lunes, noviembre 4, 2024
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FALANGES: Política y relaciones internacionales

Luis Adalberto Maury Cruz

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¿La soberanía estatal tiene un poder que la acote? Tiene sentido hablar de una soberanía restringida en el contexto de las relaciones internacionales. ¿Cuál es el principio de las relaciones internacionales?


El Estado y la soberanía
Las relaciones internaciones parten de supuestos básicos uno de ellos es: el Estado, que si es tal entonces este es soberano. Es decir, las relaciones internacionales (entre Estados) parten del principio de la igualdad jurídica entre las partes. La soberanía es tal cuando esta se ejerce dentro de la jurisdicción estatal, digamos de su territorio, espacio aéreo-espacial y marítimo, en efecto las embajadas y consulados son también parte del Estado y en ellas se ejerce su soberanía y gobierna su ley. El Estado es un sistema de instituciones de poder público y soberano. Esta soberanía está normada por su sistema institucional jurídico y político patrio, está limitado por su jurisdicción y competencias que sólo tienen imperio dentro de sus fronteras.
Si el Estado no es soberano entonces no es Estado, es una colonia, un protectorado o simplemente un estado dependiente (estado con minúscula). En efecto, desde el sistema Westfalia en donde se reconoce la igualdad jurídica de los Estados, siendo la base del Estado moderno (no la Revolución Francesa, ni el liberalismo), que parte de la formalidad, hoy se encuentra superado, y que en la Segunda Modernidad con su unipolaridad estadounidense siempre fue una formalidad. La soberanía va más allá del formalismo y de la ficción jurídica, la soberanía es un ejercicio político, es derecho escrito, actuación e imperio político en el concierto internacional.
El político que abdica a la soberanía de su Estado, lisa y llanamente es un traidor a su patria pues a hecho de su Estado una colonia, un protectorado; por lo tanto es apátrida. En la antigüedad era frecuente que el delito de traición a la patria se castigaba con la pena de muerte. Todo esto no es una connotación valorativa o chovinista, es una consecuencia lógica de un proceder que vulnera dolosamente la estatalidad, haciendo de un Estado soberano un estado lacayo. No menos cierto es que en el escenario internacional no todos los Estados tienen la misma capacidad para defender su soberanía. Así, no es lo mismo EEUU que Haiti. La defensa de la soberanía depende de capacidades militares, económicas, industriales, financieras, políticas, diplomáticas, legales; también del prestigio político del gobierno y del Estado, de sus alianzas geopolíticas estratégicas.
Hoy en esta Tercera Modernidad multipolar también, como señala Aleksandr Duguin, la soberanía se defiende en bloque, pues un Estado por si sólo no puede hacer frente a potencias hegemónicas (EEUU) pero es imperante desarrollar condiciones para la independencia, alimentaria, tecnológica, industrial, energética, militar, económica, cultural, financiera y política. En efecto, la autarquía como ideal es crucial, aunque de suyo no se pueda lograr pero es necesario luchar en pos de ella so pena de ser devorados por las potencias hegemónicas. Esta defensa en bloque, de la soberanía, supone la necesidad de las alianzas estratégicas (militares, económicas, financieras, tecnológicas e industriales) y de posturas de la diplomacia, del derecho internacional, basadas en la paz y en el acuerdo más que en la confrontación y en la no adquisición de problemas ajenos, todo eso en un entorno del multilateralismo y de rechazo a la unilateralidad estadounidense como lo señaló Li Qiang, el representante de China, en el Foro Económico de Davos en este 2024.
Para potencias medianas como México (que en este 2024 es la 12o economía mundial que superó a España, Corea del Sur y Australia de acuerdo al Fondo Monetario Internacional) supone un no casarse con los problemas de las superpotencias, buscando y proponiendo el acuerdo y la diplomacia como vía para la solución pacífica de conflictos, so pena de ser devorado por las potencias globales. Esta cultura internacionalista de la paz en México de suyo es parte de la historia, de la normativa constitucional (Artículo 1o, 89 y 133). La doctrina internacional mexicana remite inequívocamente a la doctrina Estrada.
En el caso de México tan integrado en la economía de América del Norte y aun con un EEUU que ya no es una potencia unipolar, pero es una de las tres más poderosas del globo (con Rusia y China), donde el país azteca es una potencia regional en relación a América del Sur y es el principal socio comercial de EEUU; por ello, no es sano entrar innecesariamente en conflictos con Washington, que de suyo ya se tienen como los de índole comercial, de narcotráfico, del tráfico ilegal de armas y migratorios; aun cuando es notorio y evidente que es un imperio extractivo y su política de expolio es obvia.
Tampoco es correcto permitir la injerencia de La Casa Blanca en asuntos internos, ni validar apreciaciones sobre política concernientes sólo a los nacionales, lo efectivo es atrincherarse en el derecho internacional, la diplomacia, la soberanía, el humanismo y diferenciar entre el gobierno, el pueblo y el deep State; así como ampliar y profundizar la

