viernes, mayo 3, 2024
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Pandemia: mediado este año…

Jorge Eduardo Navarrete

La evolución más reciente de la pandemia fuerza a volver la vista al panorama global. Pospongo, por tanto, la serie de textos de análisis comparado del grupo de seis naciones que anuncié en mi nota más reciente (23 de junio).

En la información diaria sobre la pandemia de la Organización Mundial de la Salud y en otras fuentes, en especial los muy útiles resúmenes gráficos, estadísticos y analíticos que The New York Times publica cada dos semanas, un cambio de tendencia fue claramente perceptible desde los primeros días de la segunda mitad del año.

Fue muy frecuente la referencia a la aparición de una “quinta oleada”, que se habría iniciado alrededor de un mes antes, al tiempo que se advirtió que cada país entre los más afectados lleva su propia cuenta de las oleadas resentidas durante los aproximadamente 30 meses por los que se ha extendido la pandemia y en los que se han registrado sus altibajos.

La quinta oleada apareció en un momento inesperado, tras alrededor de cuatro meses de declinación, no ininterrumpida pero sí persistente, desde el máximo histórico de nuevos contagios alcanzado el 26 de enero de 2022 (con 3 millones 369 mil 880) hasta un mínimo 10 veces menor (373 mil 811) estimado el 30 de mayo. En cinco semanas, la quinta ola, que apenas se inicia, casi triplicó este número de nuevos casos diarios, hasta 856 mil 757 que correspondió al 4 de julio.

Vista por regiones, ha afectado más a Europa, Estados Unidos y Canadá y América Latina que a Medio Oriente, Asia-Pacífico y África. En esas cinco semanas, la quinta ola no ha incrementado el total de decesos, que entre el 30 de mayo y el 4 de julio se mantuvo entre un millar y un millar y medio diariamente. Solo en dos (Estados Unidos, con 389, y Brasil, con 214) rebasó el centenar por cada 100 mil residentes en la segunda mitad de junio. En otros cinco (Taiwán, 97.2; Alemania, 78.6; Italia, 62.7; Reino Unido, 68, y Rusia, 50.7) este indicador se estimó entre 50 y 100. Tal es el panorama más reciente de la pandemia.

Aunque quizá sea demasiado pronto para asegurarlo, la aparición de la quinta oleada no parece haber alterado la tendencia a disminuir o desaparecer las acciones preventivas que se adoptaron de manera tan generalizada como respuesta inicial a la pandemia y que se mantuvieron vigentes, en términos generales, hasta la primavera boreal de 2022. Han sido muy frecuentes las referencias, en estos artículos, al progresivo desmantelamiento de esas acciones, decidido y anunciado, al parecer, casi con independencia de la evolución de la pandemia en el territorio de que se trate. Me parece que puede darse por supuesto de que esta tendencia persistirá, independientemente de que la quinta oleada se agrave o se modere.

Una cuestión que reclama atención multilateral prioritaria, por otra parte, es el asunto de la vacunación. La experiencia acumulada parece ser ya suficiente para asegurar que una distribución racional, equitativa de las vacunas solo se logrará mediante la acción concertada de los gobiernos, como asunto prioritario de cooperación internacional.

Hay que reconocer, de entrada, que haber administrado algo más de 12 mil millones de vacunas (1.6 dosis por cada habitante del planeta) ha representado un esfuerzo mayúsculo, aunque solo alrededor de 45 de 180 países y territorios hayan alcanzado el objetivo de inmunizar a 70 por ciento de su población y en alrededor de 90 la tasa de vacunación no alcance aún 10 por ciento.

Las cifras desagregadas son las que cuentan la verdadera historia. Por regiones, la proporción de la población que ha recibido al menos una dosis de vacunación se sitúa entre un mínimo de 24 por ciento en África y un máximo de 80 por ciento en Estados Unidos y Canadá, América Latina y Asia-Pacífico. Para Europa se registra 69 por ciento y para Medio Oriente 57 por ciento. Estas disparidades, como se ha advertido tantas veces, prolongan los periodos en que la pandemia se mantiene activa; favorecen el surgimiento de nuevas variantes del virus, incluso aquellas que pueden ser resistentes a las vacunas en uso, e inclinan de manera desfavorable el balance de riesgo-beneficio asociado al uso de vacunas.

En la segunda parte del año debería buscarse activamente un entendimiento multilateral amplio para acelerar la producción y mejorar radicalmente la distribución y aplicación de vacunas.