Un texto de Yesika Ocampo/MSF
El pasado 28 de diciembre alrededor de las dos de la tarde el equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Coatzacoalcos, Veracruz, que ofrece asistencia médica, psicológica y de trabajo social a migrantes que se encuentran junto a las vías, fue testigo directo del abuso y maltrato de una brigada policial a la población migrante y a los vecinos de la zona.
Nuestro equipo, que cuenta con una clínica móvil frente al albergue Movilidad Humana para atender a los migrantes que requieran asistencia sanitaria o apoyo psicológico, vio como cerca de una decena de efectivos de las fuerzas de seguridad se presentaron en la zona junto a las vías:
“los policías estaban encapuchados, distribuidos estratégicamente para realizar revisiones de mochilas de los migrantes de forma arbitraria: un policía pedía la mochila y la llevaba a la cabina de la patrulla, otro revisaba pertenencias, y -según testimonios de los migrantes- se quedaban con el dinero que encontraban”.
El trato vejatorio y los abusos de la policía no se limitaron solamente a los migrantes, sino que afectaron y pusieron en riesgo a los vecinos que fueron testigos de la situación y pusieron en riesgo la continuidad de la atención médica a los migrantes en la zona:
“Los policías, al darse cuenta que la gente los veía y comenzaba a grabar se acercaron a las personas con prepotencia y los insultaron (..) siguieron a una persona hasta dentro de su casa y lo sacaron apuntándole con sus armas. Sin importarles quién estuviera ahí, amedrentaron a los que lo defendían, los empujaban con el cuerpo, incluso llegaron a dar manotazos para apartarlos. Se lo llevaron a la patrulla y lo empezaron a interrogar. Una vecina, al ver esto, les dijo que no tenían derecho a entrar y también los comenzó a grabar, los policías al darse cuenta desenfundaron su arma. Ella se metió en su tienda por miedo. Aun así, ellos entraron y le quitaron el celular a punta de pistola.”
Los testimonios del equipo de Médicos Sin Fronteras se complementan con los de los propios migrantes, mucho más contundentes. María, de origen salvadoreño y quién está embarazada afirmó que las fuerzas de la policía les dijeron “que como nosotros éramos migrantes, éramos fáciles de desaparecer, que ya tenían los hoyos hechos donde nos iban a dejar si no les colaborábamos con el dinero”. Por su parte, Rosa, otra migrante indicó “antes de suceder el desorden estaban quitándole el dinero a los pobres hondureños que venían, los agarraban del cuello de la camisa y los hacían (haciendo señal de aventarlos) para allá, los hacían como trapitos viejos a los pobres”.
Estas situaciones de criminalización a los migrantes y a la población que les presta ayuda son intolerables en un país como México que se presenta como defensor y garante de los Derechos Humanos de las personas, declara Gemma Domínguez, Jefa de Misión de Médicos Sin Fronteras en México. Las situaciones de abuso y las amenazas por parte de las fuerzas de seguridad hacia los migrantes deben cesar inmediatamente.