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La pedrada a Luis Echeverría por los “jóvenes fascistas”.

Cronología de los hechos

Lorenzo León Diez
Reportero de El Universal

15 Marzo 1975

A veces me pregunto si la edad avanzada no incrementa nuestra susceptibilidad al silencioso ruego de los muertos; cuando mayor uno se vuelve, más se ve obligado a reconocer que su futuro es el futuro del pasado: historia.

Siegfrid Kracauer

Me ha tocado ser testigo de varios acontecimientos históricos que marcaron los últimos años del llamado régimen de la Revolución Mexicana. El más álgido lo vivimos mi familia y yo en nuestro departamento número 310 del edificio Michoacán, entrada C, de la Unidad Nonoalco Tlatelolco, la tarde y la noche del 2 de octubre de 1968, todos tirados en el suelo en una de las recámaras de la planta baja. Luego, el 10 de junio de 1971, cuando en la avenida Reforma vimos a unos jóvenes repartir a los automovilistas unos volantes que llamaban a una manifestación en el Casco de Santo Tomás. Más tarde, el 14 de marzo de 1975, como reportero de El Universal, cuando cubría suplencias en la presidencia de la República, la asistencia de Luis Echeverría, a CU, donde llamó enardecido a los que lo abucheaban hasta el ensordecimiento ¡Jóvenes fascistas! En la oportunidad que da la muerte de este ex mandatario de México, presento a los lectores de La Jornada Veracruz el documento que guarda en físico la Hemeroteca Nacional y que pude localizar con la ayuda de mi asistente Persa Martínez, a quien le agradezco su paciente indagación.

Son las 8:30 horas y un grupo de estudiantes de Medicina, todos con bata blanca, se disponen a recibir a los funcionarios universitarios y gubernamentales, frente al auditorio “Salvador Allende”, de esa Facultad.

A las 9 horas comienzan a llegar catedráticos, periodistas y camarógrafos. Son insultados y al pasar debajo de los corredores de los pisos superiores, algunos son bañados con agua.

A las 9:40 horas se comienzan a concentrar estudiantes en la explanada, frente a la torre de Rectoría e inician un mitin.

A las 10:30 horas, después de que varios oradores han manifestado su repudio a la vista del Presidente y se han unido aproximadamente 2,500 estudiantes, se llega a una decisión: boicotear el acto de la inauguración de curso del año lectivo de la UNAM. “Se lo explicamos al pueblo en las calles”, dicen.

El “auditorio Salvador Allende” está casi totalmente ocupado.

Son las 11 de la mañana. Al mismo tiempo que los jóvenes que participaban en el mitin empiezan a avanzar con los puños en alto, llevando pancartas con leyendas de protesta por la visita del Primer Magistrado, llega un automóvil color beige al estacionamiento de la Facultad de Medicina y bajan el Presidente Echeverría, el secretario de Educación Pública, ingeniero Víctor Bravo Ahúja y el general Jesús Castañeda Gutiérrez, jefe del Estado Mayor Presidencial, vestido de civil.

Una joven, con una brocha en la mano, que escurría pintura roja, mancha las portezuelas, el cofre y la cajuela del auto.

Aproximadamente 1,000 jóvenes se arremolinan a los lados del Primer Magistrado y lo abuchean.

Con el rector de la UNAM, Guillermo Soberón Acevedo, se dirigen los funcionarios a la entrada principal del auditorio.

En las tribunas se apiñan 2,000 personas. Reciben al Presidente con gritos de ofensa, le insultan y le exigen salga de la Universidad.

Son las 11.10 horas y una masa de 5,000 jóvenes están frente al auditorio. ¡Fuera de la Universidad! ¡No queremos burguesía! ¡No olvidamos el 2 de octubre!, son algunos de los gritos.

¡No podemos entrar compañeros, es imposible! ¡Nombremos una comisión que vaya a decirle que se vaya!, se desgañitan los líderes. 

Frente a la escalera se hace un cordón para no permitir el paso. Se enardecen los ánimos y por momentos quieren asaltar el auditorio. Estalla un petardo. Todos huyen despavoridos.

Dentro del auditorio el rector toma la palabra. Ante la gritería, es interrumpido por el Presidente Echeverría. El Rector insiste. Entonces el Presidente toma el micrófono y pide la intervención de los lideres estudiantiles.

Raúl Moreno, de la Facultad de Derecho, llama a la cordura. Nadie le hace caso.

