viernes, abril 19, 2024
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Reforma energética: la quinta

Los procesos de generación, transmisión, control, distribución, suministro y planeación eléctrica exigen integralidad, y se explicita la planeación como condición y prerrequisito de este proceso integral para operar sin falla, lo que exige un férreo control, especificado en las diferentes fases.

En generación, por ejemplo, parte del control viene en el despacho eléctrico, que puede y debe ser realizado –aseguran especialistas como Anna Cretì y Fulvio Fontini (Economics of Electricity, Markets, Competition and Rules, Cambridge University Press, 2019)– al margen del esquema de organización industrial elegido, se trata de la selección óptima de generadores con una transparente tabla de mérito, sea a costo variable o costo total, asunto complejo que en ambos casos exige ajustes periódicos y una identificación de cargas a atender, con prioridades imprescindibles. Siempre bajo restricciones operativas y de transmisión y también siempre con seguridad, confiabilidad y calidad al menor costo.

A corto plazo exige una continua toma de decisiones. A largo plazo, una cuidadosa planeación a partir de la estimación de la demanda, siempre bajo “criterios de optimización”: minimizar costos y maximizar beneficios. En ambos casos para productores (menores costos) y consumidores (tarifas bajas aun sin subsidio), pero –por los imperativos de hoy– con emisiones mínimas de gases de efecto invernadero (GEI), considerando integralmente la huella de carbono.

En lo cotidiano todo esto lo enfrentan despachador y planeador, quienes deben tener en cuenta características y disponibilidad de generadoras; topología, estado y disponibilidad de redes; pérdidas técnicas y no técnicas, entre otros elementos para enfrentar la demanda por instantes, hora, día, semana, mes, estaciones y año.

Años en el caso del planeador, con picos y valles. Una demanda que hoy ya es residual. Por el despacho obligado de energías firmes como la nuclear y la agregación de las renovables solar y eólica, que “se tienen cuando se tienen”, dice Perogrullo. Con intermitencia y variabilidad que obligan a respaldo y almacenamiento. O la hidro, sujeta a regulación multianual por otros usos y por los ciclos de lluvias y siempre con la reserva pertinente. Además, con la capacidad de operar por el lado de la demanda, merced a una red que cada día es y debe ser más robusta y más inteligente. De nuevo con seguridad, confiabilidad y calidad, al margen del diseño institucional, integración vertical, comprador único, mercado mayorista y minorista.

La reforma de 2013 creó un mercado mayorista con creciente dominio de plantas privadas mercantes. Hoy se revalúa la empresa estatal de servicio público. Y se revisan perspectivas. Se requieren máximos esfuerzos, más todavía si se pretende –como debe ser– tener una energía lo más limpia posible, que cubra una parte creciente de las necesidades finales. Del 20 por ciento actual, hacia un posible 50 por ciento, indican especialistas, en hogares y sectores productivos. En transporte, eléctrico y masivo. Gran reto.

Obliga a diseñar muy bien lo que viene, bajo la determinación de recuperar el servicio público y de determinar las formas de participación privada, identificadas hoy por el gobierno con la participación no superior a 46 por ciento en generación. Es momento de reflexionar. Con astucia e inteligencia. Para evitar abusos y promover equilibrios, prometió el Presidente mismo hace dos días.

De veras.