El liderazgo occidental le pasea por el imaginario colectivo a la humanidad la posibilidad de una catástrofe bélica terminal, y ayer 9 de mayo –Día de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi–, Putin desplegaba un desfile militar no visto desde la desaparición de la URSS en 1991. Es decir, en el lenguaje diplomático no verbal de los mejores años de la Guerra Fría.
La revisión viene a cuento porque la lógica neoliberal se empecina en homologar a su modelo la economía capitalista no neoliberal más grande del mundo, la rusa, provocando una guerra que rompe el equilibrio militar al extender la frontera militar a las puertas mismas de Rusia.
Mientras eso sucede, en Centroamérica nace por primera vez en 40 años la posibilidad de acordar una aproximación distinta a la neoliberal para resolver los problemas que hoy la aquejan: la falta de oportunidades y la violencia, las causantes de la migración.
Si nos atenemos a lo dicho por la prensa de los distintos países visitados, la gira fue un éxito.
El modelo propuesto por el gobierno mexicano es uno capitalista, pero no neoliberal. Uno donde el Estado es un actor que orienta e induce la actividad económica y las inversiones hacia donde el interés colectivo mayoritario las requiere, no uno determinado por corporaciones y fondos de inversión privados en razón de sus ganancias. Que es lo que ha sucedido en el oscuro período neoliberal.
Es posible un capitalismo nacionalista regional. De hecho es imperativo si es que realmente se quiere un futuro inmediato más amable.La destrucción ha sido mucha y llevará tiempo recuperar al tejido social y a la naturaleza, por eso irrita un poco oír al perredista Ricardo Pascoe Pierce en sus valoraciones y críticas a la lectura del presidente López Obrador de su discurso en Cuba. De antología, no porque el tío no sepa, sino porque nomás no entiende que no entiende.
