jueves, mayo 9, 2024
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La Suprema Corte o la dictadura perfecta de corrupción

José Lima Cobos

El colmo de los colmos se refleja ahora en la otrora Suprema Corte de Justicia, monstruo que acumula recursos económicos de orden criminal –por su derroche opaco– pues en lugar de concentrarse en la Tesorería de la Federación, de acuerdo con la Ley de Contabilidad y Responsabilidad Hacendaria, de manera irresponsable un organismo interno hace y deshace a su antojo, pues dispone sin ninguna futura responsabilidad –son los que velan por el derecho a la impunidad– de bienes que deben estar a la luz pública, que es lo que debe prevalecer en un régimen que se presume democrático y explica cómo se despilfarra, porque de entrada violenta de manera flagrante la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos cuando, por el gran dedo de un presidente, ocupan esos cargos de manera inmerecida, pues solo pasan por el capricho y voluntad de un solo hombre, aunque después venga el arrepentimiento y no exista el valor de enfrentar las consecuencias, mediante la imposición de sanciones que están en la misma Constitución.

Ya se probó que sí puede funcionar la democracia casi pura cuando hay la libertad plena de que los ciudadanos emitan libremente su voto, pues en la pasada contienda electoral, pese a la guerra sucia de los que no quieren que las cosas cambien –porque hicieron lo imposible para hacer parecer que el candidato López Obrador iba a llevar a México a una situación política como la que se vive en otros países de Latinoamérica–, cuando todo es causa y razón de lo que propicia el gobierno de EEUU, que quiere que se haga la voluntad de Dios en sus vecinos, imponiendo aranceles o bloqueos económicos para someter a esos gobiernos y que sirvan de instrumento para acumular los recursos mal habidos que tienen y que provienen del tráfico de drogas o personas, y más que nada de armas , que se invierten en su país, y el caso elocuente, es la existencia de grandes criminales que allá radican bajo su protección, porque sirven de denunciantes de sus enemigos políticos o traficantes, basta con observar lo que ocurre con los inmigrantes que cobijan para explotados y luego los desechan.

Para dar un ejemplo, en el caso específico de México, si se quisiera que la economía nuestra avanzara de mejor manera, nada más con la devolución de los miles de millones de dólares de políticos y empresarios mexicanos que se les incautan, así como los bienes que han sustraído del país, sería suficiente para saldar nuestras deudas y elevar el nivel de vida de los mexicanos, pero no hacen nada, al contrario, alientan y estimulan todo tipo de abusivos negocios para luego exigirnos lo que está en su campo realizar, cuando nada hacen para regular la inmigración que tanto necesitan –así lo hicieron con los africanos que ahora también medran a su antojo y discriminan–, pero en el corto tiempo pagarán ese gran daño –o ya lo están pagando– porque del dominio y su fortaleza de esas personas no podrán detenerlos jamás y su fuerza indomable, llegar a que alcanzaran tanto poder, que no podrán discriminarlos como ahora lo hace.

Sí vemos que la dictadura perfecta de la corrupción que ejerce la Suprema Corte tendrá que acotarse –los signos claros, pues ya se vio en el caso del INE– donde la suerte marcó el destino de ese organismo, que dejó atrás el contubernio de los partidos que , mediante cuotas de la corrupción y complicidad, llenó de zánganos para medrar a su antojo los grandes recursos de la nación y, con el cuento que la democracia es cara, ahora no lo será tanto, si se investiga a fondo las grandes corruptelas de más de 25 mil millones de pesos que dispusieron y se fincan responsabilidades, en un régimen que está ayuno de que eso suceda, y lo mismo que se haga, pero ya, en un Poder Judicial que está podrido y lo vemos en los casos de los ministros, con nombre y apellido, que autorizaron que las cuentas de los traficantes de drogas, armas y personas, como García Luna y su familia, fueron descongelas a resulta de la jurisprudencia de Medina Mora, Pérez Dayan, Franco, Laynes y Esquivel –ésta propuesta por López Obrador– para que si no existe una petición extranjera, la Unidad de Inteligencia Financiera no pueda hacer nada, es decir, autonomía e independencia, para atentar contra los bienes de la nación, lo que constituye, por sí misma, traición a la patria, según el Código Penal Federal, pero los ministros son intocables, salvo con los señalamiento que desde la presidencia se expresa que refleja la impotencia para aplicar la regla de Zedillo –creador del fraude al país con el Fobaproa– que con un plumazo desapareció a 21 ministros para reducirlos a 11, que hoy medran a placer por 15 años.

Pero si lo anterior es grave y deleznable, no menos lo es que los ministros Laynez y Pérez Dayan, de manera brutal y salvaje –no existe respeto por la Constitución y sus leyes que juraron cumplir y hacer cumplir–, hayan concedido la suspensión de leyes generales, paralizando la justicia de manera abrupta, cuando la Constitución en su artículo 105 y su ley reglamentaria no les da ese alcance y se haga, sin que tengan la mínima consecuencia en sus actos, lo que demuestra una completa corrupción jurídica, ajena a todo orden jurídico y democrático, que tampoco deben sorprender cuando se dispone el desafuero del gobernador Cabeza de Baca y el ministro González –propuesto también por López Obrador– deja sin efecto la orden de aprehensión, cuando las resoluciones en el juicio político son inatacables, es decir, son de las atrocidades de que se puede dar cuenta que deben llenar de orgullo, porque ahora sí, la justicia es para el poder político y económico, en tanto, diría Justo Sierra, “el pueblo tiene hambre y sed de justicia”.

Vamos a ver cuánto se aguanta esta situación o si vemos la respuesta en el 2024 para que se pueda profundizar de manera pacífica en los cambios de fondo –que ya se reflejan– y la luz de esperanza no se pierda, pero por lo pronto, ya vimos que López Obrador no se parece a Maduro para nada, o de Ortega ni Canel de Cuba, pues su prudencia ha hecho que la economía vaya fortaleciéndose y que el peso, siempre derrotado, ahora esté en un nivel de responsabilidad que no había sucedido en 30 años, con lo que se evidencia que no hay rencores y menos venganzas, pese al asedio de sus adversarios a quienes solo los ubica en único sitio donde han de permanecer: la ignominia y el desprecio.

limacobos@hotmail.com

Twitter:@limacobos1