El 10 de marzo, la Fundación Colosio en Coatzacoalcos fue testigo de una escena desoladora durante un evento en el que Beatriz Paredes fungía como ponente. Este triste espectáculo evidencia la actual condición del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ha perdido su antigua influencia y se ve obligado a buscar alianzas con el panismo yunista para subsistir en Veracruz.
En una muestra elocuente de la realidad política, la ausencia de asistentes en el evento refleja los desafíos y la transformación que ha experimentado el PRI. En tiempos pasados, este partido gobernó con fuerza y liderazgo, pero ahora enfrenta una dinámica más compleja, donde la participación ciudadana y el interés en sus eventos se desvanecen.
El otrora poderoso tricolor se encuentra reducido a tácticas de matraqueo, buscando apoyo y visibilidad mediante acuerdos con el panismo yunista. Esta estrategia, lejos de ser un gesto de fortaleza política, resalta la vulnerabilidad del PRI y su necesidad de aliarse con fuerzas externas para mantenerse relevante en el panorama político estatal.
La presencia de Beatriz Paredes como ponente, figura emblemática del PRI, no logró atraer a un público significativo. Este hecho no solo ilustra la disminución del interés hacia el partido, sino que también señala la falta de conexión entre sus líderes y la base social que alguna vez los respaldó.
En conclusión, la desolación en la Fundación Colosio durante este evento simboliza la nueva realidad del PRI en Veracruz: un partido que, en lugar de brillar por sí mismo, busca aferrarse a la sombra de otras fuerzas políticas para mantenerse a flote. La transformación y los retos actuales del PRI quedan patentes en la imagen de una Fundación Colosio desierta, antes símbolo de poder, ahora reflejo de un partido en busca de su identidad y relevancia.
