lunes, junio 24, 2024
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Oficio del maestro del presidente

Lorenzo León Diez

El presidente Andrés López Obrador se refiere frecuentemente al oficio del “político”. La descripción más somera que hace de él -para que se entienda bien- es en relación a la albañilería. El oficio de mezclar arenas y rocas, confeccionar las argamasas, seleccionar y limpiar tabiques o piedras, y formar muros aparece como una tarea básica, si se quiere, que demanda por supuesto energía física, muscular y nerviosa, pero no solamente eso, fuerza, física, sino atención mental precisa. Cualquiera podría poner uno sobre otro bloques, siendo que está lista y a punto la mezcla, pero ¿qué se tendría finalmente? Un muro irregular, frágil, informe.

El presidente habla una y otra vez del oficio político como una artesanía, una construcción, una constancia que tiene que ver con la voluntad, la iniciativa, la atención reflexiva, que visiona (como los estrategas el campo bélico), memoriza posiciones, preveé movimientos, intuye reacciones, adelanta juicios, planea, manda en la emisión de un lenguaje orientador, pensado y pronunciado para la mayoría, donde está el vocablo pueblo y el amor por él, en su doctrina del humanismo mexicano.

Aquellos que lo vieron venir, como líder de una fuerza desconocida, lo denostaron con la famosa frase: el mesías tropical. Sí, en tiempo de los expertos, los tecnócratas, los funcionarios de élite y de pedigrí -también-; los académicos anclados en la cómoda connivencia con el poder (y las demás categorías que se les ocurran en la eficaz frase: la mafia del poder) un individuo con ideales sustentados en la transmisión de la experiencia independentista (Hidalgo, Guerrero, Allende) liberal, anticolonialista (Juárez), democrática (Madero) revolucionaria (los Flores Magón, Zapata, Villa, Cárdenas) y la propia contemporánea: Revueltas, Heberto Castillo, Rafael Galván, Cárdenas hijo…era “¡un peligro para México!”.

Fueron 18 años, tres elecciones manipuladas, trastornadas, violadas en la variedad de formatos fraudulentos las que tuvo que transcurrir el mesías, pruebas de fuego y soledad y aislamiento, y calumniación, y traiciones…en fin, el tránsito que en todos los procesos de espiritualización concreta, viven las culturas, en carne de su líder, entendiendo al personaje como emergencia de aspiraciones colectivas y, específicamente, de los débiles, como definió tan acertadamente Gianni Vattimo, a las masas de los países latinoamericanos.

Pues bien, el presidente de México acaba de hacer una jugada maestra que tiene temblando toda esa estructura del poder judicial al que le está llegando su hora en la 4T. Como ya se preveé por los observadores y el propio mandatario, la reforma constitucional es inminente y las próximas elecciones son un referéndum evidentemente del lopezobradorismo, ya sin el creador de la política maestra, sin la mano directa del albañil en el levantamiento del siguiente piso de este proceso que necesariamente será mayor y donde la estructura jurídica, administrativa, histórica, psíquica y cultural de los periódos sexenales, tendrá inédito episodio en la emocionante serie que nos toca la fortuna de vivir.

La obra es perfecta: Propone Amlo al Congreso canalizar en el presupuesto los 15 mil millones de pesos de los fidecomisos del poder judicial a extinguir, “etiqueteados” hacia la infancia de las escuelas primarias, donde los niños alcanzan solamente la beca de Bienestar en un cincuenta por ciento. Con esa cantidad se daría un paso importante para alcanzar el beneficio completo a esta población que es el futuro del país.

Como estamos en la lógica de la negación (de los medios de comunicación en general y, particularmente de los que están concensionados a magnates de la televisión y radio) esta propuesta desde el ejecutivo es nodal para la disputa electoral que se avecina: se han puesto frente a frente los intereses de una minoría y un colectivo de millones de ciudadanos, adultos y niños.

Estamos plenamente en una lección de ética política, en crudo, digamos, sin retórica. Se abre una posibilidad y el maestro la expone, la justifica, la argumenta, la recomienda. Es la puesta en práctica de una frase: primero los pobres.

En el alud de amparos que se avecina, en las resoluciones que dará el supremo tribunal de la nación para afirmarse a sí mismo siendo como nunca antes juez y parte, este precepto es una bandera temible para aquellos que se sienten afectados en su tradicional y lujosa comodidad: el ethos es pensar y actuar para el bien de la comunidad…¿quien votará en contra?