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¿En manos de quién?

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Se ha dicho en este espacio editorial que estos son tiempos de definiciones entre modelos económicos y de Estado. Tanto la pandemia como la recesión económica mundial derivada de ella son la consecuencia de la racionalidad neoliberal en donde el Estado es un actor subordinado de los intereses económico políticos dominantes. Cosa que ha sucedido a nivel planetario y nacional durante los últimos 40 años.

Hay otro modelo. En éste el Estado es un facilitador para estabilidad y transacciones económicas capitalistas, pero es un actor con la fuerza y autoridad para instrumentar la orientación de las prioridades nacionales e instrumentar las políticas públicas tendientes a corregir –o por lo menos paliar– las distorsiones de mercado. No es un modelo nuevo. Se instauró por primera vez en Estados Unidos en los años 30 del siglo pasado. Estado/Economía de Bienestar, le llaman.

La economía rusa es la economía capitalista más grande del mundo que no está en la lógica neoliberal ni depende del sistema de pagos internacional dominante. No la banca multilateral sino los bancos corporativos mundiales. Su moneda, el rublo, está respaldada en una economía capitalista en expansión y en reservas de oro muy importantes que se han incrementado notablemente en los últimos años. Esto significa que las medidas económicas anti rusas instrumentadas por el gobierno de Biden y sus aliados europeos han afectado en nada a la economía rusa pero sí han introducido una incertidumbre mayúscula en Europa por la dependencia material del petróleo/gas rusos y de sus granos. Esto ha empujado a que varios países europeos marquen su distancia de las decisiones impulsadas por Estados Unidos y de la OTAN. Hungría se ha negado a dejar pasar tropas de la OTAN por su territorio. A nivel mundial otros países marcan también su distancia. La India, nada menos.

El comercio mundial, tal y como lo conocemos, se ha roto. La exclusión de Rusia va claramente en esa dirección y los afectados inmediatos son los propios aliados occidentales. Es una coyuntura delicada porque la aceptación de Ucrania a Europa y su alianza obligará a Rusia a terminar de ocupar Ucrania hasta las fronteras con Europa Central, nada menos que con Alemania y Polonia.

Biden atiza la guerra, manda armas y financiamiento exacerbando la tensión. 

Lo cierto es que el modelo de globalización comercial se quiebra con esta crisis por las decisiones occidentales. Es probable que asistamos a un periodo de desestabilización económica y energética muy importante en territorio europeo. Falta por ver si también militar porque la situación es delicada y muy probablemente termine con los tanques rusos a las puertas de Europa. Por lo pronto el comercio mundial, tal y como lo conocemos, se ha roto. Pero la decisión occidental de congelar las reservas de oro del Banco Central Ruso es irresponsable porque exacerba la tensión. Occidente provocó la intervención militar al invitar a Ucrania a la OTAN, todas las medidas tomadas por occidente a partir de la ocupación militar han elevado la tensión no tanto por la afectación a Rusia como a las economías europeas. La incompetencia del liderazgo occidental es lastimosa.

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