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Entre fifís y aspirantes a…te veas

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Por Lorenzo León Diez

Fifi es un dicho creado por el discurso lopezobradorista para clasificar el segmento de una clase social contemporánea mexicana y esencialmente urbana. Fifi es una gracejada conceptual que sirve para señalar un modelo de personalidad articulada a una posición en la propiedad y en la acción laboral y productiva. Son adultos mayores, adultos y jóvenes que comparten un decir, una estancia cultural que signa la moda, pues alcanzan, debido a su posición económica, un consumo variado: marcas de ropa, auto, viajes, alimentos y bebidas en restaurantes, bares y antros, decoración de interiores, cirujias faciales, aparatos digitales del año, y en fin, lo que permite la circulación urbana de calidad fifi.
Ellos marcharon este pasado 13 de noviembre en paseo de la Reforma y en otras ciudades del país.

Sin embargo la mayoría de esa masa no eran fifís, sino aspirantes a fifís. Se trata de un segmento de esa clase social que no tiene una vinculación con la propiedad ni con las dirigencias de los medios laborales y productivos; no son herederos o hijos de papá, no pueden viajar sino frente a sus pantallas de TV, ven por fuera los restaurantes y bares de moda o si acaso pueden sentarse y pedir una cerveza para ver las mesas abundantes de los fifís que bajan en sus autos de lujo a las colonias de moda a consumir ostentosamente.

Los aspirantes a fifís se esfuerzan en las calles, pero difícilmente tienen auto, y si lo tienen usan gran porcentaje de sus ingresos en el crédito inmobiliario…y se parten el lomo en oficinas donde ocupan los fifís los privados centrales, y se esfuerzan hasta el agotamiento por pagar rentas estratosféricas dentro de la urbe que los expulsa cada vez más fuera de núcleo hacia los alrededores, que lindan con las favelas, mismas que como hoyos negros los atraen a su fauce depauperada: el terror de caer a esa clase de los que tienen cerradas las oportunidades, hijos y nietos de personas que no alcanzaron más que los primeros años de la primaria y que llenan estaciones delirantes como los Indios Verdes, miles, millones de hombres y mujeres que llegan a las ciudades desde los océanos de conglomerados perdidos…Ese miedo de los aspirantes a fifís de esas masas se convierte en rechazo, en racismo, precisamente.

Pero ¿por qué los aspirantes a fifís participan de la psique de los fifis y marchan a su lado con banderas donde el ícono son un grupo de personas que representan los males que han aumentando la pobreza y la exclusión de esos millones que dan todos los días sus músculos, sus huesos, su sangre para alimentar la gran máquina social que ha producido una de las sociedades más desiguales en el mundo?

Es precisamente la falsa conciencia, concepto del pensamiento crítico para explicar el por qué de la servidumbre voluntaria.

Los aspirantes a fifís comparten los valores de los fifís pero muy difícilmente llegarán a ser fifís. Y no solamente por estar muy atrás de las posibilidades de capacitación profesional de esa franja que acude a las universidades privadas de cierta categoría, donde los jóvenes pueden relacionarse desde entonces para ocupar los cargos que les heredan o promueven para ellos sus papás y abuelos, sino porque su tramo laboral es muy específico, y corto: las compañías e instituciones los usan y los expulsan casi simultáneamente. No hay seguridad en sus ocupaciones, son volátiles, los pueden correr en cualquier momento si bajan sus estándares de productividad, de ventas, etc.

Estos aspirantes a fifís identifican su situación frágil como causada por un agente externo, un padre que los olvidó, una ascendencia que no cumplió para que ellos nacieran en sabanas un poco más finas.

Y ese padre odioso en el Presidente. Quien podría ser si no esa figura y esa cara que habla por esos miles, millones de hombres y mujeres que bajan a las ciudades y se alimentan de los puestos callejeros que humean entre las nieblas de los escapes, muchos de autos del año manejados por los fifís que miran a esas masas con azoro.

Los fifís y los aspirantes a fifís comparten el sentido que difunden los medios de comunicación, son la audiencia de figuras tan emblemáticas como Brozo y Loret de Mola, payaso y patiño que encabezan la lista de figuras que han mercado con la opinión pública y ahora encuentran concentrado a su respetable en esa masa que marcha en defensa de la democracia y contra la dictadura fascista de López Obrador.

La marcha por el INE fue un gran acierto. Por eso el Presidente en la mañanera estaba feliz. La fuerza del régimen se apuntala con esa marcha, pues si bien es cierto que la mayoría de aspirantes a fifís en la acción misma de su protesta, no sabían ni quien era Fox, o Margarita Zavala, o Esther Gordillo, o Alito, etc. se ha logrado poner esa cara multiforme a la oposición lopezobradorista. Una gran síntesis.

El que gana en todo esto, es Lorenzo Córdova. Ya es el precandidato más fuerte de Va por México. Hasta ahora es el único abanderado que pudo unir a esas dirigencias en la calle.
La marcha es positiva para el desenvolvimiento de las jornadas que se avecinan, donde la izquierda tiene un gran compromiso con la nación. El músculo callejero es una manera eficaz para medir las fuerzas sociales. Y los fifís y aspirantes a fifis son un condensado evidente, pero muy inferior a las fuerzas sociales que respaldan al Presidente de México, quien ganó la partida desde el momento que los machuchones decidieron no pisar el zócalo, santuario definitivo para ilustrar quien es quien en la historia del país.

domingo, diciembre 10, 2023
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