que impulsa el transformarse a sí mismo, modificar sus relaciones con sus congéneres y con su medio natural en una realidad cultural y de esta en otra; todo ello es artificial, manifestándose con rasgos personales, sociales, geográficos e históricos.

El humano es un ser artificial que es y construye cultura, es gracias a tener dos evoluciones que lo constituyen en un ser en constante movimiento, es hijo de la tierra y de la inventiva.

La primera evolución es natural (biológica) que le permitió adaptarse al medio y sobrevivir en él como lo han hecho todas las especies existentes, es un mecanismo natural que permite desarrollar patrones de conducta que se transfieren a nuevas generaciones para garantizar su existencia y de su especie, en efecto esta adaptación muestra a la especie y al individuo como flexible so pena de caer en su extensión.

La segunda evolución es la tecnológica, transforma la estructura física y mental del humano, así como su entorno; lo muestra como un animal artificial. La tecnología es el desarrollo y aplicación del saber instrumental y operativo, presenta ciertas creencias, recurre a objetos, sustancias y artilugios para la transformación de la existencia del individuo y permite el despliegue de la cultura.

Sin embargo, sin herramientas y sin técnicas sofisticadas poco nos diferenciamos de resto de los primates que también usan herramientas. Desde la edad de piedra con rudimentos pulidos hasta los artefactos más sofisticados de la actualidad, la tecnología se ha constituido como un pilar de la humanidad y de su devenir. La herramienta humana tiene logos de allí que se sea un animal tecnológico, no sólo un homo sapiens sapiens.

El humano es un animal tecnológico no sólo porque usa herramientas, técnicas y sistemas sino porque se los incrusta a sí mismo, modificando su condición biológica y mental. Esto no es nuevo, la condición artificial del humano se remonta hasta los tiempos prehistóricos cuando se modificó a sí mismo y a su medio, como lo atestigua las pintoras rupestres, sus herramientas, armas y la domesticación del fuego, con esto se proveyó de carne cocida, obtuvo proteína y fortaleció su cerebro y generó más masa muscular, también creo la casa, que no es una simple guarida o madriguera, sino un espacio íntimo, familiar (no necesariamente individual) y simbólico.

Esta condición artificial se desprende de la evolución tecnológica que es mucho más que artefactos externos, en cierto sentido y aspecto se incrustan en la psique, en el cuerpo y en el entorno como lo muestran las pinturas rupestres o los tatuajes, la ingesta de carne cocida y los brebajes de poder (como diría don Juan Matus en voz de Carlos Castaneda) modificando la propia existencia humana y creando un mundo simbólico.

No hay que asumir que la evolución tecnología es inocua o qué no genera estragos y catástrofes, por el contrario los supone. A la par de la cultura y de la civilización hay desastres, contaminación y barbaries, sí, barbarie producida por la razón como apunta Vico en el siglo XVIII.

La evolución tecnológica es una carrera de la innovación y es un medio para expandir el poder, que tiene efectos secundarios adversos como los genocidios y la contaminación. Es sobrenatural, pues se establece sobre el entorno natural que modifica, pero también cambia a la cultura para formar otra; está presente desde la antigüedad, por ejemplo, se ingerían sustancias para tener mayor potencia física en las olimpiadas griegas o para lograr estados de expansión de la conciencia en los rituales religiosos antiguos, amen del desarrollo militar y civil que toda potencia siempre presenta y es ariete de dominación.

La tecnología genera una cierta escisión con el mundo natural, creado una corteza que es la cultural. Esta corteza es una transformación que va más allá de lo simbólico, se materializa y se enraíza en la vida diaria, hoy toca hasta el ADN y repercute en todos los aspectos ecológicos donde el ser humano tiene presencia dejando una huella, no siempre saludable para el entorno y para la propia especie, como lo atestigua la urbanización y la contaminación ambiental. Todo este desarrollo tecnológico parte del reconocimiento de aquello que se pretende modificar o usar, pero no contraviene las regularidades naturales sino que las supone.

