Mientras el respetable planetario ve con cierta aprehensión la escalada occidental en la guerra contra Rusia, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se empecinan en una estrategia que ha impactado mucho más en las economías de los países aliados que en la propia Rusia. Con todo, parece que Estados Unidos no está realmente interesado en alcanzar la paz; por el contrario, ha mandado más armamento. Algunos aliados atlánticos lo respaldan contaminando las pláticas por alcanzar la paz, pero la alianza da muestras serias de debilidad. Desde quien niega el paso de tropas por su territorio hasta las escarceos bilaterales por conseguir rublos y poder comprar energía y granos a Rusia. No se precisa especial agudeza para barruntar que quien tiene la iniciativa estratégica en esta guerra es Rusia.
Parece ser que éstos son tiempos de cambios importantes en los centros de poder y que el occidente neoliberal no tiene la suerte de su lado. China presiona más decididamente contra Taiwán y, con el pretexto de ejercicios militares, sobrevuela en dos incursiones su espacio aéreo, lo que ha encendido los focos rojos de muchos porque no parecería que Estados Unidos tuviera la capacidad de responder en otro frente económico militar adicional.
Ahora, si en Francia eventualmente ganara la extrema derecha de Marie Le Pen, al margen del retroceso político social que eso implica, ello debilitaría de inmediato a la OTAN toda vez que parte importante de la propuesta de Le Pen es salir de la organización. Francia junto con Alemania e Inglaterra, es un país sustantivo.
Históricamente los cambios en los centros de poder han sido procesos dolorosos. No necesariamente. México junto con varios otros países del continente están contando con que es posible construir realidades distintas cuando el sentido de los gobiernos es el bienestar de la mayoría los gobernados y que eso es posible hacerlo en una economía de libre mercado. Pero con Estado.
