martes, mayo 7, 2024
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Deuda

Dinero Tropical
Por José Hernández Herrera


En la comparecencia ante la Cámara de Diputados en septiembre pasado, el titular de la Secretaría de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O mencionó que la deuda de México en su medida más amplia se ubicará en 46.5% del Producto Interno Bruto al cierre del 2023.


Como dato adicional para dar contextualizar mejor su dato sobre la deuda de México, explicó que el incremento porcentual de la deuda durante este sexenio es casi una tercera parte del aumento promedio de 8.2% puntos porcentuales observado en las dos administraciones anteriores. Es decir, la de Peña Nieto y Felipe Calderón. Esta noticia tiene sus claro oscuros.
Por una parte, nos dice que en comparación con los sexenios anteriores se ha mejorado. Sus
resultados se reconocen aún más bajo un contexto de las crisis económicas de la pandemia y las altas tasas de interés que existen de forma global.

Por otro lado, el lado negativo es que la deuda pública sigue aumentando más allá de las estrategias hacendarias de este gobierno. A mediano plazo no existirán alarmas, pero a largo plazo deberán tomarse medidas. Sin duda la medicina será amarga…solo falta ver para que sector de la población lo será más.


Como dice la expresión gringa no podemos negar “el elefante en la habitación” en cuanto nuestros ingresos y egresos como país: existen un problema estructural de ingresos tributarios, existe una creciente cantidad de gastos para el sistema de pensiones públicas y por otro lado la sustentabilidad de los programas sociales del gobierno de la Cuarta Transformación requerirá dinero de forma cíclica.


La deuda de nuestro país es muy parecida a la deuda de un ciudadano. Regularmente se tiene para financiar dos tipos de gastos. Los gastos que disfrutamos, pero no recuperaremos su valor económico y los gastos que eventualmente nos permitirán hacer crecer nuestro patrimonio.

El primero que tiene un fin inmediato para imprevistos o para recreación como puede ser un viaje, unos zapatos a meses sin intereses o una deuda para comprar un auto con financiamiento a cuatro años. Este tipo de gastos comúnmente se le llama “deuda mala” porque el gasto no se recupera desde un punto económico, aunque si permite obtener de forma inmediata o con mayor facilidad algo que de otra forma se tendría que esperar bajo un esquema de ahorro.


El segundo tipo de deuda es la que se llama “deuda buena” porque se ocupa para comprar activos que en un futuro creemos tendrán más valor. Por ejemplo, si encuentras hoy un terreno que le auguras plusvalía y el cual vale 50 000 pesos y sin embargo, actualmente solo tienes 15 000 pesos ahorrados, puedes pedir prestado los otros 35 000 pesos para pagar ese terreno. Tendrás que pagar intereses por ese esos 35 000 pesos, pero al final tendrás un patrimonio que eventualmente podrás vender en 60, 000 o 100 000 pesos. Se llama buena porque compras algo que con el paso del tiempo tendrá mayor valor. De igual manera se considera deuda buena el emprender un negocio, comprar una moto para tu changarro, estudiar algo que eventualmente te haga ganar mas dinero o en general adquirir productos que en un futuro aumenten de valor.


Al igual que un país, el problema no es tener deuda buena o incluso mala en nuestra vida. El
problema es tener deuda como un estilo de vida y como una estrategia primaria en nuestra vida financiera. Mas de una vez he escuchado a asesores financieros y de emprendimiento acerca de apalancarse con deuda de bancos para finalmente avanzar aceleradamente en el crecimiento de una empresa.

Lamentablemente este tipo de consejos superfluos no consideran variables muy importantes comoes el uso eficiente de ese crédito y el tener ya generación de ingresos a través de un modelo de negocio validado en el mercado.


Para decirlo en pocas palabras, es mejor vivir con la filosofía sencilla y práctica de gastar hasta dondenos alcance.

Como decía Thomas Jefferson “es mucho más doloroso para la mente estar endeudado
que prescindir de cualquier artículo que parezca que necesitamos