red de alianzas y de relaciones internacionales con todas las potencias del orbe bajo la lógica de la cultura de la paz, los derechos humanos, el respeto irrestricto a la soberanía de los Estados y la no intromisión en asuntos internos de las naciones extrajeras.
No hay que omitir que desde el siglo XIX la potencia del norte tiene una larga lista de intervenciones e injerencias en diferentes Estados y en particular en México (que llevó a la perdida de los territorios norteños de Tejas, sí con J, Alta California, Nuevo México, Nevada, Utah, parte de Colorado y Wyoming en el siglo XIX; y desde el primer tratado de libre comercio entre México, EEUU y Canadá, hasta el actual T-MEC no hay trasferencia tecnológica para el Estado azteca). Es decir, las relaciones internacionales si bien suponen formalidades igualitarias en lo jurídico, en el plano geopolítico real, no sólo hay diferencias, sino ejercicios de poder sustantivos, choque de intereses, donde unos Estados son potencias globales, otros regionales, otros son Estados pequeños y otros son en los hechos Estados satélites de otro Estado potencia. El concierto internacional es jerárquico, con subordinaciones y hay jaulas geopolíticas.
En ese nuevo orden mundial multipolar, de tendencia multilateral y no occidental, no basta la igualdad formal de la soberanía estatal, ni ser más o menos autárquico, sino que se requiere de alianzas para hacer de la soberanía una práctica efectiva; por ello Rusia y China han generado un G2, que resta poder a la unipolaridad de EEUU y los BRICS+ son el dolor de cabeza occidental que desplaza la hegemonía producto de las alianzas económicas del Occidente Colectivo, desarrollándose una guerra híbrida, en lo económico, energético, financiero, tecnológico, cultural y militar; en donde la Unión Europea (UE) y sus miembros cedieron soberanía en favor de los intereses de Washington (en materias como la energética y del complejo industrial militar). Cayendo, la UE, en una fase de desindustrialización, de crisis energética, políticas, sociales, de liquidez; prueba de ello es que el quinto lugar de las economías mundiales ya no es Alemania sino Rusia (con todo y sanciones unilaterales de Washington y de Bruselas). Siendo EEUU el gran ganador a costa de los pueblos europeos (con sus ganancias dado la venta de gas a la UE, de armas y de municiones para los conflictos de Ucrania, Palestina y Taiwán), generandose un nearshoring en América del Norte, particularmente en México, he allí un elemento que explica en parte el lugar 12o de la economía mundial que tiene el Estado azteca, pero no es el único.
El caso del G2 Rusia/China y de los BRICS+ muestran no sólo el ocaso del Occidente Colectivo y el fin de la unipolaridad de EEUU, sino que redimensiona las relaciones internacionales y la geopolítica donde el viejo sistema Westfalia se torna caduco después de 500 años, y se evidencia la necesidad pactista y aliancista para la

