Alto Lucero, Ver.- El rescate del arpa es fuerte en varias regiones de Veracruz como Xalapa, Coatepec y la Cuenca del Papaloapan, por lo cual no se está perdiendo, señalan arpistas que participaron en el 22 Festival Internacional del Arpa de Cerrillos de Díaz, Alto Lucero.
Hasta la madrugada, casi 40 agrupaciones musicales se presentaron este sábado en este evento anual para estrechar los lazos con músicos de distintas parte del país y el mundo en torno al arpa.
El festival del arpa de esta población ubicada en la zona montañosa del centro de Veracruz, a 40 minutos de la ciudad de Xalapa, se considera patrimonio cultural de Veracruz.
Más y de mejor calidad
El músico y académico de la Universidad Veracruzana (UV) Alberto Manuel de la Rosa y Sánchez rechaza que el arpa se esté perdiendo en la música tradicional y, por el contrario, aclara que hay un puntal muy fuerte, a diferencia de años pasados.
Con 55 años como arpista, con “mucha vida y algo de experiencia”, expresa que prueba de ello es este festival que recibe la visita de arpistas de otras latitudes, como de los llanos colombianos, en donde al arpa la “despedazan” al tocarla.
A diferencia de ocasiones anteriores, cuando hubo un nivel más bajo en Cerrillos de Díaz, ahora hay muchos más arpistas “de mejor calidad y mejor nivel”. Agrega que en Xalapa hace años se veía a dos o tres arpistas, y en la actualidad hay 200, sobre todo jóvenes, “con mucho empuje”
El arpa existirá por siempre
Nahúm González Montero, docente en artes y artista xalapeño con diez años como arpista e integrante del grupo Cuicani, expresa que el festival da identidad a los músicos veracruzanos y les hace sentir orgullosos, gracias al arpa que los ha llevado a recorrer el mundo.
Reconoce que la comercialización de la nueva música que se escucha por le mundo afecta, sin embargo “el arpa no deja de ser instrumento versátil que incluso en géneros actuales se puede incluir y suena súper bien”.
Y a las nuevas generaciones envía el siguiente mensaje:
La música, una catarsis
Víctor Hugo Castillo Martínez, músico xalapeño que acudió junto con el grupo Los hijos de la Malinche, celebra el llevar a cabo estos festivales, por el contacto con músicos de otros países, para mantener la raíz de Veracruz y atraer turismo.
Admite también que es necesario rescatar un poco la música tradicional veracruzana, de raíz latinoamericana, la cual se está perdiendo ante ritmos musicales en boga en el mundo. “Se está perdiendo porque es caro el instrumento o porque no hay quien la enseñe y no lo aprenden, pero debería haber escuelas, más que las que existen actualmente”.
–¿Cómo transmitir esta experiencia a las nuevas generaciones?
–Hay que tocar un instrumento, el que sea, no específicamente el arpa, porque la música ayuda como catarsis, para sacar las malas energías del cuerpo, hay que tomarle amor a la música, escucharla y disfrutar y sigan adelante y no lo dejen, sean constantes.
Don Régulo Sánchez, 45 años como fabricante de arpas
Don Régulo Sánchez tiene 45 años como fabricante de arpas y jaranas en Cerrillos de Díaz, las cuales dan la vuelta al mundo. Satisfecho por una vida en la música, expresa que la última de sus arpas ya está en La India, y las otras andan por España, Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Tlacotalpan, Xalapa o Veracruz.
Entrevistado en el marco del 22 Festival Internacional del Arpa de Cerrillos de Díaz, recuerda que se inició como fabricante de estos instrumentos sin que nadie le enseñara y principalmente a petición de su pequeño hijo Adán, que a los cinco años le nació el gusto por la música y un día le pidió un arpa como la de un vecino.
Como no había dinero para comprarla, pues él mismo la fabricó con materiales que trajo del campo, con un machete, un martillo y alambrón:
Don Régulo ya era músico y tenía presentaciones por el país, y a los siete años, Adán ya tocaba varios sones, y se lo llevó a giras como músico por varios puntos del país:
Tras varios años viajando, un día su esposa le dijo:
Y así fue como empezó a fabricar arpas, sin que nadie le enseñara como hacerlo, y quedó tan bien que su primera arpa la vendió en aquellos tiempos en 5 mil pesos, instrumento que ya ubicó donde se encuentra y piensa traerla de vuelta.
Su última arpa, que está en La India, refiere que es tipo celta y cuando lo contrataron para hacerla, fue con la condición de que no se tocara, que el primer toque fuera en aquel país y con la música de allá.
La elaboración de sus arpas tarda de 15 a 25 días, o de un mes 15 días si la piden con grabados, y su costo es de aproximadamente 27 mil pesos, dependiendo de las características.