El Presidente toma la palabra. Es abucheado, injuriado.

Posteriormente habla Joel Ortega, dirigente de Economía. Es el único al que un momento escuchan.

Luego Evaristo Pérez Arreola, dirigente de STEUNAM, se dirige al auditorio. También es abucheado, lo llaman líder charro.

Interviene de nuevo Raúl Moreno, cuando ya se desborda el descontento. Arrojan monedas al presídium, vasos y otros objetos.

El Presidente opta por declarar inaugurados los cursos universitarios de 1975. Invita a los jóvenes a un nuevo diálogo…

Eran las 12:15 horas, los 5,000 jóvenes que se encontraban fuera del auditorio se arman con botellas, rompen pancartas para utilizar los palos. Se despojan de sus cinturones. Rompen los macetones frente a la entrada del auditorio. Con los pedazos de barro destruyen los cristales.

El Presidente trata de salir. Aquello se convierte en un nudo humano. Le dan puñetazos en los brazos, en el cuerpo. Es imposible proteger al Presidente.

Tras varios esfuerzos sale el Presidente, casi en vilo, por una puerta lateral del auditorio. Los estudiantes se golpean. Aumentan los gritos desde las tribunas. 

Grita un joven: ¡Vienen los porros, nos atacan!

Tres rostros resaltan entre la muchedumbre. Están ensangrentados, una estudiante de Medicina se desmaya.

El Presidente es conducido por un pasillo hacia la salida, pero un bloque humano no le permite salir. Se escuchan dos detonaciones. Todos echan a correr.

En esos momentos el Presidente sale por una puerta lateral y aborda un automóvil Maverick rojo.  Cae una lluvia de piedras sobre él. Lo hieren. Destrozan los parabrisas.

El conductor tiene que embestir a un automóvil Volkswagen, que lo intercepta.

Salen los jóvenes del auditorio. Se congregan 1,000 frente a la explanada de Rectoría. Se escuchan dos detonaciones. Todos son gritos, huidas despavoridas.

Son las 13:25 horas. Se congregan más de 5,000 jóvenes frente a la Rectoría. Se efectúa un mitin. Cinco minutos más y está decidida la toma de la Rectoría. Entran violentamente a las oficinas, desalojan a los empleados y a todas las personas que estaban dentro del recinto y cierran la entrada principal.

El auditorio de la Facultad de Medicina queda semi destrozado. Las butacas han cedido al peso, a los golpes de los estudiantes.

Son las 13:30 horas, aún están los estudiantes de la Facultad de Derecho que esperaban al Presidente.

Después, dentro de ese recinto, se realiza un mitin de repudio a la violencia.

Finalmente, solo hay 100 estudiantes fuera de la rectoría. Otros 50 están dentro.

Por la noche 

En los terrenos de Ciudad Universitaria parecía haberse restablecido la normalidad anoche, después de los hechos violentos ocurridos al mediodía durante la apertura de cursos en el auditorio “Salvador Allende” de la Facultad de Medicina.

EL UNIVERSAL hizo un recorrido por los jardines de la UNAM que se encontraban virtualmente desiertos, pues solamente uno que otro vigilante del personal de esa Casa de Estudios hacia rondas.

Los autobuses suspendieron el servicio a la CU y solamente llegan hasta el jardín cercano al monumento al general Álvaro Obregón.

En el lugar destinado a la terminal de los autobuses, cercano a la torre de la rectoría, un hombre de aproximadamente 60 años, acompañado de un joven de unos 20 años, los dos con brazaletes con la leyenda “vigilancia UNAM” y que dijeron ser empleados de la casa de estudios, aseguraron a “El gran Diario de México” que el edificio de la torre de la rectoría estaba bajo control del personal universitario.

EL UNIVERSAL trató de confirmar ese informe y se trasladó al edificio de la rectoría de la UNAM. La puerta principal estaba cerrada y no había acceso al edificio. Un individuo de aproximadamente 35 años, quien también dijo ser empleado de la UNAM, por una rendija habló con el reportero y aseguró que no había estudiantes en el interior del recinto. No quiso decir más. 

En uno de los gruesos cristales de la puerta de acceso a la torre de la rectoría, había un aviso escrito con crayón en el que se informaba que las labores administrativas se reanudarían el lunes. 

En los demás edificios universitarios no había señales de actividad de los grupos universitarios y la tranquilidad observada en esos momentos no indicaba que horas antes hubieran ocurrido los lamentables hechos de violencia ya conocidos. 

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