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Urgen conocimientos, leyes y programas educativos para combatir daño ecológico

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Aunque en México existe cerca del 10 por ciento de la diversidad de biomasa planetaria, su paulatina y persistente pérdida, junto a la crisis climática, ocasiona serios problemas de disponibilidad de agua (aún más notable en las grandes zonas urbanas como la capital Xalapa, Veracruz y Coatzacoalcos), lo que representa una situación compleja que, sin embargo, para el doctor en genética, Juan Alba Landa, investigador y académico de la Universidad Veracruzana (UV), es una situación que en términos científicos y de conocimiento “no es tan difícil”.

Afirma que la explosión demográfica de las últimas siete décadas ha impulsado la pérdida de fronteras forestales.

“Esta pérdida, resultado de la demanda de terrenos para la producción de alimentos y viviendas, ha llevado a la extinción de especies y la reducción de la diversidad genética, poniendo en peligro su capacidad de adaptación y supervivencia”.

En entrevista con La Jornada Veracruz, recordó el caso de las poblaciones nativas de cedro de la entidad ,que por la explotación sin control se pusieron en entredicho.

“Hemos trabajado con poblaciones de cedro en Veracruz. Mediante técnicas de procedencia progenie, estamos conservando paquetes genéticos de estas poblaciones en un banco de conservación y recuperando la diversidad perdida en tres generaciones, lo que tomaría alrededor de 27 años”.

No obstante , insistió en la necesidad de propiciar conocimiento, leyes y políticas que respalden estas acciones.

LJV: ¿Cómo es posible abordar esta potencial crisis en Veracruz, considerando su rica biodiversidad?

Dr. Alba Landa: Lamentablemente, en Veracruz no tenemos muchas oportunidades. Durante los últimos años se han hecho esfuerzos, pero se necesita una estrategia que funcione en la práctica. Ya no existen muchas tierras públicas y las tierras de gobierno son limitadas y cambian con cada nueva administración. La clave es dialogar con los propietarios de tierras, plantar árboles y crear mecanismos de responsabilidad y pago para el cuidado de esas áreas.

Una consecuencia relacionada directamente con la sobreexplotación de los recursos naturales es la pérdida de fuentes de agua, lo que para el experto en genética forestal, se relaciona directamente con las cuencas y microcuencas, “pero estas áreas tienen propietarios. Necesitamos crear estrategias para que los propietarios cuiden el agua y el entorno. Si no se les paga una renta adecuada por cuidar esos recursos, no habrá incentivo para la conservación. Además, se necesita una educación integral que vincule a técnicos, políticos y sociales.

Subrayó que a nivel mundial se ha tratado de manejar los bosques como entidades genéticamente inertes, incapaces de heredar sus características. Esta perspectiva no ha sido incorporada de manera efectiva en las políticas gubernamentales y educativas en México, a diferencia de otras partes del mundo. El ritmo acelerado de reproducción de la especie humana también ha exacerbado la crisis, comprometiendo una serie de servicios ecosistémicos fundamentales.

Alba Landa destacó la necesidad de incentivar el conocimiento, promulgar leyes y desarrollar programas educativos que estén a la altura de las demandas de los ecosistemas y las especies del planeta. Reiteró que la pérdida de biodiversidad no sólo tiene consecuencias ambientales, sino también económicas, ya que cada especie desempeña un papel crucial en la dinámica de la vida planetaria y su pérdida impacta en múltiples sectores.

“La protección del medio ambiente y la mitigación de la pérdida de masa forestal requieren un enfoque holístico, que involucre a gobiernos, instituciones educativas, industrias y la sociedad civil, desarrollando estrategias que consideren a los poseedores de tierras como parte fundamental de la solución y que promuevan prácticas sostenibles y rentables a largo plazo. En estas acciones de protección ambiental, el compromiso es de la sociedad y por el lado de los gobiernos a establecer políticas efectivas que impulsen la investigación científica, la educación ambiental y la implementación de prácticas sostenibles. En un momento en que los desafíos ambientales son más apremiantes que nunca, la colaboración y el enfoque multidisciplinario emergen como pilares cruciales para salvar la diversidad biológica y el futuro del planeta”.

LJV: ¿Cómo afecta esta pérdida de diversidad a los ecosistemas y a la sociedad?

Dr. Alba Landa: La pérdida de biodiversidad tiene graves consecuencias. Cada especie desempeña un papel único en el juego ecosistémico. Cuando una especie desaparece, se pierde un punto de interacción en la red compleja de la vida. Esto puede llevar a la disminución de los servicios y bienes que los ecosistemas brindan a la sociedad. En los últimos 70 años, algunos países han comenzado a tratar los bosques como entidades genéticas, reconociendo su importancia evolutiva. Sin embargo, en México, la educación, la política y la economía no han incorporado adecuadamente esta perspectiva.

LJV: Entonces, ¿cómo abordamos este problema desde una perspectiva práctica, o por otro lado, qué tan factible es recuperar lo perdido en términos de biodiversidad?

Dra. Alba Landa: Lamentablemente, en Veracruz enfrentamos obstáculos significativos. Aunque se han hecho esfuerzos en el pasado, los resultados han sido limitados debido a la falta de voluntad política y obstáculos burocráticos. Sin embargo, veo un rayo de esperanza en la reciente firma de un convenio entre la Universidad y El Colegio de Veracruz (Colver). Este puede ser el primer paso hacia un esfuerzo interinstitucional que involucre a gobiernos, industrias y la población civil. Si logramos este enfoque colaborativo, será una práctica que pertenece al pueblo y no a intereses políticos.

LJV: ¿Cuál es la gravedad del problema ambiental en Veracruz?

Dr. Alba Landa: El problema del estado no está aislado. La falta de conocimiento y políticas efectivas para la investigación es un problema compartido por muchas partes del mundo. La crisis hídrica y otros desafíos muestran que algo está mal. Necesitamos transformar el conocimiento en tecnología y en programas de estudio. La educación y la ciencia deben unirse para desarrollar soluciones sostenibles.

LJV: Parece que este es un problema estructural. ¿Cómo podemos conectar el conocimiento con las acciones concretas?

Dr. Alba: Esta falta de conexión no se limita a la educación y la ciencia, sino que afecta a muchos sectores. Necesitamos una política que canalice el conocimiento en soluciones tangibles. Las universidades deben ser motores del cambio, y este cambio debe ser liderado por un enfoque interinstitucional que involucre a todas las partes interesadas, desde el gobierno hasta la sociedad civil.

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