sábado, abril 27, 2024
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El Estado abierto, el reto de Claudia

Lorenzo León Diez

Lo que tenemos es un frente de guerra abierto por más de 2 mil 500 medios de comunicación privados contra el movimiento popular victorioso de la 4T. 

El nuevo régimen ha enfrentado y lo hace cotidianamente estas embestidas, en secuencias de alta intensidad ahora, en periodo electoral, con una poderosa batería de comunicación estatal que en su programación tiene como eje la emisión Las Mañaneras.

Las Mañaneras es la columna vertebral de la Revolución de las conciencias. Esto lo deben entender todos los mandos que acompañan a Claudia Sheinbaum. Y ciertamente primero por ella misma, pues debe ocupar forzosamente el espacio abierto y construido durante seis años por el Presidente de México. 

La operación que llevó a cabo Andrés Manuel López Obrador –pues vamos a empezar a hablar en pretérito de él–, consiste en develar la naturaleza del secreto ministerial como modelo de conducción de los gabinetes del Poder Ejecutivo.

El Estado abierto tiene como ámbito central el escenario del Palacio Nacional. La plaza y el palacio es el binomio analítico, pero también metafórico, que nos permite entender cómo se conjuga y se conjunta la imagen del poder en la posmodernidad o modernidad tardía mexicana: de Lázaro Cárdenas a AMLO. El Palacio, recinto depositario y generador del poder, asoma a la plaza donde se realiza lo público, la gran asamblea sobrelegal o soberana que es finalmente la que mandata, siendo el ocupante de la tribuna mayor, el que obedece.

La primera nacionalización del espacio electromagnético sin necesidad de pasar por el Congreso la hizo el Presidente con su programa en vivo, que se ha situado en primer lugar de audiencia en la red en el idioma español.

Claudia debe mantener esta emisión como continuación del Estado abierto: hacer públicos los asuntos internos y externos que son los actos institucionales y generadores de las iniciativas legales y directivos de la operación estatal. 

La radio y la televisión, fundamentalmente, pues los medios impresos en México tienen obvias limitaciones de penetración en las masas, habían sido los rectores de la “conciencia” ciudadana durante décadas, desde su creación misma en los años 50.

Los oleajes informativos y de entretenimiento de ese ejército de propietarios no solamente de los corporativos de comunicación, sino de las cadenas económicas de las que forman parte, se han estrellado ante la muralla que el Presidente ha construido con su cuerpo y su voz hecha imagen cotidiana, voz educativa, civilizatoria, ejercicio de la información que fluye de forma directa de las estructuras burocráticas, los directorios ejecutivos en las áreas financieras, de seguridad (policiaca y militar),de salud, etcétera.

La presión a la que se ve sometida Claudia Sheinbaum por estos conjuntos organizados contra la 4T tendrá que seguir liberándose en el ejercicio del Estado abierto (es decir Las Mañaneras). Cierto, AMLO ha puesto el listón muy alto, pues él es un historiador (como lo fue Churchill) y mantiene en sus actos una perspectiva profunda con el pasado de un país con antecedentes milenarios, y que en sus territorios se inaugura, en consonancia con las transformaciones occidentales, la revolución social que produciría el Estado de bienestar en consonancia con el de otros Estados de las naciones avanzadas (capitalistas y socialistas).

La socialdemocracia mexicana, llamada populismo, tiene una constante a partir del régimen del general Lázaro Cárdenas, estado de bienestar cortado de tajo a partir de la llegada al poder de Carlos Salinas de Gortari, cuando el neoliberalismo suspende las posibilidades que cursaban en las políticas públicas en favor de las poblaciones empobrecidas y marginales, o, como Gramsci los llamaba, grupos subalternos.

Pero no sólo el pueblo mexicano se vio sometido a esta depredación que despojaba al interés público de sus logros obtenidos en sangrientas batallas (la constitución de 1917), sino se instaura una nueva guerra (contra el narco) como una oportunidad para el control vertical y autoritario de una élite que por medio de un fraude ocupó el poder del Estado y provocó una guerra civil soterrada.

El Estado abierto debe continuar. Claudia debe instituir Las Mañaneras. Lo puede hacer en la creación que significa su personalidad, es un ejercicio de humildad, como describe el Presidente, el estado de conciencia del dirigente social, en su reciente libro ¡Gracias!