sábado, mayo 18, 2024
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Para que te desayunes

Hipólito Rodríguez

¿Qué rasgos caracterizan a la cultura política en el proceso electoral 2024? ¿Cómo interpretar la conducta política de los actores políticos en la actual contienda?

Pueden advertirse diferentes tipos de conducta

Vemos que algunos se desplazan y hasta brincan como si estuvieran en un caldero ardiente. Hemos hablado por ello de chapulines, grillos que saltan de un partido a otro. ¿Qué buscan, cuál es el motivo de su movilidad política? Por un lado, puede pensarse que están buscando fuero, es decir, protección. Por otro, también buscan la continuidad de su vínculo con el presupuesto. Un político pobre, decía Hank González, es un pobre político. Y ahí los tenemos, ansiosos por seguir conectados con los recursos públicos.

A pesar de que hay ahora una pauta para avanzar hacia la austeridad republicana, no dejan de registrarse salarios altos, muy altos, disfrazados con compensaciones y bonos. Pero no se trata sólo de contar con un sueldo seguro. Se trata más bien de acceder a los negocios que abre el control de las inversiones públicas. Por las finanzas de un ayuntamiento pueden pasar cientos de millones de pesos dedicados a obra pública. Si se pone atención, muchas de ellas se asignan de manera directa, es decir, sin pasar por un concurso público, una licitación, donde se garantiza que quien hace la obra es la empresa más eficiente y competitiva. Ahora pueden entregarla al amigo, quien en gratitud les apoyará con recursos para lo que en el futuro necesiten, por ejemplo, en una campaña.

¿Hay, pues, algun principio de carácter ideológico que oriente sus movimientos? Pareciera que no, pues nunca aducen una razón ideológica o programática. Más bien la razón de sus desplazamientos es colocarse en un partido ganador, una garantia de seguir conectados con el presupuesto.

¿Cuál es la fuerza, el capital político, que les permite moverse en el tablero político? Hemos hablado del clientelismo: la capacidad de controlar a una clientela (que es agradecida y leal). En este caso, se trata de su capacidad para movilizar sindicatos, o lo que queda de ellos, como es el caso de organizaciones que agrupan a vendedores ambulantes. Pero es necesario hablar también de las redes de influencia. Es decir, de los vínculos con grupos de poder económico. O de los vínculos con las redes que pueden ayudar a desmantelar las acusaciones de corrupción: el sistema judicial, las contralorias, las fiscalias, las notarías. No es nada desdeñable el contar con ese tipo de respaldo: al fin y al cabo, se busca impunidad.

Siendo Veracruz un estado donde el sector ganadero y el campesino juegan un papel tan importante en la economía, las redes que se tejen en torno a ellos también es relevante. Antes el PRI podía controlar a estos sectores, y tal vez no ha dejado de tener influencia en ellos. Se trata de vínculos donde se conceden inversiones, permisos o licencias, protecciones.

¿Qué perdió el PRI en los últimos años? Tal vez la pérdida más importante fue la disciplina. Antes, ser institucional significaba aceptar las decisiones del partido: acatar las determinaciones de sus dirigentes. Pero ahora, con la presencia de diversos canales para acceder al poder, asistimos al fenómeno chapulin: los actores politicos han dejado de ser institucionales, disciplinados, y se desprenden de su organización por una única razón: contar con otra vía de acceso al poder, una razón donde no pesa la ideología, los principios, las agendas, sino las posibilidades de hacer capital económico, fortuna monetaria, negocios prósperos. Es por cierto memorable la idea expresada por Aguilar Camín: cada sexenio se forman nuevos empresarios: esta es la vía especificamente mexicana de acumulación de capital.

Lo peor del momento es que a falta de un partido que cohesione, lo que ahora parece brindar unidad es el tejido familiar. Curioso es el caso de los Yunes. Se han apoderado de las candidaturas todos los miembros del clan. Es tal vez un fenómeno arcaico. Una suerte de monarquía. Se posicionan en el cascarón de los partidos, pero extienden su red de parentesco como el nuevo cemento que da cohesión al proceso político. El capital acumulado por el fundador, un capital bien construido pues hasta ahora no han podido demostrar el origen ilícito de su fortuna, sirve para apuntalar los proceso de acumulación de los miembros del linaje, que a su vez utilizan los puestos públicos para seguir por esa senda. La historia se cuenta sola: uno empezó en el PRI, luego apuntaló a la líder magisterial que agradecida lo premió, de ahí empezó su conexión con el PAN, un partido con una ideología que en algún momento fue adversa al PRI, pero quién se va a fijar en programas si lo que cuentan son los presupuestos. Y así llegamos ahora a la aberración que permite que el PRD, que era de izquierda, se junte con sus enemigos históricos.

La experiencia se trasmite y así se construyen las monarquías. Pregúntenle al rey emérito Juan Carlos, excelente referente al que suelen mirar con envidia desde el puerto. Pero ahora su desprestigio (por fortunas mal  habidas) hace hasta díficil compartir con él una foto.