Eric Juárez
En los últimos meses, hemos sido testigos del abrumador despliegue de propaganda de precampañas en el entorno urbano. Se trata de promociones de personas, muchas de las cuales son poco conocidas por la población y cuyo desempeño durante su mandato ha sido poco relevante. Estos individuos, en un intento desesperado por ganar popularidad y asegurar su permanencia en el poder, se exhiben frente al público como si fueran productos comerciales, con la esperanza de que, al estar presentes en todos los lugares, el nombre les resulte familiar en caso de ser mencionados en alguna encuesta. Sin embargo, la ciudadanía solo podrá respaldar a aquellos cuya imagen esté asociada con una sonrisa, no por sus propuestas, resultados, cercanía o méritos para ser reelectos.
Se evidencia una marcada ausencia de un programa político basado en una formación doctrinaria y experiencia en la política partidista. Ya no parece importar el futuro del movimiento ni su programa, sino más bien el beneficio personal. Los discursos se centran en temas como “caminar”, “dar resultados”, “ser joven”, o en asociarse con grupos étnicos o géneros, perdiendo de vista la esencia de un liderazgo real. Se ha reducido el discurso político en detrimento de una formación política partidista y ciudadana. Quizás esto se deba a la falta de recursos destinados a la formación política local, que ahora parecen estar diluidos en una masa dulce y sectaria.
En esta contienda, son pocos los contendientes que realmente ostentan liderazgos genuinos. Sus figuras suelen diluirse ante la abrumadora publicidad financiada por el Estado o por grupos con notable poder económico. Todo se reduce a la perpetuación en el poder.
Los principios que en su día fundaron nuestro partido ahora parecen estar sumidos en una crisis sistémica. La demanda de no aspirar a cargos de elección popular mientras se ocupa un puesto de dirección política o se está en funciones públicas fue rápidamente cubierta por la conveniencia. Se insistía en que “no estamos aquí por los cargos”, sin embargo, quienes lo afirmaban con vehemencia son ahora los más renuentes a aceptar cambios. Las convocatorias se hacen a medida, bajo el encargo del líder local. Mientras desde el poder se busca obstaculizar a aquellos considerados adversarios dentro del partido, aunque estos tengan una clara afiliación política, se abren sin tapujos las puertas a quienes en el pasado reciente lucharon con cualquier estrategia para bloquear a Morena. La marca “Morena” ahora resulta políticamente atractiva y rentable. La compra de votos y el traslado de electores, que era uno de nuestros principales objetivos a combatir, se ha convertido, con las últimas elecciones para delegados distritales, en una maniobra que supera a la de nuestros adversarios. No parece creíble que alguien que antes apenas obtenía unos pocos votos en las asambleas distritales, ahora haya conseguido miles, manteniendo el mismo perfil anodino para la ciudadanía. Ni siquiera el PRI fue tan osado. La reelección es otro tema.
Mientras las cúpulas buscan mantener a sus “cuadros” en el poder, sin haber aprendido las lecciones básicas del pasado, parece que la ciudadanía estará condenada a observar, una y otra vez, los mismos rostros y discursos de estos pequeños neo-porfiristas.
Es urgente para la salud y el futuro del partido realizar una profunda reflexión sobre nuestros principios fundacionales, nuestras prácticas internas de renovación de liderazgos, los métodos para integrar nuevos perfiles, las condiciones para establecer alianzas, así como los procesos para seleccionar candidaturas. Como representantes, debemos incluir perfiles surgidos de las bases y con respaldo popular, pero también es fundamental contar con personas que comprendan el marco jurídico, sean capaces de generar acuerdos e iniciativas factibles, y estén preparadas para debatir y vencer a los adversarios con argumentos sólidos, no solo consignas vacías. Aquellos que solo busquen figurar para la foto y relatar trivialidades personales no aportan al avance del movimiento. Nuestro presidente ha insistido en abandonar las prácticas corruptas del pasado, en no imitar los caprichos de poder de los anteriores gobernantes, y en contribuir al fortalecimiento de la cultura política de la ciudadanía. Es crucial realizar los ajustes necesarios antes de que los principios de Morena sucumban ante el pragmatismo y antes de que nuestros procesos político-electorales se conviertan en un simple carnaval de sonrisas.
Xalapa, Veracruz, 20 de diciembre de 2023.