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Imperio del sindicalismo de México, en la ruina, reconoce CROC

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Orizaba, Ver.- El sindicalismo mexicano entró en una etapa sin retorno y aunque su extinción aún está lejana, sí es un hecho que sus cotos de poder se esfumaron; la debilidad los condenó a estar fuera de posiciones políticas en el quehacer diario del país, “dejó de ser un imperio. Hoy está en ruinas”. La zona de Orizaba, la otrora “Manchester Mexicana” es el mejor ejemplo, con un sindicalismo cada vez más debilitado, reconoce César Silva Reyes, secretario general de la CROC en Orizaba.

Aunque el sindicalismo mexicano, dice, no ha desaparecido, “sí transita uno de los peores momentos de su historia. La debacle –reconoce– inicia desde el gobierno salinista, es decir entre 1988 y 1992. En ese momento se manejaban grupos de choque y uno de ellos muy fuertes, que era de Ciudad de México, pero que operaba en todo el país era el sindicato de la ruta 100 y ellos fueron los que llegaron a consolidar el movimiento de los trabajadores del SOAICC, que derrocó a Daniel Sierra Rivera. Ese movimiento se generó por el reparto de utilidades, pero finalmente con él empezó a cavar la tumba al sindicalismo en la región y en el país”.

En su momento, recuerda, “la región de Orizaba estaba catalogada como la ‘Manchester mexicana’ y tiene su fuerza en las fábricas textiles, en la cervecera, en los ingenios, aquí en la región de Orizaba había muchas fábricas, incluso de puros y chocolates, galletas, zapatos, tenía bastantes maquiladoras, vaya, hasta los boleros y las tortilleras tenían su sindicato”.

Pero la actualidad es muy contrastante, “hoy nos hemos quedado con las ruinas de lo que en su momento fue el sindicalismo. En Orizaba, Río Blanco, Nogales y Ciudad Mendoza estuvo sustentada en la fuerza del sindicalismo; ahora de no ser Orizaba, los demás municipios están en la ruina sindicales, además que ya no hay atractivos para la inversión”.

El sindicalismo no ha muerto al 100%, pero parece ser, afirma, que el gobierno actual, “con la reforma laboral que entró en vigor el primero de mayo de 2019, prácticamente es lo que está buscando, desaparecer al sindicalismo. Sí se tiene que buscar la transparencia y evitar los monopolios de los líderes sindicales que buscan eternizarse en el cargo o que no exista la democracia al interior de las organizaciones, pero esto opera para los sindicatos fuertes grandes con miles de trabajadores que tienen la capacidad incluso de pagar la asesoría jurídica de un bufete de abogados laborales”.

Sin embargo, agrega, “en sindicatos pequeños de 25 o 30 trabajadores, es muy complicado cumplir con todo ese proceso, en donde se les exige que todo se transparente, de tal suerte que hay un proceso electoral semejante al de un ejercicio popular, para elegir a un diputado, un alcalde, se ve complicado”.

Otro de los temas, expone, “es la legitimación de los contratos colectivos de trabajo, hoy se tiene que hacer también a través de abogados expertos en derecho laboral y no va a haber poder económico que alcance para que los sindicatos pequeños paguen el gasto y lograr actualizar sus documentos básicos de la nueva Ley Federal del Trabajo”.

Hoy la ley exige a las organizaciones sindicales, “que ahora su proceso de elección para un comité ejecutivo sea a través de voto directo y secreto, con boletas y urnas, que el procedimiento esté sancionado por la autoridad, como siempre ha venido siendo, pero también se le exige a un sindicato y al comité ejecutivo que para la revisión de los contratos colectivos de trabajo todo se someta a votación mediante el voto directo y secreto, ya no va a ser a mano alzada o voto nominal, ahora tiene que ser a través de una asamblea para que el trabajador en secreto pase y deposite su voto si está de acuerdo o no en lo que el comité ejecutivo haya negociado con la empresa, o cómo se elaboró el emplazamiento a huelga”.

Todo esto es correcto, “en cuanto a transparentar el procedimiento y que los comités ejecutivos no se vayan de las manos poniéndose de acuerdo con el patrón y obtener beneficios personales, por eso una vez que ya tienes el contrato colectivo lo tienes que ratificar, de tal suerte que la Secretaría del Trabajo lo registre a través de un solo centro nacional de registro.

”Anteriormente este proceso lo hacías con las Juntas de Conciliación y Arbitraje, con ello muchas cosas se facilitaban, ahora hay una junta de conciliación exclusivamente para la etapa conciliatoria y si tú no logras conciliar tu problema laboral con el patrón o con el trabajador, entonces sí pasará a una segunda etapa”.

El escenario, reconoce, se complica lo para supervivencia de los sindicatos “y no sabemos qué va a pasar con las uniones de trabajadores, porque hay muchos trabajadores que anteriormente se agrupaban en este tipo de organizaciones que, al no tener un patrón, las leyes permiten agruparse por sí solos”.

Otro de los problemas que tiene lo que queda del sindicalismo mexicano es la pérdida de la fuerza política, “hace unos años, influían poderosamente al interior del PRI en la elección de las candidaturas, incluso para la Presidencia de la República, hoy prácticamente han desaparecido en la toma de decisiones. Por ejemplo, los diputados federales que realmente sean obreros no hay, pero igual hay que señalar que muchos de los actuales dirigentes sindicales sólo ven para su conveniencia, pues en un momento estuvieron con el PRI, después con el PAN y ahora están con Morena, pero realmente está muy lejos de representar en verdad los intereses y los derechos de los trabajadores, más bien van representando su propia conveniencia. Se vuelven levanta dedos, porque nunca los vas a ver que hagan uso de la tribuna, que lleven una iniciativa o al menos que regresen a su distrito a preguntarle a los trabajadores o al pueblo si están de acuerdo en promover ciertas reformas a las leyes”.
La fuerza del sector obrero se minimizó, plantea, “porque dejamos de ser útiles al sistema, porque anteriormente la fuerza laboral era la que controlaba a las masas, había una consolidación de la fuerza laboral con el capital y eso ha sido lo mejor, eso le dio impulso al país de las regiones como estas, puede trabajar en común acuerdo con los empresarios”.

Igual hay otra realidad, “el gobierno pretende consolidar la inversión, pero al mismo tiempo acabar con el monopolio sindicalista y eso es algo bueno, porque hay líderes que sean eternizado, tenemos que llegar a una verdadera transparencia que permita que no se ponga en riesgo la inversión e incluso el patrón manifieste a favor de sus intereses la simpatía con tal o cuál sindicato de su preferencia, y no que, bajo el fantasma de emplazamiento a huelga, los estemos ahuyentando”.

El futuro del sindicalismo en el país tiene que ser semejante a un proceso electoral donde no existan tantos sindicatos, sino los que queden tengan solvencia y autoridad moral, en donde las dirigencias permitan que cualquier trabajador se afilie al sindicato de su conveniencia, como por ejemplo sucede con los maestros, quienes son dueños de su plaza, y se pueden ir al sindicato de su preferencia, al que les dé la gana y no pierde sus derechos, pero la realidad actual, nos deja muy en claro que el sindicalismo mexicano dejó de ser el imperio de antaño. Hoy está en ruinas”.

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