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La Industria Eléctrica en México: Razón de Estado

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Tercera consideración| El justo medio aristotélico se hace presente y adquiere sentido. El equilibrio de fuerzas es fundamental para garantizar márgenes de estabilidad. Incluso, sabemos que el equilibrio se alcanza cuando se provoca un estado en el que se encuentra un cuerpo cuando las fuerzas que actúan sobre él se anulan mutuamente. Así las fuerzas del Estado y mercado deben actuar sobre el sector eléctrico para tener como fin último el bienestar social. Adviértase que en esa dinámica surgen otras fuerzas como la solidaridad y subsidiaridad, de tal suerte que:

La solidaridad sin subsidiaridad puede degenerar fácilmente en asistencialismo, mientras que la subsidiaridad sin solidaridad corre el peligro de alimentar formas de localismo egoísta. Para respetar estos dos principios fundamentales, la intervención del Estado en el ámbito económico no debe ser ni ilimitada, ni insuficiente, sino proporcionada a las exigencias reales de la sociedad. (CDSI, 2005, p. 216)

Es muy claro que:

La tarea fundamental del Estado en ámbito económico es definir un marco jurídico apto para regular las relaciones económicas, con el fin de «salvaguardar… las condiciones fundamentales de una economía libre, que presupone una cierta igualdad entre las partes, no sea que una de ellas supere talmente en poder a la otra que la pueda reducir prácticamente a esclavitud. (CDSI, 2005, p. 216)

No existen otros principios, más precisos, que justifiquen y expliquen la naturaleza y sentido del Estado y mercado. Aquí, se resumen los principios filosóficos, teóricos, históricos, de la persona humana y éticos; se prescribe cada uno de los elementos para asegurar la justicia, el orden y el equilibrio de fuerzas para gobernar una sociedad a través de instituciones. Es preciso hacer notar con mayor profundidad que:

La actividad económica, sobre todo en un contexto de libre mercado, no puede desarrollarse en un vacío institucional, jurídico y político: «Por el contrario, supone una seguridad que garantiza la libertad individual y la propiedad, además de un sistema monetario estable y servicios públicos eficientes». Para llevar a cabo su tarea, el Estado debe elaborar una oportuna legislación, pero también dirigir con circunspección las políticas económicas y sociales, sin ocasionar un menoscabo en las diversas actividades de mercado, cuyo desarrollo debe permanecer libre de superestructuras y constricciones autoritarias o, peor aún, totalitarias. (CDSI, 2005, p. 216, 217)

En la misma línea argumentativa y apoyados en la Doctrina Social, el fondo de la cuestión se encuentra en que:

La utilidad individual del agente económico, aunque legítima, no debe jamás convertirse en el único objetivo. Al lado de ésta, existe otra, igualmente fundamental y superior, la utilidad social, que debe procurarse no en contraste, sino en coherencia con la lógica de mercado. Es necesario que mercado y Estado actúen concertadamente y sean complementarios. (CDSI, 2005, p. 215)

El Estado y Mercado, lo mismo que el fuego y el agua, son buenos cuando están controlados. Pero cuando actúan sin control, lo devoran todo4. Tanto el Estado como el mercado, tienen especial relevancia, sobre todo, cuando se abordan aspectos de trascendencia como la electricidad; la cual, no es un recurso natural sino el resultado de un proceso industrial pero diferente a cualquier mercancía por tratarse de un área estratégica del Estado5.

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