Prisión preventiva oficiosa por un año, fue la medida cautelar que impuso un juez de control del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Pacho Viejo, Coatepec, en contra del ex fiscal general de Veracruz, Jorge Winckler Ortiz, además de la imputación por los delitos de desaparición forzada y privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro.
A las 1:40 horas de la madrugada del martes, Jorge “N” ingresó al reclusorio de Pacho Viejo donde permanecerá los próximos días hasta que vuelva a salir custodiado a la sala de juicios orales del Poder Judicial de Veracruz para la audiencia de vinculación a proceso, donde se prevé se rarifique la imputación y la medida cautelar.
El ex fiscal ingresó fuertemente custodiado por más de medio centenar de agentes ministeriales y del Ejército Mexicano, portando un chaleco antibalas debajo de la sudadera naranja, color característico de las personas privadas de la libertad, con doble cubrebocas que marcaba desde la barbilla hasta abajo de los ojos y una gorra negra, con el escudo de Inglaterra cubriendo hasta las cejas para tratar de ocultar su identidad.
Desde el momento de su detención hasta su ingreso al reclusorio, Jorge “N” pasó únicamente rodeado de militares y policías ministeriales; ninguno de sus amigos o amigas de la prensa afín que lo seguía, defendía y que presumían fueron apoyarlo, lo dejaron solo pero fueron los primeros en anunciar su detención.
Ni siquiera por los viejos recuerdos cuando los invitaba al puerto de Veracruz a degustar finas viandas a cargo del erario, o cuando iba a sus casas donde lo recibían con los brazos abiertos, ni de aquellos que los paseaba en las camionetas blindadas de la fiscalía, o que tanto presumía en las fotos abrazados y sonriendo en redes sociales.
Ni aquellos panistas y perredistas a quienes alguna vez extendió la mano, que ahora solo se abocaron a un boletín enviado por el vocero del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares donde daban “muestra” de apoyo y acusaban una revancha política detrás de un celular, una tablet o una computadora.
La excepción fue la diputada federal de Acción Nacional, María Josefina Gamboa Torales, quien desde antes de las 6 de la tarde del lunes llegó a la sala de juicios orales del reclusorio de Pacho Viejo. “Porque es mi amigo aquí estoy”, sostuvo.
Mucho menos el ex gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, quien a más de 48 horas del arresto de Jorge “N” no ha dedicado desde su exilio ni una sola línea de apoyo a quien fuera su abogado particular, su fiscal y su fotógrafo personal, quien hasta se hincaba para buscar la mejor toma del ex mandatario estatal.
Audiencia el próximo domingo
Aludiendo que habrá sorpresas en el caso de Jorge “N”, su abogado defensor, el ex procurador de Justicia de la Ciudad de México, Rodolfo Félix Cárdenas, expresó que la audiencia de vinculación a proceso será el domingo a las 12 del día.
“Estamos citados y ya argumentaremos en esa audiencia lo que vamos hacer, será en la de vinculación a proceso (…)”.
Precisó que los delitos que se le imputan al ex fiscal yunista son privación ilegal de la libertad y desaparición de personas, “pero ya veremos el domingo, van a tener información importante”, reveló Félix Cárdenas.
Tras la salida de Jorge “N” de la sala de juicios orales a la aduana del reclusorio, este continuaba con la misma ropa que fue detenido: un short Adidas color negro, tenis Nike negro con rojo y blanco; gorra con el escudo de Inglaterra y una sudadera naranja, color típico de los internos privados de la libertad. Debajo de ella, un chaleco antibalas.
Los policías ministeriales con una lealtad impecable, en todo momento trataron de impedir que la prensa tomara fotografías de frente de quien fuera su jefe; colocaron una malla humana para sacarlo agachado e ingresarlo a la sala de juicios orales.
Lo mismo sucedió a la salida, donde metieron la camioneta de la fiscalía a la cochera, una Ford Ranger color blanco con cristales polarizados; de la misma forma a su ingreso a Pacho Viejo, donde tuvo que caminar unos 20 metros para llegar a la aduana, ahí los policías ministeriales se cruzaban entre la lente del fotógrafo para evitar, en la medida de lo posible, que fuera retratado Jorge “N”.
