Pospuesta la votación de la reforma eléctrica para el domingo, la oposición en la Cámara de Diputados pregona que la reforma no pasará. Es posible, sí, pero el costo que tendrá votar en contra de ella será altísimo tanto personalmente para los diputados como colectivamente a los partidos. De alguna forma personajes que en algún momento de su vida se radicalizaron hacia la izquierda hoy apelan a los argumentos dictados por un sistema cuya racionalidad ha dado pruebas contundentes de su tremendo fracaso. El del capitalismo ad nauseam, el neoliberalismo.
Tal es el caso de España en esta crisis de abastecimiento energético desatada por la miopía y la estulticia de un presidente estadounidense que parece empecinado en provocar un conflicto armado de pronóstico reservado en territorio europeo.
Los países de la OTAN, por su parte, han manifestado su interés en negociar directo con Rusia. Eso bastaría para que se derrumbara la alianza occidental, pero al margen de eso, es clarísimo que Rusia puede enfrentar la guerra económica porque sus empresas petroleras, su plutocracia y su oligarquía en general son profundamente nacionalistas. Dicho de otro modo, no están en la lógica globalizadora de la economía en manos de neoliberales sino en la de un capitalismo nacionalista bastante parecido a lo que fue el empresariado mexicano de los años 30 hasta finales de los 70.
Con todo lo que pasa en el mundo y en Latinoamérica en el sentido de fracaso del modelo neoliberal y las evidencias de la conveniencia de que el Estado mantenga el control de los recursos estratégicos de un país –en México no han subido las gasolinas ni hay desabasto, por ejemplo–, ¿con qué cara habrán de evidenciarse como traidores a su patria en momentos definitorios en el planeta? La vergüenza de ser exhibidos en una impudicia política pornográfica. Ahora, si nos atenemos al spot de diputadas y diputados del PRD que circula en redes donde uno de ellos anuncia su pijamada con petate en ristre, queda clarísimo que vergüenza no tienen.