El problema de esta escisión es omitir y no reconocer la condición natural que nos sustenta, esto surge por suponer que el mundo natural es nuestra posesión, de suyo es un error producto del ego; esto es posesión enfermiza e irresponsable que a su vez es origen, (al menos en parte) de los desastres ecológicos heredados por los procesos de industrialización. En realidad nosotros somos parte del mundo. De esta forma, la tecnología es una cabeza de Jano, es tanto funesta como benéfica, pues perjudica como beneficia.

No en pocas ocasiones la supremacia tecnológica marca el fin y el inicio de civilizaciones, culturas, imperios y épocas. Hoy la hegemonía tecnológica (civil y militar) de Oriente marca el fin del imperio y la época de 500 años de dominación de Occidente.

Con la Segunda Modernidad (1945-2020) y ahora con la Tercera Modernidad (2020- ) con el desplegué de las disciplinas telemáticas (ciencia de datos, robótica, inteligencia artificial, nanotecnología, internet de las cosas, entre otros) y de las disciplinas genéticas y genómicas, se asiste a una redimensión de la condición humana, ya no sólo es artificial como se señala arriba, hoy es transhumana.

El transhumano es el individuo que recurre a saberes instrumentales para mejorar sus habilidades y capacidades tanto físicas como mentales, se reconstruye y sus efectos son acumulativos para las próximas generaciones. Esto se presenta desde antaño, pero hoy las prótesis, los fármacos, las drogas, las vacunas y las cirugías tienen la función de resarcir daños, fines estéticos, prolongar la vida y potencializar las capacidades físicas y/o mentales como no se había logrado, ni soñado en siglos previos. Empero, esta noción es una acepción que supone a la voluntad, a las condiciones físicas y económica, a las que la mayoría no tiene acceso.

Este mundo transhumano fusiona lo humano con la máquina, pero también lo humano con lo negativo del desarrollo tecnológico que viene desde la primera revolución industrial (en el siglo XVIII) y de forma masiva e intencional se puede ver con claridad en la Alemania NAZI que empleó metanfetaminas en sus tropas para hacerlas más poderosas y efectivas. Hoy hay comandos con personal con chips instados en su cuerpo, alimentados con productos energetizantes, con armaduras, exoesqueletos y con armas de última generación.

Lo transhumano en sus formas más icónicas, catastróficas y románticas remiten a las figuras del cine como: Robocoop, Terminator, el hombrebionico, y de la literatura, la filosofía y la religión como: Frankenstein, el autómata, Moloch; empero, la realidad superó la ficción. El hombre máquina del que hoy hablamos no es como un motor de combustión interna o uno eléctrico, sino la fusión del ser humano con un sistema inteligente y/o modificación genética que se integra en su ser y le permite interactuar con su entorno físico y (digamos) sobreevolucionando sus capacidades físicas y mentales dandole más poder, transformado a la especie.

Esta tendencia a generado un proceso y un movimiento cultural, intelectual, tecnológico y científico que afirma el deber de mejorar las capacidades humanas, la eliminación de aspectos no deseados como: el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento y toca hasta la condición mortal, cada día es más notoria, esto es ansía de poder. Sin embargo, esta es la cara afable de este Jano tecnológico y hasta romántica; pero hay un rostro nefasto y tétrico.

