jueves, marzo 28, 2024
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El FMI, fuera de la realidad

Al referirse a México en su Reporte del sector externo: Pandemia, guerra y desbalances globales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) mezcla una lectura razonablemente objetiva de la situación de nuestro país con recomendaciones de política pública no solicitadas y fuera de lugar.

Así, reconoce que se mantiene un equilibrio en las transacciones con otras economías, el crecimiento de la inversión extranjera directa y la existencia de entradas netas en la cuenta financiera, las cuales son limitadas debido a “mayores compras de activos extranjeros por parte de residentes”, es decir, a la colosal exportación de capitales que llevan a cabo los mexicanos ricos en detrimento de la economía nacional.

Sin embargo, al mismo tiempo aventura que, para mantener el balance financiero, se requieren “reformas estructurales adicionales” que incluyan afrontar la informalidad económica y “las brechas de gobernabilidad, la participación del sector privado en energía y reformar la estrategia comercial y la gobernabilidad de Pemex”.

En principio, es difícil dilucidar a qué se refiere el organismo con “brechas de gobernabilidad” y, en lo que toca a la informalidad, este mal de la realidad económica mexicana ya es abordado por las autoridades federales como parte de sus esfuerzos por integrar a comerciantes y otros sectores a la seguridad social.

 En cambio, las alusiones al sector energético en general y a la dirección de Petróleos Mexicanos en particular dejan ver las obsesiones del FMI con la privatización de todo rincón del mundo y todo aspecto de la vida humana susceptible de ser rentabilizado, así como con la imposición de las lógicas y los lenguajes neoliberales en la esfera de la administración pública.

En respuesta a la pregunta de un asistente a su conferencia de prensa matutina, y sin mencionar el reporte del Fondo Monetario, el presidente Andrés Manuel López Obrador enumeró las al menos 19 reformas estructurales llevadas a cabo por sus antecesores del ciclo neoliberal (1988-2018).

En su relación, el mandatario desgranó los daños infligidos al Estado y al pueblo mexicanos por cada una de esas modificaciones legales: entre otros quebrantos, se permitió la venta de importantes empresas públicas al sector privado; se entregaron los bancos que eran propiedad de la nación; se despojó a los dueños originales de la tierra y se dio rienda suelta a la formación de enormes latifundios; se llegó a concesionar 46 por ciento del territorio nacional para explotación minera, además de otorgar concesiones hasta por 50 años y dejar libre de impuestos la extracción de oro, plata y cobre; se autorizó a empresas privadas generar energía eléctrica, pese a contravenir la Constitución; se eliminó la gratuidad de la educación pública; se avaló el alto cobro de comisiones en el Sistema de Ahorro para el Retiro; se autorizó la conversión de un billón 200 mil millones de pesos de deuda privada de la oligarquía en deuda pública; se permitió el pago diferido de impuestos; se urdió una campaña de desprestigio y criminalización del magisterio; se dejó la rectoría de las telecomunicaciones en manos de los agentes preponderantes; se impidió al Estado llevar Internet a quienes lo necesitan, y se entregó el potencial petrolero en el país a empresas particulares nacionales y extranjeras.

Como resaltó el mandatario, la práctica totalidad de estos desfalcos y atropellos fue aprobada en contubernio por los legisladores del PRI y el PAN, además del PRD a partir de 2012. En momentos en que en México se llevan a cabo esfuerzos de reconstrucción para superar el desastre causado por la aplicación del dogma neoliberal, la insistencia del FMI en la promoción de fórmulas fallidas y contraproducentes no solo resulta impertinente, sino que denota la incapacidad del organismo para ejercer la autocrítica, leer la realidad y reaccionar ante un contexto que no es ni puede volver a ser el del Consenso de Washington de hace más de tres décadas, cuando la superpotencia y sus aliados locales impusieron a casi todo el planeta la dictadura del mal llamado libre mercado.