martes, mayo 14, 2024
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La naturaleza puso de manifiesto los 36 años de corrupción e impunidad en México


Por José Lima Cobos*

El huracán de categoría cinco que azotó Guerrero, especialmente Acapulco, dejó en evidencia el nivel de corrupción e impunidad que ha existido en el país. Esto demuestra que, desde Miguel de la Madrid, quien autorizó el fraude electoral de 1988, hasta Salinas, Zedillo, beneficiario del asesinato de Colosio, Fox y Calderón, miembros del PAN de extrema religiosidad, y Peña Nieto, el regreso del PRI con su experiencia en trampas y triquiñuelas, están intentando volver para aumentar el “bienestar, saqueo y explotación de las minorías insaciables”, haciendo que la sociedad en general vuelva a ser la única víctima de la pobreza, similar a lo que ocurría en la era de Porfirio Díaz.

La devastación que se observa y se vive en Acapulco, además de ser una garantía para el regreso de la corrupción que se está tratando de erradicar en el gobierno actual, plantea la necesidad de fortalecer el Fonden y otros organismos autónomos para legitimar el robo que ocurre a diario. A pesar de que existen organismos que supuestamente fiscalizan las finanzas públicas, como los fideicomisos, estos se convierten en nidos de tramposos que piden más presupuesto, lo desvían y no lo devuelven al tesoro federal.

No hay recursos para remediar lo que es resultado de tantos años de expoliación en el país. Si los bancos fueron nacionalizados por López Portillo en los años 70 y han vuelto a la especulación y el robo bajo el actual gobierno, las condiciones podrían ser propicias para que el monumental proyecto del Tren Maya y sus beneficios asociados sean transferidos a la iniciativa privada, ya que esta es más capaz de administrar y gobernar. El Estado debe retirarse, ya que solo debería existir para proteger a las minorías, pero ahora y para siempre, ya que el populismo es ineficaz y solo proporciona migajas. En resumen, si se llegara a crear otro Fobaproa, el Estado debería reconstruir los hoteles y las propiedades concesionadas a particulares, ya que esa es su función, mientras que la miseria que se observa se debe a la falta de oportunidades.

Nada que contribuya a apoyar a los pobres, como los seis mil millones de pesos destinados a más de doce millones de adultos mayores, es beneficioso, ya que solo alimenta la ociosidad y la mendicidad. Ahora tenemos veinte grandes millonarios que han expoliado al país desde los tiempos de Salinas, quien concesionó bancos, carreteras, petróleo, electricidad, atención médica, educación, minería y más. Estos millonarios viven fuera del país.

El rescate bancario llevó al país a un endeudamiento que se heredó a los mexicanos por cincuenta años, y solo falta que llegue un presidente que reconstruya los hoteles de Acapulco con el dinero del pueblo y los devuelva a sus propietarios. Si bien la ley existe, la influencia supera a la justicia, y solo podemos esperar justicia divina y perpetua impunidad.

El huracán de categoría 5 que azotó Acapulco confirmó que la corrupción nunca se ha abordado de manera adecuada. No se responsabiliza a fondo a los responsables de fraudes inmobiliarios, y las construcciones no se supervisan con rigurosidad técnica. A pesar de la corrupción, no se imputa con contundencia. Por lo tanto, es posible que se abra otro Fobaproa debido al huracán, y los grandes empresarios se beneficien a través de amparos. Las condiciones son propicias para que el gobierno indemnice a las empresas por negligencia u omisión en la supervisión de las construcciones.

La justicia en México a menudo se ve influenciada por factores externos, y los precedentes en la Corte Suprema han creado confusión en asuntos legales. Se necesita un sistema de justicia imparcial y una lucha constante contra la corrupción para que el país pueda avanzar.

  • Contacto: limacobos@hotmail.com
    Twitter @limacobos1