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Mientras el planeta se instala en el caos de la recesión y la reedición de la Guerra Fría, la élite del sistema económico dominante se reunía en Davos a fines del mes pasado.
Ominoso, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, advirtió de la inminencia de hambre y miseria para todos. “No sabemos la magnitud de todos los cambios que sucederán, pero sabemos que los sistemas de energía mundiales, sistemas de alimentación y la cadena de suministros se verán seriamente afectados”.

Klaus Schwab señaló que la respuesta a la crisis mundial de alimentos y energía es expandir el poder del gobierno. La experiencia del encierro llevó a una nueva inflexión en las relaciones económicas. El “gran reinicio” al que, allá por 2014, se refería Christine Lagarde, directora del FMI en ese momento. La idea de una suerte de centralización global aparecía de pronto como algo inminente.

Una posibilidad que generalmente solo se susurraba en los rincones oscuros de los libros blancos institucionales y en las reuniones secretas de las élites bancarias, pero a la que ahora se alude abiertamente.
Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, felizmente anunciaba en mayo que la pandemia fue el comienzo del “Gran Reinicio” y la Cuarta Revolución Industrial, afirmando que la crisis del covid-19 presentaba una “oportunidad” perfecta para el cambio.

Cualquier cosa que eso signifique no es bueno para la mayoría de los gobernados. Las predicciones de Schwab se suman a la guerra económica mundial contra Rusia en curso.

Es la lógica del pensamiento y decisiones del neoliberalismo que bien pueden llegar a ser orwelianas: pasaportes de vacunas; el comienzo de un sistema de crédito social masivo parecido al que se usa en China en este momento; la cancelación de la cultura por la vía de la explosión del entretenimiento.

Una distopía light, por lo pronto.
Sin embargo, hay razones para el optimismo, los resultados electorales en Colombia lo sugieren. Un ex guerrillero combatiente del M-19 y una madre soltera, líder social de la negritud marginada, ganaron. Un gobierno latinoamericano más que se suma a la ola antisistémica en ascenso en el continente. Es muy importante, tanto para los propios colombianos que rompen con la lógica del odio exacerbada por el ex presidente Uribe, y se reconcilian amorosos con un muy cruenta historia de larga data, desde 1960, como para la formación natural de alianzas orgánicas con una plataforma y de entendimiento de las cosas común en el continente.

Alianzas que funcionan más en la lógica colaborativa que en la de la competencia. Como cuando el gobierno mexicano envió un avión militar para rescatar a Evo Morales del golpe de Estado.

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