Las buenas conciencias mediáticas se alarman y desgarran las vestiduras por la decisión del gobierno federal de incorporar de una buena vez a la Guardia Nacional como un arma de la defensa nacional adscrita al Ejército. Esta es la segunda semana en que la discusión pública ha tenido como enfoque principal este tema.
Alarmados, sugieren que el radical cambio de actitud del Revolucionario Institucional que pasó del absurdo de una huelga legislativa y de morirse en la raya de su miserablemente exhibido dirigente a votar por incorporar la GN al Ejército, para efectos de consolidación institucional, cuando aún faltan casi año y medio para agotar el plazo evacuatorio como política pública. Voces expertas y profundamente conservadoras dicen que es la prueba del fracaso de la política de seguridad pública de la 4T y el Presidente, que son lo mismo, pero no iguales.
Otros sugieren que bien podría ser una negociación política y acto seguido se desgarran suspicaces las vestiduras sugiriendo que la aplicación de la ley está sujeta a negociación y de ahí derivar todo un torrente de suspicacias y miradas reprobatorias, por decir lo menos.
Lo que no aceptan sea por interés, por mezquinos o por obnubilados, es que el problema es de dimensiones mayúsculas. Cuarenta años de corrupción neoliberal dejaron al país en condiciones de auténtica balcanización. Con por lo menos cinco ejércitos privados entrenados por ex integrantes de fuerzas especializadas en contrainsurgencia y guerra irregular, estrenados a su vez en programas y por personal estadounidenses. Con altísimo poder de fuego y capacidad corruptora.
La lógica conservadora sugiere alarmada que es un proceso de militarización y, en el colmo, deslizan ideas de intenciones de auto golpe de Estado con fines perpetuación. Piedad.
El asunto es mucho más sencillo y aterrador. La balcanización del país desgarrado por el crimen corporativo en competencia es la principal amenaza a la seguridad nacional y a la capacidad del Estado de garantizar a los gobernados el restablecimiento del Estado de bienestar que alguna vez fue en este país antes del neoliberalismo.
