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Crudas

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A mediados de noviembre, en un hotel de Apodaca, Nuevo León, fueron encontrados 195 migrantes sin alimento ni agua y en condiciones de hacinamiento. 80 hondureños, 38 salvadoreños, 36 guatemaltecos y el mismo número de nicaragüenses. 44 de los hondureños viajaban en familia, más 11 niñas y niños que se trasladaban solos. 18 de los salvadoreños pertenecían a la misma familia.

Esto da cierta noción de las dimensiones de la tragedia en curso desde hace décadas en la región centroamericana. Primero por la violencia y polarización en la distribución del ingreso que tienen sumergida en la pobreza a más del 70 por ciento de la población de la región. Con desnutrición, enfermos y el riesgo de ser separados de sus familias se encuentran miles de niños y adolescentes migrantes en un campamento al sur de México, al cual tratan de desmantelar las autoridades, advirtió el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Pressia Arifin-Cabo, representante adjunta del organismo en México, calificó de alarmante la situación que priva en el sitio, erigido improvisadamente a las afueras de un estadio de futbol en Tapachula, Chiapas, en la frontera con Guatemala.

La probabilidad de separación familiar es alta toda vez que hay muchas familias con niños que no tienen documentos adecuados o los perdieron al salir de sus países. Existe, además, la amenaza de contagio en medio de la pandemia todavía activa. Esto debido a la saturación de personas en la zona. En tiempos relativamente recientes, Tapachula se ha convertido en punto de encuentro de decenas de miles de migrantes que salen en caravanas al norte del país. Las autoridades han intentado frenarlos pero nuevas caravanas migrantes siguen llegando, huyendo de la miseria y la violencia que los condenan. 

El gobierno mexicano ha traslado a algunos de los migrantes desde Tapachula a otras regiones bajo la promesa de regularizar su situación, sin embargo, miles permanecen en el estadio a la espera de una respuesta a su solicitud de refugio o recibir visas humanitarias. Según datos oficiales, 40 por ciento de los 84 mil 600 solicitantes de refugio en el país son menores de edad. Muchos de ellos buscan asilo en Estados Unidos, que reinició este miércoles un controversial programa que obliga a los postulantes de ese beneficio a esperar en México sus audiencias migratorias.

Dentro de los parámetros de la lógica convencional, la neoliberal, el destino de cientos de miles de personas es amenazante; no es contendiendo físicamente la movilidad humana como se resolverá el problema. La única forma de hacerlo es desarrollando las economías con programas de pleno empleo. La fórmula no es nueva, se puso en práctica en 1933 y fue eso lo que sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión. Luego, con el Plan Marshall se reconstruyó Europa en menos de 15 años tras la Segunda Guerra Mundial. Es un camino que funciona y que ha sido probado hasta la saciedad.

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