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Derrota

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Las cosas pintan mal para el presidente Biden. Primero, porque existe la extendida conciencia de que fue él quien metió al planeta en el desgarriate en el que hoy está. La crisis inflacionaria que se extiende por el mundo es hija de haber insistido en extender la frontera militar occidental a la frontera de Rusia al invitar a Ucrania a la OTAN. Se sabía que Rusia lo vería como una agresión objetiva y ocuparía por lo menos la franja ruso parlante que, además, era hostigada por extremistas nacionalistas ucranianos.

La guerra económica implicó la escocés para Europa occidental y Biden ha sudado por satisfacer la demanda creciente de energéticos.

Esa fue la razón de su viaje a Medio Oriente, acordar con  sus aliados sauditas aumentar la producción de petróleo para bajar los precios. Los sauditas se negaron y si ya de suyo la visita al régimen autoritario y misógino saudita tiene un costo importante en la aceptación del presidente estadounidense, mucho peor es el resultado de sus gestiones. Estados Unidos tiene socios, no amigos. Eso coloca a Biden en una posición extraordinariamente débil en ambas esferas de autoridad: la domestica y la internacional.

Falta por ver el comportamiento futuro de China. Por ahora ha decidido observar, pero no es en absoluto improbable que el gobierno chino aproveche la debilidad del gobierno estadounidense y ocupe Taiwan. Sería catastrófico para los Estados Unidos porque implicaría un cambio sustantivo en el balance de poderes mundial.

No suena mal si se considera que sería la completa derrota del modelo de capitalismo neoliberal.

El problema es que los Estados Unidos son potencia militar mundial en proceso de decadencia. Eso es un factor de incertidumbre sustantivo si nos atenemos a que la industria armamentista es un poder informal especialmente potente en el sistema político estadounidense. Es, además, muy improbable que los santones del sistema financiero bancario estén dispuestos a cambiar el modelo.

Tiempos complicados están en puerta. Lo deseable sería que los tomadores de decisiones entiendan el imperativo de abandonar las formas neoliberales de hacer las cosas; pero, visto el desarrollo de los acontecimientos, es alto que no parece probable. Biden tendrá que desescalar y negociar claramente con Rusia la zona de no “OTANización” que era Ucrania. Es la única forma no catartrófica de dar salida a la crisis terminal del neoliberalismo.

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