sábado, abril 20, 2024
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El Fin del Mundo


Lorenzo León Diez

Me pesa haber tenido razón en los argumentos que expuse recientemente en mi libro Nueva barbarie de la tristeza feliz: La pandemia es el primer acto global (biológico e infoviral) de la Tercera Guerra Mundial, -pues no se descarta que el coronavirus sea consecuencia de una fuga en laboratorios de armas biológicas- que será -como lo está siendo-, un enfrentamiento acentuadamente desmilitarizado, pues ninguno de los estrategas de los países en pugna está considerando batallas masivas ni terrestres ni marítimas con armamentos industriales, una vez que está instaurada en el planeta la Guerra Imposible, signada por el festín de amenazas nucleares en tanto la economía global entra en una fase de inflación galopante que predice la escasez y el crecimiento de la desigualdad a tiempo que el cambio climático está aquí en sus efectos cada vez más patentes y se combinan los ataques cibernéticos.

Una guerra civil fragmentada a la que se agrega Ucrania pero que ya padece una cuarta parte de la población mundial -2 mil millones de personas- viviendo actualmente en zonas que están en conflictos armados, la mayor cantidad desde fin de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que más destaca en esta fase de la Tercera Guerra Mundial es que la mayor parte de la población de los países llamados civilizados la vivimos inmovilizados en nuestras pantallas.

Es grotesco, pero debemos considerar que el invierno nuclear nos llegará en la percepción de nuestros móviles y laptops, como ese vaho que se prefigura en la constancia de los fantasmas recreados por las imagenes virtuales de la Red.

No hay, ni quizá las haya, movilizaciones de los ciudadanos en todo el mundo que demanden la paz y el sacudimiento de los gobiernos aliados a los señores de la guerra. No, no estamos para esas cosas, sumidos tan cómodamente en el entretenimiento.

Es difícil aceptarlo pero vivimos la urgencia de la sobrevivencia como un sueño opiáceo, adictivo. Una Guerra del Opio Virtual. El informarnos (de lo que dicen Biden, Putin, Kim Jong-un) es el juego de los titulares aparecidos muy en el fondo de nuestras preocupaciones reales: qué película, qué nuevo vídeo, qué dice el you tuber, qué dicen todos y todas en las olas que de tan densas son un inconsciente que Freud hubiera sorprendido con nuevos conceptos.

El miedo es naturalizado antes de que se manifieste como aplicación quirúrgica ¿Qué ciudades? ¿Qué bases misílicas? ¿En qué orden apuntar a los objetivos en este experimento de Destrucción Mutua Asegurada, como es la categoría militar en la que están de acuerdo los estrategas, los generales de las potencias nucleares?

También podríamos llamar a esta fase, así como Yukuyama calificó la contemporaneidad con su teoría del Fin de la Historia, el Fin de los Análisis. Pues… ¿Qué nos dice la inteligencia sobre esto? (Chomski por ejemplo). Estamos al borde de la Nada, y la nada no perfila conceptos y categorías explicativas, sólo balbuceos y esperanzas racionales o humanísticas o espirituales, socavadas por lo Real.