México rehúsa sumarse a los países occidentales agrupados en la OTAN para sancionar a Rusia por intervenir militarmente en Ucrania, país que desde hace casi tres años es gobernado por un comediante que se hizo popular por interpretar a un profesor de escuela que llega a la presidencia de su país. El partido político que postuló al presidente Zelensky lleva el mismo nombre que el partido del personaje de la serie de televisión. Ello bastaría para ser cautos respecto a la naturaleza de su ascenso al poder. Personaje popular dedicado a producir televisión que de pronto asume el poder con base en una telenovela, plataforma mediática creada e interpretada por él mismo.
La popularidad no pareciera ser suficiente para explicar el triunfo rotundo de un personaje que en tiempo récord pasa de producir programas de televisión exitosos a convertir a estos en un instrumento efectivo de ascenso al poder. Más que posible, es altamente probable que hubiera mano negra de los países agrupados en la OTAN para llevar a un personaje relativamente joven y completamente analfabeto en materia de operación política y administración pública. Esto, para colocar una espina en un costado de más de 6 mil kilómetros de largo y que, como cojín amortiguador, lo separa del territorio hostil que es Europa occidental desde que terminó la Segunda Guerra Mundial. La narrativa de los hechos en los medios occidentales está completamente polarizada a favor de Estados Unidos y el gobierno de Ucrania; en varios países se han prohibido las transmisiones de las agencias informativas rusas. Especialmente Russia Today.
Lo que está en juego es mucho más que intereses económicos y competencias entre potencias nucleares, aunque salte a la vista el peligro para el planeta si Ucrania eventualmente llegara a europeizarse e incorporarse a la OTAN.
Lo que está en juego es el perfil de sociedad y Estado para el futuro: una sociedad gobernada por la depredadora racionalidad neoliberal que convierte todo en desechable, hasta a las personas. O un Estado pensado y acordado para el servicio de todos, dueños del capital y trabajadores, por decirlo de algún modo.