Los últimos rayos del sol caían justo cuando el ataúd con los restos de Rosa Isela eran colocados al interior de su tumba. Alrededor de ella, entre sollozos agudos, su familia y amigos, dolidos e indignados. La joven de 20 años fue asesinada presuntamente por Véronica “N” y Gonzalo “N”, quienes sacaron de vientre a su bebé, una niña que debía nacer el 17 de diciembre.
Sus hermanas y su madre estaban consumidas por la pena y el coraje de cómo le fue arrebatada la vida a Rosa Isela.
Sus restos fueron velados en la casa de su hermana, un féretro blanco rodeado de flores. Entre la plática de quienes esperaban la partida al panteón se escuchaban recuerdos de lo contagiosa que era la risa de Isela y lo amable de su sonrisa, que la acompañaba en todo momento.
A pesar de que la salida del cortejo fúnebre del puerto de Veracruz estaba programada a las 13 horas, los tropiezos en los trámites que habían iniciado desde la entrega del cuerpo continuaron, fue hasta las 16 horas –cuatro horas después– que los trabajadores de la funeraria se presentaron tras haber liberado el papeleo, para llevar el cuerpo a Plan de Manantial, municipio de Paso de Ovejas, donde fue sepultada.
“Justicia, justicia para Rosa Isela, que viva se la llevaron”, exclamaba su familia, caminando entre los desagües y las piedras que forman las calles de la colonia Emiliano Zapata, en donde estaba siendo velada, hacia la salida a la avenida J.B Lobos, donde los esperaban la carroza y los autobuses.
Una camioneta llena de las flores que le llevaron a Rosa Isela era la que hacía eco a su paso, el conductor sonó el claxon durante todo el camino, hasta las puertas del panteón.
“Ocupaste su vida para que estemos atentos y alertas de todo lo que está pasando en este mundo, de la maldad que se está multiplicando. Gracias, Dios, porque tú digas ver la respuesta de las autoridades, Señor, en este caso”, exclamó la encargada de hacer la oración, quien conoció a Rosa Isela en vida y volvió a hacer énfasis en su sonrisa.
La madre de la joven y sus hermanas se abrazaron sobre el féretro, envuelto en plástico, por órdenes de la Fiscalía General del Estado (FGE) para evitar que lo abrieran. Lloraron más, hasta quedarse literalmente sin fuerzas; fueron llevadas en brazos a un claro, en donde les proporcionaron alcohol y les soplaban frenéticamente con un papel para que recuperaran de a poco la fuerza. Mara, una de sus hermanas, compartía con Isela estar embarazadas; aunque ella apenas tiene cuatro meses, no dejaba de tocarse el vientre, mientras miraba desencajada como su hermana menor era sepultada.
“Queremos que quede bien asentado: justicia y solo justicia es lo que pedimos, caiga quien caiga y que se llegue hasta las últimas consecuencias”, gritó un hombre, ya cuando el féretro estaba casi totalmente cubierto.
Verónica “N” y Gonzalo “N” fueron presentados ante el juez en los juzgados de Vistamar, su detención fue legalizada y la siguiente audiencia programada para el 9 de diciembre.
