Luis Bello Estrada
La historia socioeconómica del Estado de Veracruz es de excesos y extremos. Unas cuantas familias han constituido fortunas desde monopolios comerciales, línea de autobuses, gasolineras o fraccionamientos hasta el control de la administradora de religión hegemónica, desde luego ello podría ser como empresa legal y legítima sino se combinara invariablemente ese “éxito financiero y político” con posiciones clave de poder tanto en el gobierno del estado como en los municipios. Esta situación remite a tres palabras: corrupción, caciquismo, pero sobre todo oligarquía.
A principios del siglo XXI nuestro estado ocupa a nivel nacional el primer lugar en la desigualdad de educación, de ingreso y de salud, el modelo neoliberal nacional y estatal refuerza esta situación, unas cuantas familias extremadamente ricas, y un conglomerado numeroso de grupos desposeídos, pobres y marginados, habitantes rurales como en cinturones de miseria urbana evidencian el modelo de gobierno mencionado.
La oportunidad legítima para revertir las evidentes oligarquías, lograr justicia social y redistribución de la riqueza suele ser el estado, pero si éste está en pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada deja de modelarse como un motor de bienestar colectivo y se convierte en un sistema para reivindicar y mantener los privilegios de unos cuantos, obnubila la democracia y se mantienen las injusticias y el vicio. Baste considerar los últimos gobiernos estatales kaquistocráticos: de Alemán (98-2004), Herrera (2004-2010), Duarte (2010-2016), y Yunes (2016-2018); los cuales no fueron modelos de honestidad, eficiencia, justicia, confianza, humildad o congruencia sino seguramente de todo lo contrario. El gobernante estatal actual, para el cual MORENA no hizo ningún ejercicio primario evidente para su elección, en definitiva, para propios y extraños, no ha sido lo esperado. Más que un proceso democrático la ola de fervor obradorista parece haberlo arrastrado hasta donde llegó.
Cuando uno observa el proceder de por lo menos dos de sus secretarios entonces sí se piensa en una contradicción entre lo que se esperaba dado el movimiento por el que llegó y la realidad innegable de ineptitud y corrupción que los caracteriza, lo cual oportunamente hemos evidenciado en este mismo rotativo. Sin embargo, las cosas podrían estar por cambiar y ya era hora, “ya es hora de la democracia” en nuestro estado. Hace dos días concluyó la inscripción para el proceso interno de selección del coordinador estatal de los comités de la defensa de la cuarta transformación de 2023, cuyo vencedor será el virtual candidato de MORENA al gobierno del estado de Veracruz.
Dicho proceso es un primer filtro democrático para evitar los errores del pasado y desde luego, faltará la votación del próximo año en las elecciones estatales donde el abaderado de MORENA se medirá con los partidos opositores. Se reconocen ocho participantes de entre ellos destacan y en lo personal reconozco a dos mujeres, ambas por su convicción y compromiso a nivel nacional, sin descuidar el territorio que las alberga; Claudia Tello Espinosa y Rocío Nahle García, la primera ha desarrollado también una férrea línea de defensa y promoción de las mujeres, la segunda es destacable porque ha trabajado desde la Secretaría de Energía con varones coordinando el proyecto energético más importante del sexenio (la refinería de dos bocas). Es de esperar que ambas se apuntalen para lograr el anhelo no solo de una elección democrática sino de una gestión democrática, es decir considerando al pueblo y no solo a las élites históricamente beneficiadas. Su eventual triunfo seguramente dignificará el estado de Veracruz.