jueves, mayo 2, 2024
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Jóvenes que importan

Ricardo Azamar

Se suceden los días del tiempo electoral que enmarca la cotidianeidad nacional e incluso ha sucedido ya el primer debate electoral con las tres candidaturas a nivel federal y, sin embargo, entre las promesas apoyadas en datos inciertos o incompletos, el intercambio de acusaciones personales y el ruido mediático amplificado en las redes sociales, las propuestas dirigidas a las juventudes mexicanas están ausentes o muy ocultas.

Más allá de los programas sociales existentes y la promesa de ampliación y mejoramiento de los mismos, la pregunta en el aire es qué opciones consideran para las y los jóvenes en México las tres plataformas políticas, pues salvo las respectivas cuentas de Tik Tok, las candidaturas no han “tomado al toro de la juventud por los cuernos”; antes bien, le han sacado la vuelta.

Si bien es cierto que la juventud mexicana no es el único grupo etario en donde más crece la desafección política en el país (del 54.1%, UNAM, 2015; 61%, Latinobarómetro, 2023), sí que resulta el más afectado porque las y los jóvenes en México suelen desconocer el potencial de su poder como fuerza política y se implican menos en cuestiones que les incumben en tanto población joven; me refiero a la juventud como grupo etario, ya que organizados en colectivos, asociaciones y otros agrupaciones sí que tienen ciertos protagonismos.

Sin adentrarse en honduras sobre el contexto de violencias, desempleo, migraciones, desapariciones e inseguridad pública crecientes cabe recordar que el próximo diciembre se cumplirán 18 años desde que inició la “Operación Conjunta Michoacán”, ocasión para reflexionar y tomar medidas efectivas (no efectivistas) a cuenta de los “daños colaterales” de dicha cruzada.

Próxima a alcanzar la mayoría de edad la barbarie que cubre de duelo, injusticia y desazón casi la totalidad del territorio, silencio o ruido son las actuales propuestas de campaña para el grupo poblacional de quienes nacieron y crecieron durante la transición y que conocen el agridulce sabor de tres apuestas partidistas en las que escasamente fueron contemplados como ciudadanas y ciudadanos.

Al contrario, al tenor de las tendencias económicas, políticas y sociales del momento se les empuja sin miramientos a la (casi siempre) bancarrota del emprendimiento, a la participación explotadora (desde luego que no reconocida como tal los poderes fácticos) de la economía circular, a responsabilizarse de su futuro sin haberles formado convenientemente en el pasado y su presente, y a afrontar con resiliencia (término fetiche de la positividad tóxica) la catástrofe ecológica, entre otras tareas para las cuales no han sido preparados y las políticas públicas enfocadas en las juventudes (de haberlas) no están a la altura de los retos que demandan.

Un ejemplo es la campaña “Internet para Tod@s” cuya finalidad es garantizar el acceso a las telecomunicaciones de toda la población. Pero el Programa no contempla que el acceso gratuito a la Red es inviable si no se cuenta previamente con electricidad y una terminal móvil como quedó evidenciado durante el confinamiento sanitario que desalojó las aulas del país y amplias zonas en el mundo. Fueron las y los jóvenes quienes en mayor medida abandonaron sus estudios para integrarse al mercado laboral informal en un intento de enfrentar las crisis que se les multiplicaban.

Desafortunadamente, la situación pospandemia no pinta más favorable para este grupo etario, por lo cual es necesario que las candidaturas den a conocer sus propuestas de políticas públicas que respondan a las necesidades y reclamos de las y los jóvenes de México, planes de trabajo realistas y que contemplen las diversas demandas de esta población que, para más inri, son muchas. Después de todo, no sólo de Tik Tok vive la población joven y alguien que sueña con ocupar un puesto en la política tendría que saberlo.