sábado, junio 29, 2024
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Un rechazo doble

Wenceslao Vargas Márquez

Los adelantados procesos electorales internos, tanto del oficialismo de la 4T como de la oposición PAN-PRI-PRD, han dado pie para que tomemos nota de dos rechazos sobre los que debemos detenernos para que no pasen de largo sin haberlos registrado.   

Un primer caso es que con la candidatura unificada opositora en favor de la senadora Xóchitl Gálvez se repite lo del 2018: el rechazo a los partidos políticos tradicionales PRI-PAN-PRD. Como se sabe la senadora no es una panista afiliada al partido. Es una simpatizante externa.

Los poco más de dos millones de electores que participaron en ese proceso opositor rechazaron a militantes profesionales afiliados a los citados partidos políticos tales como Santiago Creel, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid o Miguel Mancera, para poner la vista en una persona externa, que si bien ha competido bajo las siglas del PAN, no es una militante profesional ortodoxa afiliada. Vemos entonces cómo se repite en 2024 el rechazo del 2018 al partido tradicional y al político profesional de siempre.

En un segundo caso de rechazo debemos tomar nota de cómo tanto el oficialismo de la 4T como la oposición PRI-PAN-PRD rechazaron el ejercicio del voto directo en unas elecciones primarias para elegir a su candidato presidencial (eso son, independientemente del nombre que le den al cargo).

En una nota anterior explicaba que tanto el argentino Jorge Luis Borges como el escocés decimonónico Thomas Carlyle teorizaron que la democracia es un abuso de la estadística o que la democracia es un caos provisto de urnas. Escribí que al rechazar el voto directo y resolver sus elecciones mediante encuestas nuestras agrupaciones políticas (tanto la oficial como la opositora) le daban la razón a estos escritores y por ello a esa nota la titulé Borges, teórico electoral mexicano.

 El rechazo al voto directo (que es caos según Carlyle) y el apego a las encuestas de parte del oficialismo encabezado por Morena es una decisión tomada desde el principio de su proceso tanto por razones estatutarias internas como por recomendación presidencial externa. Desde el principio se sabía que el único recurso oficialista a usar era la encuesta bajo el razonamiento de que siendo numérica y aséptica minimizaba o extinguía toda posibilidad de conflicto. Pronto se verá si efectivamente fue así.  

En el caso de la oposición el rechazo al voto directo fue una decisión tomada de último minuto cuando la senadora Xóchitl Gálvez ganó las encuestas que ellos habían programado. Ciertamente fue contemplado para realizarse el domingo 3 de septiembre y fue cancelado. La razón que dieron es que temían al caos de Carlyle y al abuso de Borges.

Así, en 2024 como en 2018 (es decir que por segunda vez) hay un rechazo al partido político tradicional que la oposición piensa compensar con el atractivo de una candidatura carismática. También hay una notoria preferencia por la encuesta y no por el voto directo tanto del lado oficial como del lado opositor. Por ello me llama la atención que desde el oficialismo se reproche a la oposición no haber culminado su proceso de voto directo del domingo 3 cuando quizá no reparen que el oficialismo ni siquiera lo propuso.

¿Quién está más en falta fallándole a la democracia participativa y al voto directo en urnas? ¿El grupo opositor plural que lo propuso y lo canceló pragmáticamente de último minuto, o el grupo oficialista que ni siquiera lo propuso? Las respuestas a estas preguntas son casi (casi) una cuestión de gusto de parte de cada una de las personas que conforman en la gradería electoral al cada día más participativo respetable.

X: WenceslaoXalapa