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Dinero Tropical: Austeridad

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Por José Hernández Herrera

Se cuenta que cuando Agustín de Iturbide con enorme popularidad llegó al poder en el naciente imperio mexicano, su administración fue artificialmente ostentosa, llena de fiestas cortesanas, de lujos y otorgó títulos nobiliarios por todos lados. Su mentalidad seguía en el marco de referencia de La Nueva España y la forma de gobernar de las elites españolas. 

Los insurgentes, muchos de ellos de orígenes humildes, que lo acompañaron para el surgimiento de la nueva nación desde aquel abrazo de Acatempan fueron excluidos de las decisiones del gobierno. La ideología de estos luchadores de la libertad de México venía con pensamientos como los de Morelos, quien decía:

Regresando a Iturbide, por sí mismo, su mala gestión económica era mala señal del porvenir de nuestra nueva patria. Pero aún peor parecían si se toma en cuenta que ese tipo de decisiones se llevaban a cabo cuando en el imperio mexicano se tenía una generalizada pobreza, una frágil estructura institucional y nuestro país venía de una hacienda quebrada por tantos años de guerra. 

En parte, no se puede dejar de lado un argumento a favor de Agustín de Iturbide, el cual tiene que ver con la mentalidad de aquellos años: la forma elitista en que ciertos sectores de la sociedad veían su papel en la política y la sociedad. 

No olvidemos que Agustín de Iturbide era un criollo que venía de una de las familias más ricas de Valladolid. Es decir, era un español nacido en tierras de la Nueva España y que por esa misma condición tenía privilegios solo por debajo de aquellos que eran españoles peninsulares. 

Esta mentalidad extractiva, de privilegios y con consecuencias fatales hacia el grueso de la sociedad ha sobrevivido hasta nuestros tiempos. Muchos gobernantes, funcionarios públicos y gente cercana al poder han considerado que dentro de la escalera política se puede en muchos modos realizar maniobras de corrupción para generar riqueza privada para cuando la suerte política ya no esté de su lado. 

Es por ello por lo que la austeridad republicana que el presidente Andrés Manuel López Obrador propone no solo se trata de una visión meramente técnica y estratégica para impulsar proyectos que impulsen la economía de México, sino a su vez de una forma de vida y de moralizar la vida pública donde se convive con lo suficiente y lo demás puede ser ocupado como palanca de desarrollo de un país o para darle impulso a sectores de la población desfavorecidos. 

¿Cómo se puede ocupar esto para nuestras finanzas personales? 

La mentalidad precede a la acción. A la larga, la forma en que pensemos es la que definirá nuestra forma de conducirnos en muchas situaciones. Esto es importante porque el tema de vivir con comodidades, con mayor progreso e incluso con ciertos lujos es algo natural en el hombre y una aspiración legítima de cualquier persona. 

Sin embargo, la prosperidad financiera es casi siempre incompatibles con gastos frívolos para aparentar y, peor aún, cuando incluso se debe caer en prácticas deshonestas para lograr mantener nuestro estilo de vida. 

Una persona o familia que se sube a la caminadora hedónica de siempre querer más está en desventaja financiera. Un mejor carro, una vestimenta mas prestigiosa, una casa mas grande o un viaje mas exótico siempre incluirá mayores gastos. 

Por otro lado, una persona que aprende a vivir con las alegrías cotidianas que incluye la familia, los amigos y nuestros propios gustos personales estará, paradójicamente, mas preparada para eventualmente darse cada vez más lujos que otros solo pueden darse haciendo con malabares de financiamiento. 

¿Acaso creen que las naciones con altos niveles de vida y que tanto nos impresionan vienen de una perpetuidad de lujos?  

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