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La variable China

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Hace un par de días se mencionó en este espacio editorial a los llamados neocons (apócope de neoconservadores) en la constelación política estadounidense. Un grupo estrechamente vinculado al complejo industrial militar y convencido del imperativo de que Estados Unidos siga, por un par de centurias más, siendo la potencia militar hegemónica. Una fauna que incluye no solo a extremistas de derecha, sino a aquellos que transitaron de la izquierda antiestalinista de los años 60, 70 hasta el conservadurismo actual. Es el grupo que ha estado detrás de las decisiones de política exterior durante las últimas cuatro décadas. Estuvo detrás tanto de la invasión a Irak/Kuwait en los 90, cuando gobernaba Bush Jr., como de la provocación a Rusia para invadir Ucrania por la peregrina intención de incorporarla a la OTAN y extender así la amenaza militar a los 6 kilómetros de frontera de Rusia con Ucrania. Una de las fronteras más grandes del mundo. Asunto enteramente inaceptable para Rusia. La decisión del sistema estadounidense puso al planeta en la delicada situación actual, con el invierno que se acerca y con los granos sin poder salir de los puertos de Ucrania, excepto a cuentagotas y con retraso. Un asunto complicado sencillísimo de resolver. Basta con terminar la hostilidad económica contra Rusia.

Un escenario donde China se había mantenido como observador neutral, pero beneficiándose enormemente del petróleo barato ruso. Al final del día, los principales afectados por las medidas antirrusas son los aliados europeos. El régimen norteamericano ha sudado la gota gorda para paliar la falta de combustibles para Europa. Un error que ha desatado por lo pronto la inflación en el planeta y la amenaza de una eventual hambruna.

Si todo esto fuera insuficiente, Nancy Pelosi emprende una gira por Asia y decide visitar Taiwan. China, desde hace décadas, desde su radical transformación económica hace 20 años, es una economía de mercado regida por la producción de bienes de consumo, la generación de empleos y el mercado interno. Hoy es el principal competidor económico de Estados  Unidos. Nancy Pelosi no pertenece al ejecutivo estadounidense, sino al legislativo, preside la cámara de representantes. En ese sentido, su visita a Taiwán no es reclamable a Biden. ¿Pero a qué fue Pelosi a Taiwan? La isla no sólo es una capital financiera mundial, es también el principal productor de microchips para las más significativas empresas del planeta. Tanto las industriales como las de servicios financieros.

¿Que pretende el establishment? ¿Preparar la transición a su integración a China? O a prever cómo hacer para no ahorcarse con la interrupción del abasto de microchips al resto del planeta. Un escenario adicional de conflicto que puede ser devastador para la economía mundial.

Asistimos a una inflexión mayúscula. La posible terminación del sistema neoliberal dominante para transitar a capitalismos nacionalistas atentos a sus imperativos de desarrollo y consumo internos antes que a los mercados mundiales, pero sobre la base de relaciones económicas colaborativas regionales. Por lo pronto, la visita de la congresista ha incentivado aún más el acercamiento entre Rusia y China, lo que no está mal en términos de contención al neoliberalismo.

Sería deseable que en el gobierno estadounidense se apercibieran de esto y se deshiciera de la influencia neoconservadora en la toma de decisiones. Pero eso es improbable.

La política exterior de Estados Unidos la determinan los neoconservadores y éstos están vinculados íntimamente con la industria militar. Los únicos por cierto, dentro de los Estados Unidos, que se han beneficiado enormemente con la guerra ucraniana.

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