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Piedritas al buche ruso

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El mundo occidental liderado por Estados Unidos parece empecinado en introducir alteraciones en la territorialidad geopolítica establecida con Rusia. Es una apuesta riesgosa y claramente ineficiente si lo que se quiere es ralentizar la expansión y consolidación del capitalismo ruso. Un capitalismo nacionalista no neoliberal con empresas nacionales consolidadas y con clara participación del Estado. Lo que durante mucho tiempo en México llamamos economía mixta, hasta que llegaron los hijos de los políticos priístas neoliberales que despedorraron y malbarataron las empresas de Estado y el resto de las instituciones operativas del Estado de bienestar. 

Sumar a Ucrania a la alianza atlántica no solo tiene que ser obligadamente interpretado como una amenaza que lleva la tensión armada a los 6 mil kilómetros de frontera con Rusia, sino como un ataque a un modelo de capitalismo no neoliberal. El neoliberalismo tolera poco a cualquier otro tipo de capitalismo que no neoliberal o francamente fascista, que no es otra cosa que capitalismo a secas pero sin límites. 

No es poca cosa eso de Ucrania en la OTAN si nos atenemos a que Ucrania es un territorio con un amplio despliegue de silos de armamento nuclear. De ahí la decisión de ocuparla.

El único país nórdico que comparte frontera terrestre con Rusia es Finlandia; mil 340 kilómetros en el extremo norte de Europa, que comparados con los 6 mil kilómetros de Ucrania son pocos. Finlandia no está armada nuclearmente, de hecho junto con Noruega –que no tiene frontera con Rusia– es neutral. 

Es por eso que Putin no ve la incorporación de estos dos países nórdicos a la alianza militar pese a las invasiones de Finlandia a Rusia en el siglo XVIII. Durante las guerras napoleónicas Rusia se anexó al ducado de Finlandia pero la alianza se disolvió al triunfo de la revolución soviética. Finlandia tuvo su propia revolución que la condujo a una suerte de capitalismo de Estado que la llevó a construir uno de los Estados de bienestar más exitosos y estables del planeta. Stalin disolvió la alianza pero las relaciones ruso-finesas han sido mayoritariamente cordiales, Finlandia tiene embajada en Moscú, un consulado general en San Petersburgo y dos ramas del consulado, en Murmansk y Petrozavodsk. Es por eso que a Putin no le preocupa especialmente que Finlandia se incorpore a la OTAN, no está militarmente nuclearizada y su incorporación a la alianza no significa mayor amenaza. No así en el caso de Ucrania. Una expansión de la infraestructura militar occidental en esos territorios sin duda provocaría una decidida respuesta por parte de Rusia; tranquilizador. Falta por ver, sin embargo, las intenciones del neoliberalismo estadounidense que parece decidido en atacar al modelo económico ruso, que es capitalismo pero no neoliberal; esto es, con una decidida participación del Estado como compensador de las distorsiones del modo capitalista de hacer las cosas.

La alianza occidental está decidida a ampliarse. Todo bien, mientras se quede en eso, sin extender la presión militar a las fronteras utilizando como ariete a Finlandia. Falta por ver si eso es algo que los liderazgos occidentales son capaces de entender. Por lo hasta ahora visto, parece improbable.

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