Veracruz, Ver.- Las fiestas de Carnaval son una tradición en gran parte de las culturas del planeta. De origen pagano, son una válvula de escape previa a la Semana Santa dentro de las creencias cristianas.
En México, hay diversas festividades reconocidas a nivel internacional, como los carnavales de Mazatlán, Mérida y Veracruz.
Sin embargo, las fiestas del Carnaval de Veracruz parecen estar próximas a la extinción, pasando de ser una celebración tradicional y reconocida a la imposición de un capricho y las aberrantes ocurrencias del clan Yunes.
A pesar de la historia documentada del Carnaval porteño desde el siglo XVII, el comité organizador y los responsables del municipio de Veracruz, la familia Yunes ha minado la historia y la tradición, convirtiendo las fiestas de Carnaval en una aberración y vergüenza para propios y extraños.
El presidente del Comité de la fiesta, Luis Antonio Pérez Fraga, se escuda en sus buenas relaciones, su afinidad con los medios y sobre todo su ascendencia con un medio de comunicación local al servicio de la oligarquía familiar. No cabe duda de que el señor Pérez es popular, pero también la sombra de la desgracia lo acompaña, como se evidencia en la elección de las representantes de tan importante fiesta.
Entre risas y guasas, el directivo del Carnaval asevera que cada fiesta que organiza es la mejor del mundo, comparable con las de Río de Janeiro y Venecia. Sus corifeos y compañeros de la pluma le aplauden y le siguen la corriente, invitándolo a cometer más locuras.
Mientras tanto, la fiesta más importante del puerto de Veracruz agoniza, al igual que aparentemente su organizador, que anuncia con bombo y platillo su estado de salud cada vez que escribe en su diario local, cobijado por la familia Yunes y sus secuaces.
Cambio de fecha tradicional, pésima organización, malas elecciones de candidatas, negocios turbios y para colmo, engañar al pueblo y a su nueva reina, la cantante Yuri, con la quimera de que este carnaval cumple 100 años, esto a pesar del descontento de algunos empresarios y cámaras locales.
Incluso, hoteleros y prestadores de servicios turísticos se encuentran en desacuerdo con la medida, ya que afecta su economía y los deja en una situación complicada, pues su voz no ha sido escuchada durante la organización de dicha festividad, que va en plena decadencia.
