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La guerra de los símbolos


El tanque Leopard a los 80 años años de Stalingrado
Por Lorenzo León Diez

La noticia del vocero del gobierno federal de Alemania, Steffen Hebestreit sobre el envío de 14 tanques Leopard al campo de batalla de Ucrania, más que una mera participación con efectos militares en una guerra inescrutable desde Occidente -al menos para la llamada opinión pública- debe leerse como un acto simbólico de la terrible coherencia histórica a la que insiste reclamarse Alemania, el arquetípico enemigo de Rusia.

Hitler declaró que la invasión a la Unión Soviética en 1941 respondió a la amenaza que los bolcheviques significaban para la nación germana, argumento que vuelve a esgrimirse ahora para justificar lo que es una declaración de guerra y el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, como tituló su libro el demógrafo francés Emmanuel Todd.

Hebestreit, expresó: “El envío de los tanques es una cuestión de vida o muerte respecto a la defensa del propio país”.
Putín contestó: “Los Leopard arderán aquí”.

Es sorprendente cómo nos encontramos los neohumanos, trashumanos de la era postsocial, en un escenario mundial que tiene los ecos cada vez más claros – en su oscuridad que emanan- de esos aciagos momentos cuando inició una guerra “de los motores”, quien tuviese los mejores en las tres armas: tierra, aire y mar, ganaría la guerra, definió Stalin.

La pregunta ahora es: ¿Ucrania es una “guerra de motores”? La guerra relámpago que inventó Hitler se basaba en este arrastre de blindados, navegación de acorazados, vuelo de bombarderos y cazas. Stalin y Hitler lo sabían: “La artillería es la diosa de la guerra”.

La importancia de los tanques, como una de las mayores armas de invasión, la tenemos en el dialogo de Hitler con el general Guderian, el mayor experto alemán en la materia.
Aunque Hitler compartía entusiasmado las ideas de Guderian sobre el empleo masivo de grandes unidades de blindados para romper las defensas enemigas y alcanzar rápidamente los objetivos” se escandalizó por un dato que daba en su reporte Guderian: cifraba en 10 mil tanques los que poseía Rusia.

-¡Diez mil carros! ¿Esta usted bromenado, Guderian. ¿Los ha construido acaso el diablo?
Cuatro años más tarde a la fecha en que sucedió esta conversación, el 4 de agosto de 1941, cuando apenas habían transcurrido seis semanas desde el comienzo de la invasión, Hitler confesó pensativo a Guderian:

-Si yo hubiera sabido que el número de carros de combate de los rusos que usted mencionaba era cierto, creo que no hubiera comenzado esta guerra.

Días después de este acto en el que se transportan vía Alemania a Ucrania los Leopard (nietos del Tigre T-6, cuyos planos recibió Stalin antes de su construcción gracias a su superior sistema de espionaje y contraespionaje), se conmemoraban 80 años del triunfo soviético sobre las tropas de Hitler en Stalingrado, uno de los enfrentamientos más letales de la historia militar de la humanidad. “No entienden que una guerra actual con Rusia sería para ellos completamente distinta”, dijo Putin en su discurso.

Y es por una sencilla razón: la guerra post moderna o post humana es hibrida y multidimensional, más allá de la captura de territorios.

Ucrania es parte estructural de Rusia, lo ha sido y lo será. Lo que estamos viendo es una guerra civil como las que han escenificado en estos ricos territorios el complejo mosaico de etnias donde corre la sangre eslava.

En la revolución de Octubre de 1917, en la guerra civil que le siguió, en la oposición militar que sostuvo con el Ejército Rojo el Ejército Revolucionario Independiente de Ucrania (el Ejército Negro) comandado por Majnó (1888-1934) anarcocomunista ucraniano (nave construida por Bakunin y otros y guiada por la iglesia anarquista rusa), Ucrania sigue siendo el campo de batalla iniciático, por allí se empezó a arrasar el extenso territorio ruso por las tropas de Hitler y aquí hubo la mayor mortandad por hambre en la historia de la humanidad al final de la Revolución.

Es una guerra defensiva y preventiva, como la califican los estrategas rusos.
En la era de la fusión atómica, ¿hasta dónde llega la guerra de motores? ¿Qué significa realmente ganar territorio cuando este es entraña imperial?

El sistema de espionaje alemán, dicen los historiadores, desestimó el mismo aparato de seguridad soviético y nunca pudieron saber del verdadero potencial industrial en la producción de armamentos de la URSS. Siempre fue sorpresivo para los alemanes, primero, y luego para los aliados, la capacidad imponente que emergió de esos desconocidos territorios donde se igualó y superó tecnológicamente a las tres armas, la terrestre en carros de combate y artillería, en la navegación, los acorazados y en la aviación (donde Stalin era uno de los mayores expertos militares).

Todd vaticina que el tema y la solución de la guerra dependerán de la capacidad de dos sistemas a producir armamentos.

Estados Unidos envió bombas disparadas desde tierra que podrían duplicar el alcance de la fuerza de ataque de Ucrania contra los rusos (hasta 150 kilómetros) y Francia entregará un sistema de defensa antiaérea tierra-aire de medio alcance.

Y los máximos representantes de la Unión Europea urgen el proceso de adhesión de Ucrania a su bloque territorial.

Aquí veremos repetirse el mismo guión: Rusía ya supera a occidente con sus misiles hipersónicos, es el primer exportador de centrales nucleares y forman 30 por ciento más de ingenieros que Estados Unidos.

La Tercera Guerra Mundial no requiere ser declarada como antaño, formalmente, desde las tribunas imperiales. Basta hoy poner en el tablero geopolítico -como si fuera un terrible juguete- un Leopard para conmover todas las memorias.

Referencias:
Stalin, el Grande. Anselmo Santos. Biografia edhasa. 2012.
Cosmismo ruso. Boris Groys (comp.). Caja Negra. 2021.
“De nuevo nos amenazan los tanques alemanes, advierte Putin”. La Jornada. 3 de febrero 2023.
“Ya es la Tercera Guerra Mundial”, según el demográfo francés Emmanuel Todd”. Alfredo Jalife-Rahme. La Jornada. 29 de enero 2023.

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