jueves, marzo 28, 2024
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Origen de las corporaciones y su relación con la mierda


“Que nadie escupa sangre / pá que otro viva mejor”

Jorge Salazar García

Existe una leyenda Zoque popoluca, etnias de Veracruz, que atribuye a Dios la existencia de pobres y ricos en el mundo. Está contenida en el libro “Una vieja historia de la mierda” (2009), obra de Alfredo López Austin y Francisco Toledo donde se lee: “En la antigüedad todos los hombres eran iguales. Un día Dios decidió la diferencia, y quiso que hubiera pobres y hubiera ricos. -Es necesario que haga una prueba para ver quién será quién-, pensó Dios, y se le ocurrió invitar a todos los hombres a una fiesta. El día de la fiesta, muy temprano, Dios cubrió el patio de su casa con caca de guajolote. Llegaron los invitados y quedaron sorprendido. Muchos no se atrevieron a cruzar; pero unos cuantos dijeron: -¿Qué importa embarrarnos los guaraches si podemos divertirnos?- Desde entonces hay ricos y hay pobres. Y desde entonces los ricos, por más que se tallen, quedan pringados de cagada”. Probablemente de relatos como este se haya derivado que el soñar con mierda signifique dinero o eso de que existan pocos ricos sea potestad de Dios. Esta supuesta preferencia divina generó la canción “Preguntitas sobre Dios” con la cual su autor argentino, Atahualpa Yupanqui, manifiesta sus dudas sobre las preferencias del señor. En ella reflexiona: ¿Que Dios vela por los pobres? / Tal vez sí y tal vez no. / Pero es seguro que almuerza / en la mesa del patrón.

Como sea, el caso es que también Sigmund Freud, ubicado en el inconsciente, relacionó el deseo desmedido de dinero (codicia) con la retención de las heces en la etapa anal (0-3 años de edad). Alfredo Austin agrega que ese carácter “merdoso y cadavérico –hoy también diabólico– de la riqueza contamina las operaciones mercantiles”. Otros pueblos originarios, como el Tarahumara y Totonaco, “aseguran que hay (en el dinero) mucho de nocturnidad, de maldad y de muerte”. ¿Será por eso que los están exterminando?

Es pertinente aclarar que comentar el asunto de la riqueza y sus poseedores en ningún modo significa rechazar la primera o envidiar a los segundos. Tampoco se trata de hacer apología de los pobres asumiendo la dicotomía de que todos son buenos y los ricos, malos.

El propósito de esta colaboración es ubicar el origen de la primera corporación capitalistas y visualizar a quienes convirtieron al sistema capitalista en el monstruo voraz que hoy es.

Específicamente aquellos ricos cuyos ingresos anuales superan el millar de millones de dólares.

Nace la serpiente

Igual que hay un progenitor de la Patria, existe un padre del capitalismo salvaje. El dudoso honor le corresponde a John D. Rockefeller (1839-1936), un hijo de… otro estafador. A él se le atribuye la creación de la primara corporación yanqui. Para lograrlo, se inició estafando a sus propios hermanos; después reprimió sindicatos, sobreexplotó trabajadores, robó y chantajeó a medio mundo con fuerza y sagacidad inigualables. En 1872 funda el monopolio petrolero de la Standard Oil Company con métodos propios de un mafioso como puede deducirse del discurso utilizado para “convencer” a los competidores le entregaran sus empresas:

“Controlaremos totalmente el negocio petrolero. No hay posibilidades para alguien de afuera. Pero le daremos a todos la oportunidad de entrar. Usted debe entregar su refinería a mis tasadores y le pagaré en efectivo o con acciones de la Standard Oil Company, lo que prefiera, por el valor que le demos. Le aconsejo que tome las acciones. Será por su bien” (Adam Smith, historiador).

Su biografía registra que, junto con el banquero J.P. Morgan, está incluido en la lista de los barones que se robaron el sueño americano. El despojo, el chantaje, la mentira, la traición, el crimen, desde entonces, parecen ser los ingredientes esenciales para ser “exitoso” en los negocios a nivel corporativo, tal como se deduce de las siguientes frases del mismo Rockefeller:

-Dios me dio mi dinero.
-La competencia es un pecado, por eso la elimino.
-Una forma de ganar dinero es comprar cuando la sangre corre por las calles.

Son expresiones impregnadas de ese brutal pragmatismo que caracteriza a los lobos de Wall Street y propio del neoliberalismo, definido por el periodistas Víctor Keegan como “una nueva forma de piratería”.

Su nieto, David Rockefeller, siguiendo sus pasos, fundó la Comisión Trilateral en 1973, un organismo integrado por un selecto grupo de poderosos empresarios norteamericanos, asiáticos y europeos, cuyo propósito fue imponer el nuevo orden mundial. Un asesor de Rockefeller en los años 50, Henry Kissinger, previendo el rechazo de algunos países al modelo, aconsejó: “debemos darles una gran paliza y demostrarles que este comportamiento no será tolerado”.

En México no fue necesaria la paliza, los traidores del PRIAN, adoctrinados en las escuelas yanquis, aplicaron, como micos de feria, el modelo durante 36 años cumpliéndose el vaticinio de Robert Lansing Secretario de Estado del presidente W. Wilson (1913-1920), quien expresó: “México es un país extraordinario, fácil de dominar porque basta con controlar un sólo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia a un ciudadano americano ya que esto llevaría otra vez a la guerra. Debemos “abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades, educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y el respeto al liderazgo de Estados Unidos. Esos jóvenes, finalmente se adueñarán de la presidencia; entonces, sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”.

Termino dejándoles la opinión del escritor uruguayo Eduardo Galeano sobre los oligarcas: “Esos hijos de puta se mueren viejos porque les falta una glándula que se llama conciencia”. Al menos con los Rockefeller acertó, el primero murió a la edad de 97 años y el nieto, teniendo 101.