sobrevivencia del Estado, so pena de convertirse en un Estado satélite, para quien no lo haga. Así el Estado es tal si es soberano y es soberano si tiene un bloque/alianza político, militar, económico y financiero, que le permita hacer un frente a las agresiones de una potencia, este es el quid del G2 Rusia-China y de los BRICS+.
La política exterior y las relaciones internacionales de México
En México la política internacional ha tomado como bases la propia historia y la tradición patria, la legalidad y la diplomacia mexicana, sumado a los derechos humanos y al humanismo mexicano, lo cual hizo que el gobierno ante los conflictos en Ucrania, Taiwan, Palestina, entre otros, antepusiera un enfoque pacifista y no belicista, pugnando por el derecho internacional, la cultura de la paz y los derechos humanos, lo cual no fue del agrado de las potencias occidentales, ni del vecino del norte; pero permitió no confrontarse con Rusia, ni con China, (dos de las tres superpotencias globales). ni generar animadversión con los miembros de los BRICS+.
En este sentido, siguiendo lo señalado por Duguin que la soberanía se defiende en bloque, se torna una necesidad imperante; sin embargo, también se defiende, la soberanía, al no casarse con problemas ajenos y proponer vías pacificas basadas en el humanismo, el derecho internacional y la diplomacia, esto es prestigio, diría el clásico: “es autoridad moral”.
En el cual conflicto entre Ecuador vs México, por el asalto a la embajada azteca en Quito y por el secuestro de Jorge Glas, (quien para efectos prácticos está en condición de asilado por México) todo esto por ordenes del Presidente Noboa de Ecuador; violando flagrantemente el derecho internacional, pues las sedes diplomáticas y su personal son inviolables de acuerdo al Artículo 22 de la Convención de Viena, aunado a la violación de la convención de Caracas en su Artículo IV que establece “Corresponde al Estado asilante la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución”; llevó a que en el concierto internacional se condenara el asalto y secuestro ordenado por Noboa, con condenas tibias de EEUU y de Canadá, ¿acaso no huele mal?, pero firmes por parte de Rusia y de China, y de la gran mayoría de la comunidad internacional, que no se pudieran explicar sin la actual política exterior mexicana.
¿Este asalto y secuestro buscaría un enfrentamiento militar entre países hermanos?, afortunadamente no pasó. ¿Quién hubiera ganado con otra guerra?, sabe la respuesta.

Es obvio que estamos frente a un dilema: bien es un caso de notoria ignorancia del derecho internacional o de un acto doloso por parte de Ecuador; es obvio que un presidente tiene un cuerpo de asesores con años de oficio político; por lo tanto, no es un caso de ignorancia.
El presidente Noboa (que tiene nacionalidad estadounidense) no pudo actuar por sí sólo sino con el respaldo de una potencia, ¿Washington?, pues sabía (al menos en lo institucional) de las consecuencias políticas, legales, económicas que implica la violación de los recintos diplomáticos, de su personal y del secuestro de una persona asilada. Frente a esto el único que pagará las facturas por este asalto, violaciones al derecho internacional será la población de Ecuador.
La Corte Internacional, le dió la razón al Estado Mexicano. Sin embargo, si bien es verdad que han habido violaciones/ataques a embajadas de otros países, la administración azteca está dejando un precedente inédito para el derecho internacional y para la diplomacia; así como para la defensa de la soberanía tanto propia como de cualquier otro Estado. Lo ocurrido muestra que para potencias medianas y Estados pequeños no basta la alianza para la defensa en bloque de la soberanía, también es crucial “la autoridad moral”; así, guste o no, la historia y el derecho internacional le da la razón al Presidente López Obrador.
Algunas conclusiones
La soberanía estatal no tiene un poder que la acote, si de hecho lo tiene entonces no hay soberanía, ni Estado. Suponer en el marco de las relaciones internacionales y de la geopolítica que hay soberanía restringida es un sinsentido, el Estado es tal si se autogobierna, si lo gobierna otro u otro le dicta su proceder entonces es un estado ficticio, es colonia.
El principio de las relaciones internacionales es la soberanía, la cual se defiende en bloque y en particular para las potencias medianas la autoridad moral es de capital importancia.
Casos como el asalto a la embajada mexicana en Quito por ordenes del presidente ecuatoriano Noboa, muestran la pertinencia de mantener lasos de amistad y de respeto con todos los Estados, de no sucumbir ante las presiones de potencias, EEUU, y privilegiar los canales institucionales y pacíficos para la solución de conflictos.
En el concierto global para potencias medianas como México, que ya es la potencia 12o en lo económico, así como para los Estados pequeños seria un despropósito

casarse con conflictos ajenos, requieren del uso de las vías jurisdiccionales, del derecho internacional y de las diplomáticas para solucionar problemas y conflictos internacionales.
No hay que omitir que EEUU tiene un grave problema de liquidez y una forma para activar su economía es la guerra que sólo alimenta a su complejo industrial militar; por ello los tambores de guerra por todo el globo; a nosotros sólo nos queda hacer votos por la paz y buscar vías humanistas, de acuerdo al derecho internacional y a la diplomacia para la solución de conflictos.
En fin ¿usted qué piensa?…