Lorenzo León Diez
Claudia Sheimbaum estuvo en el programa El Chamuco, de TV UNAM, en lo que fue una primera entrevista doméstica, digamos, en el ámbito familiar de sus coterráneos ideológicos y generacionales.
Muy importante charla y será histórica, pues aquí está por primera vez, relajada, abierta, íntima incluso, quien será la primera mujer que ocupará la presidencia de un país con una de las tradiciones patriarcales más robustas de la historia planetaria.
Está ante el escalón que subirá pronto, respondiendo una pregunta crucial: ¿Cómo enfrentará la ola cotidiana de denuestos, calumnias, injurias, mentiras, trampas, dichos, tendencias, promocionales animados por flujos imparables de dinero, influencias, extorsiones, amenazas, presiones mediáticas y físicas: manifestaciones, acciones violentas (quema de libros), llamamientos a las fuerzas oscuras y sectarias que galopan enfebrecidamente en México y Latinoamérica, contra los gobiernos democráticos inspirados en el “pensamiento débil”, tal como lo ha descrito el trascendente filósofo italiano recientemente fallecido, Guianni Vattimo.
Ella contesta : Comunicando. Y reconoce en Las Mañaneras el formidable instrumento creado por López Obrador, una fuerza expresiva de gran alcance, constante, cotidiana, rutinaria, alerta, cada vez más masiva, nacional e internacionalmente, para desmentir, ridiculizar, ironizar, argumentar científica, técnica, históricamente, en contra de la propaganda de los conservadores, término que encierra todo lo que los mexicanos de a pie o en auto (a plazos), de casa rentada o propia (sufridamente), empleados -desfalcados- y desempleados en angustia, trabajadores hambrientos y medianamente remunerados, ciudadanos con seguridad social -precaria- y sin seguridad social, padres de familia preocupados por hijos jóvenes sin ocupación o con ocupación educativa exigente…en fin, todos los que nos identifiquemos con el Nosotros que enuncia el presidente con el vocablo: pueblo.
El movimiento López-obradorista llamado Morena, se está cumpliendo cabalmente en el ciclo propuesto desde el inicio: la mejoría de la población está siendo posible con el ataque frontal y sin concesiones contra la corrupción. Lo ha dicho el presidente: Tenía razón ¿lo ven? El problema fundamental de nuestro país era y lo sigue siendo la corrupción. Nunca se dijo: Vamos a expropiar la propiedad privada, vamos a organizar un Estado de propiedad colectiva, vamos a desmantelar las relaciones de producción basadas en la creación del valor propiciado bajo condiciones de explotación extrema de la mayoría para el beneficio del capital tecno financiero. Nunca dijo: vamos a organizar un gobierno socialista. No, solo (como quizo Cárdenas) vamos a hacer cumplir la Constitución. Que las empresas paguen impuestos. Que se cumpla con el derecho a la educación de calidad desde la niñez a la juventud, derecho a la salud, al trabajo justamente remunerado, a la seguridad social, a la asistencia pública. Que se combata la delincuencia organizada yendo a las causas que la provocan, apoyando a los jóvenes sin familias que los sustenten, a las madres solteras, trabajadoras o dependientes de sus familias, a las personas discapacitadas, a los adultos mayores, sin beneficios de la jubilación o con pensiones de miseria, a los enfermos que requieren atención básica y especializada, a los que no pueden comprar ni siquiera una aspirina.
Vamos a fortalecer la propiedad colectiva de nuestros recursos energéticos, vamos a rehabilitar el transporte ferroviario que fue destruido, vamos a crear sistemas de transporte que beneficien a amplios territorios de gran riqueza cultural y sin embargo abandonados en el desarrollo de infraestructuras modernas. Vamos, simplemente, a ser una nación a la altura de nuestra historia, en reconocimiento a los sacrificios de cientos, miles de mexicanos durante tantas décadas, si contamos las tres transformaciones que marcan nuestra historia, para llegar a esta Cuarta Transformación, a la que arribamos democráticamente, sin revueltas armadas, sin revoluciones que sabemos a qué conducen: muertes y destrucción. Pero esta fuerza del Estado Abierto que está realizando Amlo no sería posible sin Las mañaneras.