Hay tres acepciones de transhumano:
1) El humano al implantarse los productos tecnológicos de la nanotecnología, de la telemática y de la genética, (por ejemplo al emplear vacunas, medicamentos, sustancias para ser más inteligente, usar prótesis de última generación, sustituir tejido, órganos, estructuras óseas o consumir productos industriales) transforma su propia carne modificando su condición natural y cultural, así como la vieja concepción de lo artificial como algo externo, para asumir ese producto como algo implantado en sí mismo, no como muleta sino agregado existencial a su condición vital, lo constituye en un transhumano por voluntad propia.
Sin embargo, esto tiene un costo que no todos puede pagar y tiene efectos secundarios. Así es obvio que habrá, ya la hay, una división entre las personas: unas que podrán pagar o acceder a privilegios más sofisticados de este mundo transhumanos y los que no. Hay perdidas y efectos nocivos que se socializan y las mayores ganancias se privatizan, los beneficios más significativos serán para pocos.
2) El transhumano por imposición, se da cuando no hay voluntad de por medio, sino la decisión de terceros como en la inseminación artificial, (existe todo una industria de la reproducción humana para el diseño de humanos a modo) por vacunaciones sin consentimiento (hay todo un movimiento anti vacunas en Europa y una lucha contra la Alianza Global para las Vacunas y la Inmunización GAVI).
3) Los efectos secundarios del desarrollo industrial transforman las condiciones fisiológicas y psicológicas de las persona. Por ejemplo, los productos industriales, los dispositivos telemáticos, los alimentos transgénicos o con hormonas, que son sustancias y radiaciones tóxicas que demeritan la calidad de vida y de la salud humana y del entorno.
No es extraño el aumento de enfermedades como: cáncer (en la región de las Américas en 2020, causó 1,4 millones de muertes, se estimó en 4 millones en 2020 y se proyecta que aumentará hasta los 6 millones en 2040 de acuerdo a la OMS), diabetes (hay 62 millones de personas en las Américas viven con diabetes mellitus tipo 2 el número se ha triplicado en la región desde 1980, se estima que habrá 109 millones para el 2040, de acuerdo a la OMS), aunado a la epidemia de obesidad, así como a la baja del conteo de espermatozoides que llega 62% menos (de acuerdo al metaanálisis publicado el 15 de noviembre de 2022 en la revista Human Reproduction Update); por mencionar algunos datos. De esto es previsible una baja en la natalidad, una disminución en la calidad de vida. Esta es la cara funesta del Jano tecnológico. (No hay que omitir que en la actualidad se están presentando enfermedades nuevas como el Covid-19 y reapareciendo otras consideradas extintas, como la poliomielitis).

En efecto, hay transhumanos que son una síntesis producto de la combinación de los tres tipos, por ejemplo el vacunado de niño y que de adulto se realiza implantes para potencializar o recuperar sus capacidades; o la persona que sufre los efectos adversos de tóxicos, que se somete a procedimientos de última generación para su curación. Sin embargo, esta triple taxonomía es analítica y remite a modelos genéricos, en la realidad todo es híbrido.

Estamos frente a una nueva generación de seres humanos, con implicaciones en todas las dimensiones, hoy todo el edificio cultural es más artificial que antaño, se modifica con la ciencia, la tecnología; los avances del saber y su aplicación no contravienen el orden natural sino que lo supone. Si no es así son imposturas, absurdos, aberraciones y quimeras. Se puede curar y prolongar la vida siempre y cuando no se violen las regularidades del cuerpo y de la mente, todo está sujeto al orden cósmico, contravenirlo sólo trae el infierno al mundo y a la propia existencia.

No se trata de caer en un cientismo o peor aún suponer que todo se resume a la ciencia occidental cuando se trata del mundo transhumano, sino de tomar conciencia de las implicaciones del desarrollo tecnológico y de las transformaciones por las que esta atravesando la especie y el individuo.

El verdadero poder del saber se demuestra en la práctica con evidencia observable y objetiva, está en función de sus resultados pero todo resultado engendra un pago. Por ello el ver a la evolución tecnológica como una cabeza de Jano permite comprender que nada es inocuo, que hay un coste de oportunidad; así los efectos, y las ganancias del desarrollo tecnológico son contradictorios y complementarios, los cuales corresponde a intereses específicos.

El mundo transhumano desde la Segunda Modernidad hasta esta Tercera a transformado todo la condición natural y cultural; así como la propia existencia humana que siglos atrás no se tenia, conformando un mundo en donde hoy los retos no sólo son naturales y tecnológicos, sino que también remiten al resarcimientos de los aspectos tóxicos y nocivos que la evolución tecnológica ha creado y sigue desarrollando.

El mundo transhumano no niega las apreciaciones subjetivas y autopercepciones que sólo son validas en el propio coleto, siempre y cuando no transgreda a terceros, de lo contrario son una suerte de disforia, esquizofrenia, psicopatía o sociopatía, lo cual no en pocas ocasiones es colectiva.

El gran reto no se trata de vivir más sino mejor y en condiciones dignas; se trata de expandir la mente (en lo intelectual y en lo emocional) y la percepción; de ser un responsable y solidario, no sólo de no enfermarse y no sufrir.
En fin, ¿usted qué piensa?…