sábado, mayo 4, 2024
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Libros, educación y adoctrinamiento

Luis Bello Estrada

Criticar a los libros para las escuelas porque tienen carga ideológica o tienen que ver con la política equivale a cuestionar a la Biblia porque habla de dios. Iniciemos por coincidir en que la educación es un terreno en disputa. Siempre hay un ideal de vida y una intención en un sistema formativo y dado que las personas tenemos diferentes ideales de vida no es de esperar que los sujetos que directa (alumnos) o indirectamente (padres o tutores) la reciben estén totalmente de acuerdo con el mismo, por ello podemos afirmar que es un terreno en conflicto, la educación conlleva así un objetivo que no coincide con todos los grupos socioculturales y de intereses del país. Sin embargo, podemos identificar dos grandes grupos o corrientes de pensamiento; los que quieren preservar el modelo de vida, tradiciones y sus privilegios, que llamaremos funcional estructuralista y los que critican las contradicciones sociales como pobreza y desigualdad que llamaremos como la corriente del materialismo histórico.

En el funcionalismo se considera que la escuela y sus libros en general son independientes del entorno socioeconómico, no se influyen, ni tienen que ver con otros ámbitos de pensamiento, deben ser inocuos, por ello “no implican una ideología” (aunque ello ya es una ideología). Este tipo de pensamiento considera que la educación debe de estar ajena a la ideología, parte de que la sociedad funciona bien y mejora naturalmente, los individuos que se esfuerzan del estrato social que sea lograrán mejorar. Ahí, el “pensamiento crítico” o el cambio deben de servir para mantener la esencia del sistema (liberalismo económico). En el materialismo histórico se parte de la existencia de clases sociales, competencia desigual entre ellas y relaciones de explotación, por ello considera que la escuela desde el funcionalismo tiende a reproducir las desigualdades y a mantener el statu quo, contrario a ello la ideología del bienestar común (socialismo y comunismo) y no individual debe preconizar el mundo escolar, que ello se debe reflejar en la escuela y en los libros de texto.

Es momento de aclarar que estos dos modelos son los extremos de las corrientes de pensamiento y que en la realidad práctica más o menos se fusionan. Pero también que el modelo socioeconómico neoliberal en esencia funcionalista prevaleció a nivel mundial desde 1973 incrementando pobreza y desigualdad sistemáticamente. Ello hizo crisis en varios países, en particular en México en 2018 la tendencia cambió por una sociedad en búsqueda del bienestar social, el fin de la corrupción, de los privilegios y del mantenimiento del statu quo, ello se refleja en la llamada Nueva Escuela Mexicana, propuesta desde entonces y en sus libros de texto actuales obviamente cuestionados por los funcionalistas.

El cuestionar a los libros de texto porque tengan que ver con la política, hemos de recordar que Aristóteles la define (la política) como “el mayor bien para la mayor cantidad de personas” y sí tomamos esta definición, acertada y sustantiva finalmente podemos afirmar que sí, que son instrumentos políticos. Nótese que no decimos partidistas como confunden sus detractores. Así quien reniegue de ellos es porque su interés se basa en su bienestar particular y no en el social, comunitario o de la mayoría de las personas. Acerca del adoctrinamiento, ese si se aprende en la Biblia.