Aquí está la artillería argumentativa y la acción de la convocatoria y la instrucción de un jefe de Estado con una línea de política clara y prismática, vertical y multidimensional, pues el jefe del ejecutivo aborda y se pronuncia en todos los asuntos que le competen como primer magistrado pero sobre todo, como el primer ciudadano de la nación: hombre-nación, como se definió al principio: su palabra es el Uno, discurrir, ir de aquí para allá pronunciando el interés y la vocación colectiva o mayoritaria que encierra la palabra pueblo.
Claudia Sheinbaum ya la tiene fluyendo en su vocabulario, sabe que asi se llama la llave que abre la acción ejecutiva con base a la voluntad total asumida en el Unico o el Uno que es el Todo. La mañanera es un habla polifónica siendo una alocución personal que sintetiza, resume, condensa, instruye, concientiza, aclara, espolea, critica, corrige, enseña, polemiza, politiza, educa, recapacita, impone, indica, profetiza, rememora, explora, enfrenta, distingue…en fin articula un sentir nacional, por eso el presidente se define como hombre nación. Sensibilidad singularizada conectada a flor de piel con el sentido común, pueblo. Estas experiencias se tienen solamente en los momentos universales donde el estadista es verdaderamente el Uno popular y su voz es la guía efectiva, día a día, a veces hora a hora (en las conflagraciones bélicas) que dan sustancia o trascendencia a la acción de un hombre identificado con su estado nativo, natal, ciudanizando la esperanza, el agradecimiento, la solidaridad que se vive corporalmente, como ya se ha visto en las concentraciones populares del régimen.
Claudia se muestra un tanto amedrentada: Será difícil ocupar ese lugar que ha creado el presidente, él sabe mucho de historia, dice y asume que hará Las mañaneras, quizá con otro nombre, o a otras horas, con las diferencias lógicas de otra personalidad, otro género, otra formación, pero -dice- contestaré puntualmente todos los días, como él lo hace, los infundios, la mala fé, los ataques organizados, estructurados, pasionales, espontáneos y planeados, pues Las Mañaneras son el instrumento de educación cívica y el foro fundamental para dirimir políticamente en la respuesta y la acción colectiva, la embestida de los medios de comunicación que en sus extremos boga por desmantelar el sistema democrático, como ha sucedido en Perú y otras naciones que tenemos en los labios: Argentina, Chile, Ecuador, donde, dice Vattimo, emerge el pensamiento de los débiles como la luminosa y atacada opción que abra un camino de paz, igualdad y esperanza para la humanidad sometida, explotada, expoliada por las potencias y los poderes de facto. Tendrán que ayudarme, les dijo Claudia a los momeros, especializados ya en el debate alegre, humorístico, socarrón, pero siempre serio y con posiciones radicales, lopezobradoristas, cuartoestatales, como Jenaro Villamil y su equipo grupo lo hacen tan brillantemente, lo mismo que los que trabajan tan seriamente en los canales 11 y 22.
Claudia: No sé si vayan a ser mañaneras o nocturneras, como lo ironiza ese otro histrión y escritor, Fernando Rivera Calderón, pero es preciso que tengas presente que la columna vertebral de la técnica política del Estado Abierto del régimen del presidente Andrés Manuel López Obrador y que es disparador de la Revolución de las Conciencias en la doctrina del Humanismo Mexicano, es el programa diario Las mañaneras. Ese hilo de hierro entre la presidencia de México y el pueblo de México en el segundo piso de la Cuarta Transformación no debe suspenderse ni un solo día. Es peligrosísimo guardar silencio un solo día. Tú lo podrás hacer, es la responsabilidad que asumes y el estudio continuo de la historia de México te va a permitir, como a López Obrador, continuar dictando la cátedra de la 4T.