sábado, mayo 4, 2024
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López Obrador y Black Rock // Sánchez Galán, trago amargo // Crece participación de la CFE

México SA

Carlos Fernández-Vega


Periódico La Jornada

Ignacio Sánchez Galán, el polémico presidente de Iberdrola. Foto Europa Press

Toman sentido los reiterados cuan “cordiales” encuentros entre el presidente López Obrador y Larry Fink, cabeza visible del fondo buitre BlackRock (maneja recursos por alrededor de 16 billones de dólares en inversiones “globales”, entre ellas una cárcel privada en México), y el más reciente, que no el último, se dio el pasado 23 de marzo, es decir, 12 días antes de que el mandatario anunciara que el gobierno federal adquirió 13 plantas de generación eléctrica en una operación valuada en cerca de 6 mil millones de dólares.

¿Y qué tiene que ver Fink en todo esto? Casi nada, porque el fondo buitre es la voz cantante, pues es propietario de una gruesa rebanada accionaria de la trasnacional española que vendió esas 13 plantas de generación eléctrica, es decir, la impresentable Iberdrola, cuya cabeza visible es el gánster Sánchez Galán, ladrón y depredador contra el que, desde el inicio de su administración, el mandatario enfiló baterías.

Así, la negociación de compraventa no se dio entre López Obrador y Sánchez Galán, sino ente el mandatario y Larry Fink, y el resultado fue un plato amarguísimo que debió tragar el depredador gachupín, odiador profesional de México, país al que aborrece, pero del que ha obtenido pingües beneficios, con la “contribución” de nefastos personajes como Borolas y otros integrantes de su pandilla, como Georgina Kessel, secretaría de Energía de Calderón.

Desde luego que el armado del jugosísimo negocio eléctrico para los privados –siempre en detrimento de la Comisión Federal de Electricidad– fue decisión no sólo de Calderón (aunque este fue uno de los más activos, especialmente para beneficiar a los consorcios españoles), sino que el banderazo de salida lo aportó Carlos Salinas de Gortari; Zedillo siguió ese camino, al igual que Fox, Borolas y Peña Nieto, que en los hechos se desempeñaron como simples gerentes de la oligarquía autóctona y foránea, con los herederos de Franco en primer lugar y en todos los ámbitos.

Como bien los dijo ayer el presidente López Obrador, la herencia recibida por su administración fue “un desastre de los tecnócratas corruptos con su política energética. Agotaron yacimientos petroleros, privatizaron parte de la industria petrolera con la mentira de que iba a llegar a raudales la inversión extranjera, que iban a bajar los precios de los combustibles; nada de eso sucedió, engañaron al pueblo. Y para aprobar esa reforma energética está demostrado que entregaron sobornos a legisladores que ahora están en la oposición, del bloque conservador. Es increíble, pues, lo que sucedió”.

Y los que votaron a favor de esa reforma lo hicieron “con gusto”, acorde a sus principios ideológicos, “pero de todas maneras, piden dinero para votar, o sea, ya en una degeneración, en un grado de inmoralidad extremo. Porque ‘si la reforma constitucional en materia energética va de acuerdo, es la esencia de los principios de mi partido, porque yo estoy en contra de la empresa pública, estoy en contra de la nacionalización del petróleo’, pues ya, ¿no? No, pidieron moche, les dieron dinero, eso es lo que declaró Emilio Lozoya, sí, que les dio a todos”.

Pero bueno, el punto es que esas 13 plantas que compra el gobierno federal representan 80 por ciento del “negocio mexicano” de Iberdrola, trasnacional que conserva el restante 20 por ciento. Así, detalla la Secretaría de Hacienda, 55 por ciento de la generación eléctrica corresponderá al Estado mexicano, aunque en algunas zonas geográficas de la República el avance es mayor: en la región noreste, pasa de 7 a 45 por ciento; en la noroeste, de 52 a 92 por ciento, y en la norte de 20 a 32 por ciento.

Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, la Secretaría de Hacienda detalla que la compra de las 13 plantas de Iberdrola “se realiza a través de un vehículo de inversión nacional con participación mayoritaria del Fondo Nacional de Infraestructura, administrado por Mexico Infrastructure Partners, y financiamiento de la banca”.

Bien, pero ¿quién es el director general de Mexico Infrastructure Partners? Mario Gabriel Budebo, un itamita quien, entre otros cargos en el sector público, fue subsecretario de Hidrocarburos con Felipe Calderón en Los Pinos y coordinador de asesores de Francisco Gil Díaz, en el sexenio de Fox. Una joya tecnócrata. Cuidado con eso.

Las rebanadas del pastel

De los rufianes que “gobernaron” a México durante 40 años, López Obrador dice: “deberían de estar callados, postrados, hincados, orando y pidiendo perdón. Son pecadores, viven en el pecado social”.

Twitter: @cafevega