Lorenzo León Diez
La obra historiográfica y crítica del ingeniero Cuahutémoc Cárdenas es cada vez es más destacada. Ha logrado una escritura puntual, clara y didáctica. Su acervo no solamente es bibliográfico y hemerográfico sino, como todos sabemos, vital. Su herencia, -nada menos que ser hijo del mayor estadista de la modernidad mexicana- su experiencia personal como político, primero y como líder de masas después, hacen de él un personaje nodal en la contemporaneidad.
Cárdenas no está en retiro, sino activo…y ¿nadie ha pensado que él podría ser un candidato natural a la presidencia de México? Su edad no es impedimento, allí está el caso de Simón Peres, el líder israelí, que gobernó su país aún en sus noventa años.
Su último libro publicado Por una democracia progresista (Debate 2001) es un ejercicio memorioso de gran aportación para la educación civilista de los ciudadanos mexicanos. Memorioso porque simplemente con recorrer el texto constitucional de México desde 1854 a la fecha nos damos cuenta de los avances y retrocesos que ha experimentado el proceso democrático de nuestro país. En otra entrega reseñaremos este análisis de una de las voces más legítimas de nuestra cultura política y que recientemente ha señalado que ninguno de los que se apuntan ya como precandidatos a la presidencia de México (naturalmente por el Movimiento de Regeneración Nacional fundado por el actual mandatario) ha expresado algo nuevo en sus ideas.
Y este apunte se debe a que realmente no es posible especificar algo que no esté ya escrito en los libros que el propio Manuel Andrés López Obrador no haya dicho en sus numerosos libros que dibujan una línea de pensamiento y acción que llama la Cuarta Transformación, la 4T.
Los precandidatos reales del Movimiento de Regeneración Nacional solamente tienen que decir: seguiremos con la 4T para decirlo casi todo y asumirse como continuadores de la Revolución de las Conciencias, tal como ha definido el presidente lo que vivimos en México y que es reconocido como un suceso extraordinario a nivel planetario, tal como lo clarifica la empresa internacional de encuestas Morning Consult, al situar a Amlo en el segundo sitio a nivel mundial en aceptación entre 22 jefes de Estado, siendo el primero el presidente de la India, Narndra Modi.
Pero hay algo que sí deben contestar Shaibum y Ebrad, quien, una u otro, serán los candidatos de MORENA, como todos sabemos.
Y esta pregunta es fundamental, nodal: ¿Van a continuar con las Mañaneras?
Los periodistas en todo momento deben interrogarlos sobre esta situación, los aspirantes a gobernarnos no deben eludir la pregunta, es preciso que se definan, pues considero que las Mañaneras es una aportación esencial en la novedosa conducción de un Estado que responda a esta Revolución de las Conciencias que, en efecto, sucede en México y que se expresa en la cotidianidad, todos los días, en un horario específico situado precisamente en el despertar, temprano, el jefe de Estado, de frente a una plaza pública donde los periodistas simbolizan la gente, el pueblo, extiende la polaridad de un diálogo real, no fingido ni simulado, una interlocución que hasta hace unos poquitos años, estaba secuestrada por los medios de comunicación dominantes (TV, radio y prensa) a través de sus “conductores” de los programas de noticias.
La primera expropiación del nuevo régimen es, precisamente esta: quitarles el dominio a los consorcios de la “opinión pública” y esto los estadistas del mundo lo contemplan admirados. Una acción de gran audacia que no necesitaba la aprobación del congreso.
En la naturaleza del Estado globalista basado en la información (el único presidente del mundo que apoya la liberación de Julian Assange es Amlo), el poder que les ha arrancado el presidente a estos consorcios es un primer logro de la Revolución de las Conciencias.
La audiencia es mayúscula, el jefe de Estado establece la agenda gubernamental y el orden noticioso, no deja nada sin contestar, presenta en cuerpo y alma a los responsables del Estado, se trata, ni más ni menos, de una desburocratización en las decisiones, todo está a la vista, es la destrucción del secretismo del palacio.
Las Mañaneras es la técnica política del Estado en el nuevo régimen, y quien quede al frente del movimiento que condensa esta revolución popular, tiene la obligación de continuar de frente a la nación todos los días como lo hace el presidente López Obrador. Si esta técnica política se detuviera la Revolución de las Conciencias estaría amenazada y –que quede claro- traicionada por el nuevo presidente o presidenta de México.
